De color negro, mide unos 28 milímetros y este tamaño le convierte en el más grande de su especie y, aunque carece de alas, se desplaza con rapidez. Es portador de la bacteria Erwinia Carotovora, que ataca y corrompe a la Pita o Agave. Una vez infectada la planta, esta se pudre. El material en putrefacción genera un efecto de fermentación que genera calor en el interior del vegetal, lo que permite a los insectos soportar las bajas temperaturas del invierno y asegurar su supervivencia en el interior de la planta, lo que posteriormente hace posible su expansión.

Para impedir su propagación debemos prevenir controlando mediante trampeo su presencia y extirpando los ejemplares muertos, para evitar así que se extienda. El control químico es el más usado, pero no es exitoso, ya que las larvas se esconden en el interior de la planta, en la piña, siendo nula la concentración de insecticida que llega hasta donde se alojan.

Otro problema para los amantes del Parque y de estas plantas es que la Administración ve a las Pitas como plantas invasoras, por lo que no prevee ningún plan de prevención.