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Vida natural

 

Cambio climático III

La cumbre sobre el Cambio Climático COP21, celebrada el pasado diciembre en París, ciertamente ha sido una de las mayores conferencias diplomáticas jamás organizadas. Han participado 196 Gobiernos y aproximadamente 22.000 personas entre delegados y participantes de la conferencia de las Naciones Unidas. El director de Greenpeace declaró a su salida: “A veces parece que los miembros de las Naciones Unidas no pueden unirse, pero casi doscientos países se han reunido y llegado a un acuerdo. Hoy la humanidad se ha unido por una causa común, pero lo que pase tras esta conferencia es lo que realmente importa”.

Las conclusiones se lograron con un acuerdo de 31 páginas jurídicamente vinculantes, es decir, que el texto final firmado tiene efectos jurídicos sobre los países que están comprometidos con el pacto del COP21, sin embargo las medidas que cada país adopte no lo serán.

En el acuerdo la declaración de intenciones fue interpretada por científicos y ONGs como un movimiento hacia la inconsistencia. Así el texto marca un objetivo un tanto ambiguo sobre cómo detener el aumento de la temperatura global “bien por debajo de los 2ºC” y “de realizar esfuerzos globales para tratar de acercar dicho aumento a 1.5ºC” y lo cierto es que no se marca en modo alguno la senda para lograrlo.

 

En realidad el objetivo primordial concluía mantener el calentamiento global por debajo de 2 grados en comparación con los niveles preindustriales y adaptar nuestras sociedades hacia este objetivo. El objetivo, aunque las informaciones exultantes por el acuerdo sin duda histórico así lo proclaman, en realidad hoy por hoy no ha sido posible y desgraciadamente se espera que la temperatura alcance unos 2,7 o 3 grados, si nos ceñimos a las propuestas presentadas por todos los países que han asistido. Sin embargo, para lograr un seguimiento y una eventual y a todas luces necesaria mejora en los acuerdos, a partir del año 2020, el acuerdo será ratificado por los países y revisado cada 5 años, para entonces los países deben mejorar sus compromisos de reducción de emisiones. Las propuestas presentadas por los países que más contaminan, aún pendientes de ratificar en la firma definitiva en abril de este año en la sede de Naciones Unidas, han sido:

• EEUU: Reducción de entre un 26 – 28% de los GEI respecto a 2005
• China: Reducción de entre un 60 – 65% de los GEI respecto a 2005
• UE: Reducción de un 40% de los GEI respecto a 1990
• India: Reducción de entre un 33-35% de los GEI respecto a 2005
• Rusia: Reducción de un 25-30% de los GEI respecto a 1990
Japón: Reducción de un 25% de los GEI respecto a 2005
• India: Reducción de un 33-35% de los GEI respecto a 2005

A lo largo de la cumbre además de negociaciones, hubo 12 eventos temáticos donde actuar: Bosques, Agricultura, Resiliencia, Transporte, Edificios, Financiación privada, Contaminantes Climáticos de Corta Vida, Día de la Acción, Energía Renovable, Acceso a energía y eficiencia, Ciudades y subnacionales, Empresas e Innovación. Todos estos sectores se han incluido, pero los dos sectores que más emisiones han generado, la aviación y el transporte marítimo, han quedado fuera y suponen una brecha en el acuerdo.

Otras conclusiones importantes relevantes y positivas que se deducen de la cumbre son:
• El fin de la era del petróleo y combustibles fósiles está cerca, y sin duda es el objetivo marcado para lograr la reducción de 2 grados. Hubo propuestas como la iniciativa solar de la India, la de Energías Renovables de África, y más de 1000 alcaldes y líderes que apoyan que el 100% de la energía sea de origen renovable.
• Un fondo económico de unos 100.000 millones de dólares para países en desarrollo.
• Los países tienen responsabilidades comunes pero diferenciadas. Los países desarrollados deben asumir la mayor parte de la responsabilidad y asumir una justicia climática con los países donde se les ha expropiado sus recursos naturales.
• Neutralizar el clima, eliminando CO2 de la atmósfera mediante forestación, gestión de suelos, almacenamiento de carbono, etc.

Algo importante es que se ha conseguido una alianza entre países emisores, los más vulnerables, los más ambiciosos, los escépticos, los ricos y pobres, todos ellos juntos en contra del cambio climático. Las negociaciones han sido exitosas gracias a Laurent Fabius, ministro Francés de exteriores, que se ha ido reuniendo desde 2012 con los miembros de los países participantes al conocer que sería el presidente de la cumbre. Un hombre tranquilo y cauto que ha lidiado con las encarnizadas negociaciones y que acabó la cumbre con un gesto emocionado y una gran ovación. El acuerdo supone un punto de inflexión que prevé generar el impulso necesario y demostrar que todos los países se están moviendo en la misma dirección. Según Obama: “un paso adelante esencial y un mensaje muy fuerte”.

No todos fueron tan optimistas ¿Es un acuerdo ambicioso o se trata de un tratado descafeinado más?
Al respecto Teresa Ribera, directora del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI) de París aseguraba: "Es una propuesta equilibrada y lo más ambiciosa que ha sido posible teniendo en cuenta la dificultad de satisfacer los puntos polémicos para cada delegación".

