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Marianne Suter, la emoción de la percepción primera

Arboles sin hojas, paisajes calcinados por la luz, torrentes de agua heridos por el tiempo, focas marinas que aúllan de nostalgia por un mar que dejó de ser azul para convertirse en blanco y negro. Los cuadros de Marianne Suter, sutiles, austeros, sencillos, pero no simples, recuerdan a los haikus japoneses. Colgados el pasado mes de julio en la Asociación Cultural La Levantisca (Carboneras), bajo el título Entre el triángulo y el círculo, son el producto de toda una vida dedicada al arte. En grabados, litografías, óleos, tintas chinas al agua, la obra de Marianne, al igual que los poemas japoneses, capta detalles en apariencia insignificantes, cambios ligeros en el ambiente que pasan generalmente inadvertidos, pero cuya suma arroja en realidad el cómputo de nuestras existencias. Marianne ha sido capaz de sumergirse en un instante único para atrapar la esencia íntima de aquel momento. El efecto tal vez se deba a que, como ella misma nos cuenta, sólo da un cuadro por terminado "cuando vuelvo a sentir la emoción primera que me inspiró el tema ya fuera una luz, unas líneas del paisaje, un pensamiento fugaz".

© Marianne Suter
 

“Mi trabajo es figurativo. –nos explica– A veces puede parecer abstracto, pero siempre hay figuración detrás. Las líneas de un paisaje, la composición, aunque no se vea a primera vista, están siempre presentes". Y es que el interés de Marianne por las líneas y el dibujo está en el mismo origen de su contacto con el arte. De hecho empezó a estudiar arquitectura a los 17 años y desde entonces no ha parado de producir. Aunque declara que la elaboración de su obra va despacio y requiere en ocasiones meses. "El trabajo de los grabados es lento. Se hace en varias etapas, con cambios y añadiduras, hasta lograr algo presentable. A veces, se empieza con un tema y al final nos sale algo totalmente distinto".

En épocas anteriores Marianne pintó gente, calles de pueblos y hasta zonas industriales. Pero poco a poco se sintió atraída por hacer “retratos de árboles” y éstos le hicieron interesarse por los detalles de las rocas y las rocas por las montañas y las montañas por el mar, el sol, las nubes… Marianne, al igual que hace el poeta japonés de haikus, fue vaciando su yo de la conciencia de sí mismo para transformar su obra en el espejo nítido de la naturaleza. Como si hubiera entendido, al igual que los autores de haikus, que sólo a través del asombro ante los continuos y dramáticos cambios de la naturaleza, se puede llegar a reflejar el drama de la fugitiva realidad.

Conocida en el Cabo por sus arraigadas convicciones ecologistas podría pensarse que éstas han influido en el contenido de los temas elegidos por Marianne, pero no es así. “Es cierto que, a lo largo de mi vida, he visto desaparecer lugares preciosos. Y creo que es preciso hacer una especie de inventario, dejar una huella de tanta belleza. Pero la protección del medioambiente y mi pintura son dos caminos paralelos, no se tocan. Y a pesar de mis convicciones y tristeza acerca de la destrucción de nuestro planeta, mis obras no incluyen un mensaje político o ecológico. Tan sólo pretendo invitar a quien las contempla a una cierta evasión, a compartir conmigo el estado onírico que me llevó a realizarlas”.

 

© Marianne Suter


“Pienso –y esto desde siempre, no por los tiempos que corren ahora– que la vida es una batalla difícil y dura. Muchos artistas denuncian este hecho con su obra y yo comparto su indignación. Pero justamente, por la dureza de la vida, con mis cuadros intento dar un poco de ilusión, como un respiro. Me gustaría que la gente pudiera entrar en ellos y viajar, soñar, respirar, volar, sentir esa emoción primera que me inspiró a mí el tema”. ¡Y quién sabe! El milagro puede ocurrir, mientras el sol blanco parpadea sobre la palmera negra y en nuestra mente se hace el silencio.

© Marianne Suter

¿Por qué vives en el Cabo de Gata?
Por el espacio, la luz, los paisajes. El Cabo de Gata nos da todo esto y mucho más. Es mágico.
Marianne Suter vive en Agua Amarga desde 1994. Aunque llegó a estas tierras en 1978 y desde entonces no faltó a su cita anual con esta tierra.
“Supe que quería vivir aquí desde el primer instante en que vi el pueblo desde arriba de la cuesta. Yo que venía de vivir en Perú muchos años, no podía creer que lugares así existieran aún en Europa.
Y ahora, después de tanto tiempo y, a pesar de los inevitables cambios a los que llaman progreso, todavía permanece el embrujo.”

Biografía
Marianne Suter nació en 1935 en Neuchâtel, Suiza.
1955-1964: Paralelamente a su trabajo de delineante, estudia Pintura, Modelado y Grabado en Neuchâtel, Basilea y Roma.
1971-1974: Estudia Grabado y Litografía en el taller de grabado de la Escuela de Arte Plástica, P. Universidad Católica del Perú, Lima.
1985-1994: Guía de exposiciones en la Fondation de l'Hermitage, Lausanne, Suiza.
Miembro de Visarte, sociedad suiza de Artes visuales.
Exposición individual de grabados en Lima, Perú, en 1975. Numerosas exposiciones colectivas en Suiza, Italia y Perú.

Gloria Garrido