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Torres y castillos

BATERÍA DE RODALQUILAR O CASTILLO DE SAN RAMÓN

Este castillo fue construido en 1768 para sustituir a la torre fuerte o de los Alumbres. Su construcción empezó con muy mal pie, los responsables de su obra le hicieron unos muros finos rellenos de tierra, que no servirían de mucha defensa; esto hizo que la Corona tomara medidas contra el constructor y se retrasara su plazo de ejecución.

El edificio estaba hecho en torno a un patio rectangular, al que se accedía a través de una barbacana que protegía el foso, y el puente levadizo daba acceso a una portada sin resalte. Desde el patio a través de una rampa se accede a la batería, capaz para 4 cañones de 24 libras. Por escaleras se accede al terrado aspillerado. Estaba equipado con capilla, almacén y depósito de pólvora, cuartel de artilleros, cuartel de caballería y caballerizas; chocantes estas dos últimas, porque el castillo no estaba dotado del arma de caballería. Estaba dotado con una guarnición que, entre un oficial, varios cabos, artilleros e infantes, sumaban 25 personas.

Foto: Castillo de San Ramón, © MA

Su construcción dejó mucho que desear en cuanto a calidad y, además, se dejó sin desmontar un montículo por el que se podía acceder fácilmente a la cubierta del castillo, lo que comprometía seriamente su seguridad. Estos defectos de construcción harían que necesitara reparaciones cuando aún no habían pasado cinco años desde su construcción, y que en ellas se gastaran 12.200 reales, sin conseguir cubrir todos los trabajos necesarios, quedando numerosos defectos. El aljibe estaba situado extramuros de la batería, lo que comprometía a sus ocupantes en caso de asedio.

Hacía 1830 se encontraba abandonado y sin artillería, sólo utilizado como improvisada vivienda, por varias familias que no tenían otro sitio donde albergarse. La batería fue vendida en subasta pública en 1875, dentro del conjunto de enajenaciones del patrimonio en ese periodo; fue adjudicada a Miguel García Blanes por 1.500 pesetas, siendo formalizada la escritura en 1906. Después ha sufrido varias transacciones hasta llegar, en 1977, a sus actuales propietarios que la han convertido en residencia. Su estado actual de conservación es bueno.

 

CASTILLO DE SAN PEDRO

Tras la incorporación de la zona a la Corona de Castilla, hacia 1497, se estableció una estancia en la actual cala de San Pedro, para defender la ensenada y la fuente, muy importante en esas fechas; se la conocía como estancia de San Pedro Arráez. No se tiene noticia de ninguna edificación anterior, pero el hecho de que existiera la fuente hace presuponer que la cala tuviese habitantes en la época Nazarí.

Después de muchas peripecias con los piratas berberiscos durante el siglo XVI, que desembarcaban a menudo buscando agua y refugio en este puerto natural; hacía 1583, tras la expulsión de los moriscos, se construyó una nueva torre cilíndrica de cantería, con muchas dificultades para el traslado del material, que venía por mar desde Málaga, y por el continuo hostigamiento de los moros. Se dotó con 12 soldados y un alcaide. La torre fue destruida en gran parte por el fuerte terremoto de San Silvestre, ocurrido el 31 de diciembre de 1658; teniendo que ser restaurada en los años siguientes. Por aquella época tenía dos cañones. A finales del siglo XVII esta dotación artillera les pareció insuficiente a sus responsables, por lo que se adosó, a la antigua torre, un baluarte con 4 troneras donde ubicar los correspondientes cañones y por detrás varios cuarteles para el alojamiento de la tropa. A este conjunto se accedía por puente levadizo a media altura de la torre y desde ésta al baluarte. La ampliación se realizó pero, al parecer, no se llegaron a colocar los cañones, porque, en 1706, durante la guerra civil entre Borbones y Habsburgo, los ingleses, aliados de estos últimos, se llevaron varias naves e incendiaron un navío de guerra francés (aliado de los Borbones), llamado “La Reina”, en la misma ensenada de San Pedro, sin que desde el castillo se pudiese hacer nada, ya que sólo contaba con un cañón de calibre insuficiente.

Foto: Castillo de San Pedro , © MA
 
 

Sobre 1737, Felipe Crame hizo un proyecto ambicioso de ampliación del fuerte y su artillería, pero no se realizó por falta de presupuesto; en esta época, la torre contaba con 14 hombres y 6 cañones (en parte recuperados del hundimiento de "La Reina").

En el verano de 1743, un navío de guerra inglés entró en la cala persiguiendo a un navío corsario de Málaga. El buque inglés saqueó al corsario y a varios pesqueros catalanes que se encontraban allí, disparando además sus cañones contra el castillo de San Pedro, destruyendo casi por completo el baluarte y dejando la torre muy tocada. El castillo se reparó, volviendo a quedar tal como estaba, a finales del mismo año.

Entre 1771 y 1773 se amplió la plataforma de artillería con un nuevo tramo y se la dotó de una garita en su extremo, se ampliaron las estancias y se dotó de una nueva capilla. Por entonces tenía 3 cañones en uso, pero pocos años después quedaría sin ninguno útil.

Hacia 1825, varios barcos procedentes de la antigua América española, toman ese puerto como refugio y controlarán esta zona del litoral español, casi impunemente, ya que la marina española no tenía barcos de guerra útiles y el castillo de San Pedro carecía de artillería para evitar que tomaran la cala como fondeadero seguro.

La inutilidad del castillo se fue haciendo patente, a la vez que se iban asentando gentes en sus alrededores; llegándose a crear un barrio de hasta 225 habitantes en 1888, cifra que iría en disminución hasta su desaparición. El castillo pasaría por esa época a depender del cuerpo de Carabineros y hacía 1941 se cedería a la Guardia Civil. En 1949 quedaría protegido por el Estado como los demás castillos españoles. Pese a su protección, se enajenó posteriormente, vendiéndose en pública subasta. En el 2001 se vendió, junto con el resto de los terrenos y edificios de la cala, a un particular. Hoy en día, el castillo de San Pedro se desmorona poco a poco sin que nadie tome medidas para su restauración.

Mario Sanz Cruz

Bibliografía: Libros de Antonio Gil Albarracín y artículos en Axarquía de Mariano Martín García