Y nos lo creemos pero para los movimientos ecologistas "El texto habla de 'neutralidad de las emisiones de gases de efecto invernadero'. ¿Por qué no se pueden decir en esta conferencia las cosas como son: que necesitamos eliminar el carbón, el gas y el petróleo como tarde en 2050?" espetaba Greenpeace mientras se enfrentaba duramente con Arabia Saudí que se ha convertido en el 'ogro' de las negociaciones del clima en París, acusada incluso por los propios países árabes de sabotear propuestas como la de rebajar el punto crítico del calentamiento del planeta de 2 a 1,5 grados, o la creación de un mecanismo de revisión periódica de las emisiones cada cinco años.

"Para tener alguna oportunidad de alcanzar el objetivo de un límite de 2ºC en el aumento de la temperatura global en 2100, los países necesitan establecer planes para la descarbonización total en el año 2050", ha asegurado el director del Instituto de Potsdam para la Investigación del Impacto Climático, Hans Joachim Shellnhuber, su colega del Centro Tyndall para el Cambio Climático de Manchester (Reino Unido), Kevin Anderson se mostró aún más contundente en sus críticas: "Hacer un llamamiento para alcanzar el pico de emisiones de CO2 'tan pronto como sea posible' no es científicamente sólido. El texto está en algún punto entre peligroso y mortal para los países vulnerables". Por otro lado Joeri Rogelj, del Instituto Internacional para el Análisis de Sistemas Aplicados (Austria), ha asegurado que "Hay una inconsistencia entre las ambiciones a corto y a largo plazo. Necesitamos ciclos serios de contabilidad de CO2 para que los países midan sus compromisos de reducción cada dos o tres años. La cantidad de carbono global que podemos emitir para que la temperatura se contenga en 1,5ºC casi la hemos alcanzado ya", explicaba.

Sin embargo se puede decir que aunque se han perdido matices y aspectos muy importantes que le daban robustez al acuerdo, en líneas generales, el texto contiene todos los elementos necesarios para abordar de una forma ambiciosa y revisable en el futuro la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. El texto aprobado supone un marco legal en el que moverse y da una señal clara a la comunidad internacional y a los mercados sobre el mundo que viene en los próximos años. "De cerrarse el acuerdo, el compromiso sellado en París supone un histórico punto de inflexión que sienta las bases del cambio de rumbo hacia las energías 100% limpias que el mundo quiere, y el planeta necesita", aseguraba Emma Ruby-Sachs, directora ejecutiva en funciones de Avaaz. Para el director de Greenpeace Internacional, Kumi Naidoo, este acuerdo "pone a la industria de los combustibles fósiles en el lado negativo de la historia".

Como expresa con claridad Manuel Alonso Cortés, licenciado en Ciencias Ambientales por la Universidad de Granada y docente en INESEM de material científico-técnico en el área de medio ambiente: “Desde un punto de vista histórico, este acuerdo supone además la aceptación inequívoca de todas las naciones del mundo de que se está produciendo un calentamiento global del clima terrestre por causas antropogénicas, derivadas de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera, principalmente de CO2, que pueden tener consecuencias desastrosas para la habitabilidad del planeta; y se cierran definitivamente las tesis negacionistas del cambio climático por estas causas, o las de quienes, aceptándolo, niegan que el mismo pueda llegar a tener consecuencias desastrosas para la humanidad situando a las naciones del mundo en el compromiso de mantener una acción continuada para mitigar el cambio climático".

Esta es la parte más significativa del éxito del COP21. Sin embargo como hemos dicho el acuerdo, en sí mismo no tiene unos objetivos claramente definidos, entre los que se debiera haber establecido, como aspecto principal, la cantidad tolerable de concentración en partes por millón (ppm) del CO2 en el aire atmosférico, lo cual es la medida exacta del balance resultante entre emisiones de CO2 y absorción del mismo por los sumideros naturales y artificiales.

Con ello, el objetivo de situarse en un escenario por debajo de un incremento de 2 grados centígrados para finales del presente siglo es un objetivo ambiguo mientras no se establezca cuál debe ser la concentración tolerable en ppm de CO2 en el aire atmosférico. El acuerdo suscrito es solo un paso importante en la dirección correcta, pero no deja de ser, desde el punto de vista científico, una declaración de buenas intenciones, que solamente el transcurso del tiempo, es decir, la práctica como único criterio de verdad, mostrará si las intenciones se han convertido en medidas concretas”.

El acuerdo, aun representando un avance indudable, deja una cierta sensación de incertidumbre. Además no cupieron denuncias, que vienen haciendo ciertos sectores ciudadanos, sobre la manipulación climática y la bioingeniería que algunos países y multinacionales ya han admitido; o sobre el origen del problema que es la generación de energía y el silencio histórico, cuando no la extorsión o asesinato, sobre grandes inventores de energía libre.

En la próxima y última entrega sobre este tema, intentaremos analizar estas cuestiones así como las alternativas posibles de cara a un necesario cambio profundo que el ser humano necesita y anhela.

Texto del acuerdo:
http://unfccc.int/resource/docs/2015/cop21/eng/l09r01.pdf

Paco Villalta
Kiosko de San José. Humanista