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Vida natural

Salud ambiental

La convivencia con otras especies y el equilibrio del ecosistema:
prevención y control de plagas
.

En esta edición quiero centrarme en la convivencia con los animales salvajes, desde mi observación y mi experiencia directa en el Parque Natural Cabo de Gata.

Nuestro ecosistema es un complejo engranaje entre especies animales y vegetales totalmente dependientes las unas de las otras. Según muchos estudios y autores reconocidos, la extinción de una sola especie modifica las condiciones de todo el planeta, siendo sus consecuencias más o menos graves en función de otros factores, pero visibles a muchos años vista. Un ejemplo es el caso de las abejas que están desapareciendo en todo el mundo a consecuencia del abuso de biocidas y de las excesivas fumigaciones que las están aniquilando. Sin abejas se rompería el ciclo de fertilización de las plantas y muchos autores señalan consecuencias catastróficas por la falta de polinización y la dificultad que esto supone para la agricultura mundial. Un agroecólogo cubano me dijo una vez: “Podemos vivir sin comer carne ni pescado, pero nunca sin comer frutas ni vegetales. Si envenenamos las aguas, la tierra, invadimos a los animales que mantienen el equilibrio, si fabricamos semillas sintéticas… ustedes en occidente, en sus modernas urbes, no respetan el medio ni saben convivir”. El hábitat urbano nos hace ignorantes del medio natural porque nos desconecta de él y no somos conscientes de la manera en que influimos ecológicamente al resto de especies. Algunas de esas influencias son irreversibles y sus efectos negativos nos afectan a todas las demás especies, creando sinergias que es mejor prevenir. Muchas de esas influencias son “transferencias” de nuestros deseos o necesidades humanas a los animales en un acto de intervencionismo bienintencionado. Mayormente, por nuestra ignorancia, estos actos suelen desequilibrar a los animales.

Teniendo en cuenta el crecimiento demográfico mundial y los niveles de consumo/destrucción/contaminación en que vivimos en la actualidad, la manera en que intervenimos las personas en el medio toma otra dimensión mucho mayor. Históricamente la especie humana ha arrasado los espacios naturales y ha provocado la extinción de miles de especies. Por razones imperialistas, económicas, de sobrepoblación, por la comodidad humana y muchas complejas razones; ignoramos y fomentamos el desequilibrio ecológico del que estamos siendo partícipes y a la vez víctimas. Nuestra actividad modifica el entorno que nos permite la vida; que el efecto sea positivo o negativo es lo que necesitamos conocer para mejorar.

La responsabilidad es actuar hoy en coherencia con los objetivos que deseamos realizar mañana y cuando se trata del nivel social, nuestra aportación individual es aún más decisiva. Muchas veces confundimos cómo afectamos a las personas con las que convivimos, por desconocimiento, desconfianza, miedo, suponer sin preguntar, juzgar, no usar bien el lenguaje, etc. La mayor limitación que he encontrado en 15 años de dar clases y conferencias sobre ecología y población es nuestra propia ignorancia y una falsa percepción del riesgo y la seguridad, en cuanto a nuestro consumo y nuestra conexión con la naturaleza.

Prevención y control de plagas

Quiero poner un ejemplo concreto de desequilibrio entre especies a consecuencia del intrusismo humano en el medio de vida de otros animales, como son los gatos. Los felinos son raticidas naturales que equilibran las plagas de roedores naturalmente. No son humanos, son felinos y tienen un instinto para sobrevivir en la naturaleza que no tenemos las personas civilizadas. Es habitual que haya personas que se sienten generosas con ellos y les alimenten a diario con la intención de protegerles o de paliar su sufrimiento. Lo que desconocen estas personas es que en realidad les están modificando sus condiciones vitales, desequilibrando la convivencia entre los miembros de su especie, ya que además los felinos son muy territoriales. Alimentar a animales salvajes fomenta la violencia y la competición por esa comida entre ellos, haciéndoles dependientes y modificando su equilibrio natural. El resultado de alimentar animales salvajes es que su población se desequilibra aumentando hasta llegar a ser una plaga que ya no controla a otras plagas, porque al tener alimento “artificial”, servido, sin tener que buscarlo, disminuyen el instinto de caza y se hacen más vulnerables en su tribu. Así, se extiende el desequilibrio entre especies porque cuando los gatos dejan de cazar, aumentan los roedores y otras plagas. A raíz de que haya cada vez más gatos (por sobrealimentación) y violencia entre ellos, (para competir por el pienso) algunas personas llevan a cabo sesiones de castración masiva con los gatos callejeros. Las consecuencias en su salud son graves porque muchas se han quedado embarazadas igualmente, según yo misma he observado y eso no ha resuelto el equilibrio natural de su población.

Otra consecuencia negativa de poner comida en la calle para que la coman los gatos u otros animales, y sobre todo con el calor, es que los restos de comida atraen plagas de insectos y roedores. Por lo tanto hacemos un flaco favor a la salubridad pública ni a la sanidad ambiental, interviniendo y proyectando cualidades humanas a animales que son salvajes y están preparados para sobrevivir en la naturaleza y digerir lo que las personas no. Y, aunque ignoremos su ecología, confiemos en que son sabios como la naturaleza y pensemos bien antes de intervenir y crear desequilibrios. Desde mi punto de vista se trata de lo más básico en ecología y salud: conocer, aceptar, respetar, confiar en la sabiduría y necesidad de que existan todas y cada una de las especies y seres con que nos encontramos.

Mi propuesta es la convivencia con respeto y sin intervención: alimentar gatos aumenta su población y castrarles para reducirla es un acto de intervención humana que no beneficia ni a los gatos, ni a su capacidad de control de plagas, ni al equilibrio entre animales salvajes que se depredan entre sí para reducir las poblaciones que el medio no puede mantener.
En mi opinión, es más responsable no alimentarlos ni castrarlos o bien optar por convivir con alguno de ellos. No me gusta la expresión “domesticar” por su connotación de superior/inferior, más bien creo que se trata de compartir recursos y protección: se intercambia una casa donde protegerse y el compañero felino contribuye a mantener las plagas controladas en la casa. De esta manera ejercemos respeto y cooperación con nuestro ecosistema y las demás especies con las que convivimos. Los felinos tienen mucho que enseñarnos, son animales muy especiales.

Os invito a tomar conciencia de lo que nuestros hábitos pueden afectar al resto de especies y, por lo tanto, que dejemos de fomentar riesgos por ignorancia. En el PN Cabo de Gata tenemos el privilegio de convivir con especies salvajes en extinción y me parece muy necesario convivir con respeto y conocimiento, olvidando un poco nuestras necesidades y manías. Nuestra educación occidental y universal junto con la cultura del capitalismo, fomentan actitudes competitivas en lugar de cooperativas. Nos comportamos sin darnos cuenta como depredadores destructivos por nuestro exceso de consumismo, intervención y antropocentrismo.

¿Crees que advertimos la riqueza de la diferencia como ventaja en el gran equipo que somos todas las especies?, ¿ves en ti y en tu entorno más cooperación o competición? Como siempre será un placer recibir opiniones que enriquezcan mi trabajo y el debate en la Red EcoSalud, www.red.ecosalud.es.

Si tienes propuestas sobre temas ambientales concretos que te gustaría que investigara para próximos artículos, escríbeme.

Laura Domínguez
Rosado, Socióloga y formadora en ecología y salud ambiental
lauradrosado@gmail.com
www.red.ecosalud.es