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Editorial

Ocho años han pasado desde la paralización del hotel del Algarrobico, un mamotreto de 21 plantas y 411 habitaciones que se levanta en medio de la playa del Algarrobico, en Carboneras, y que ha puesto en peligro la catalogación de Reserva de la Biosfera otorgada por la UNESCO al Parque Natural Cabo de Gata-Níjar.

Esta mole comenzó a levantarse en el año 2003 y, a pesar de las numerosas quejas que Amigos del Parque Natural presentó desde el mismo momento en que las máquinas comenzaron a arrancar la tierra y la piedra del terreno, el ayuntamiento de Carboneras y la Consejería de Medio Ambiente hicieron oídos sordos y permitieron que el inmueble fuera creciendo en altura. La primera denuncia se presentó inmediatamente ante el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil, Seprona. Nos contestaron que habían recibido la respuesta de la administración andaluza: los trabajos de movimientos de tierras respondían a un permiso de reposición de ramblas, debido a una riada que en los años 70 sufrió la desembocadura del río Alías. El ayuntamiento tampoco nos quiso dar el proyecto, a pesar de las reiteradas solicitudes presentadas. En última instancia, tuvimos que recurrir al defensor del pueblo andaluz para conseguir los documentos. La lentitud en la contestación provocó que el edificio cada vez estuviera más acabado.

Han pasado ocho años y hemos sido testigos de más de 20 sentencias de tribunales almerienses y andaluces afirmando que todo el proceso ha sido ilegal. La sorpresa ha llegado de la sección tercera del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía que, dando un giro de 180 grados, ha determinado que el espacio sobre el que está construido el hotel y todos los adyacentes, son urbanizables, retirando la protección medioambiental. La recusación presentada por otro grupo ecologista: Salvemos Mojácar ha llevado al Tribunal Supremo a analizar este último cambio de rumbo de algunos jueces. Más de 20 asociaciones ecologistas, culturales, sociales y algunos partidos políticos hemos creado la plataforma “Desmontando el Algarrobico” para intentar conseguir que este edificio sea eliminado. A mediados de mayo, se desarrolló una manifestación por el Paseo Marítimo de Almería. Un día después, activistas de Greenpeace pintaron un gran punto negro con la palabra ilegal en la fachada principal del hotel. Días después un grupo de vecinos de Carboneras eliminaron la letra i de “ilegal” para que ahora se lea “legal”. También nos hemos manifestado ante las puertas de la sede del TSJA en Granada para protestar por la última sentencia. Y mientras tanto, gobierno central y autonómico consideran que el hotel debe desaparecer y están a la espera del final de la tela de araña judicial.

Pero no solo el hotel del Algarrobico nos pone los pelos de punta. Nos encontramos con los intentos por levantar en el Campillo de Cabo de Gata un hotel de lujo que todos pensábamos que estaba olvidado. Un edificio que quiere construirse en el epicentro del Parque Natural.

Uno se pregunta si detrás de estos intereses particulares está el bien social de todos los que disfrutamos de este espacio único. Si este pan para hoy y hambre para mañana no es más propio de mentalidades atrasadas que olvidan la importancia de mantener espacios naturales que perduren muchas generaciones. Esperemos que, cada día más, reine la cordura para ser capaces de mantener intacta esta zona que surgió en la era terciaria de erupciones volcánicas que formó la Serrata de Cabo de Gata, ofreciéndonos un paisaje casi lunar, con formaciones basálticas, dunas de arena, playas y calas que serpentean en una franja costera única en todo el litoral mediterráneo.

Antonio Hermosa
Miembro de la Junta directiva de la Asociación
Amigos del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar