La misma
torre volvió a levantarse en 1593, pero
sólo duró hasta mediados del siglo
XVII, quedando arruinada con anterioridad al terremoto
del 31 de diciembre de 1658. Hacía 1720
se utilizaba el promontorio para vigilancia, pero
como la torre estaba arruinada los vigías
se refugiaban en una cueva cercana.
En 1733,
Felipe Crame habla de la necesidad de rehabilitar
esta torre y comenta que en sus inmediaciones
está el tesoro del Cabo de Gata.
Se refiere a una cueva que las leyendas populares
suponen llena de piedras preciosas, y que nunca
ha aparecido. No estaría mal encontrarla
para sumar un tesoro más al que ya supone
este Parque Natural. No se acometería la
construcción de la nueva torre hasta 1767,
junto con la de Cala Higuera. Debido a su alta
ubicación y la dificultad de su acceso,
se cambió parte de la cantería por
ladrillo. Las dos torres fueron financiadas por
el Contador de la Isla de Santo Domingo, a cambio
de un destino para su hijo en las tropas reales
destacadas en aquella isla.
A mediados
del siglo XIX se encontraba en buen estado y fue
traspasada al cuerpo de Carabineros para vigilancia
de la costa; después pasaría en
1941 a depender de la Guardia Civil. Hacía
1960, la torre fue vendida a un particular que
la habilitó como vivienda. En 1987 quedó
dentro del Parque Natural Cabo de Gata-Nijar,
pero no fue incluida en el decreto de 1994 para
su protección, no sabemos por qué
causa. Por suerte, su estado actual de conservación
es bueno.
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FUERTE
DE SAN JOSÉ O FUERTE NUEVO DE CABO DE GATA
El Fuerte
de San José se encontraba ubicado sobre
la peña de Gálvez, actualmente llamada
punta del Castillo, en una zona entonces totalmente
despoblada, asolada por la piratería berberisca.
Se proyectó para defender los puertos naturales
de los Genoveses, el Sollarete y Cala Higuera.
Para la defensa de las obras mientras se hacía
el fuerte, se construyó un pequeño
baluarte con dos cañones. Las obras se
iniciaron en septiembre de 1733, pero se pararon,
poco después, por falta de fondos. Además
las pésimas condiciones de vida en la zona,
la falta de cereales y los bajos salarios, hicieron
pasar hambre a los trabajadores, desembocando
en un motín, que el arquitecto Felipe Crame
solucionó como pudo.
Las obras
continuaron a mediados de 1734 y concluyeron en
mayo de 1735. El edificio de dos plantas y grandes
dimensiones contaba con tres baterías con
capacidad para catorce cañones de diversos
calibres. En su planta baja estaba la capilla,
cuarteles para los soldados y el sargento, cantina,
panadería y horno, almacén de pólvora
y pertrechos, cárcel y lugar común.
En la segunda planta se encontraban los aposentos.
A la fortaleza se accedía por puente levadizo
que salvaba el foso.
Dos meses
después de su inauguración, durante
la conmemoración de la rendición
de Ragusa, se dispararon unas salvas de artillería
que produjeron varios desperfectos en la obra
del fuerte, aún fresca; producidos por
haber calzado los cañones en lugar de dejarlos
que hicieran su retroceso libremente. Estos mínimos
desperfectos, convenientemente amplificados por
gentes que tenían animadversión
a Felipe Crame y a los constructores de las obras,
les tuvieron en juicios durante dos años.
Saliendo absueltos cuando se demostró que
los desperfectos eran muy pequeños y que
se habían producido por culpa de haber
sujetado con cuñas los cañones por
parte del alcaide de la fortaleza. El fuerte estaba
dotado de un capitán, un teniente, un cabo,
un tambor y 24 soldados de la milicia urbana,
además de un capellán, un guarda
almacén y 6 artilleros de la compañía
de inválidos. La guerra de la independencia
fue desastrosa para el fuerte, los franceses en
su retirada se llevaron los cañones de
bronce, y los demás fueron inutilizados
o clavados. Después de la guerra, la fortaleza
quedo en mal estado y la falta de inversiones
la fue arruinando poco a poco. En 1830 se la describe
como un montón de escombros que conserva
sólo las baterías en las que hay
9 cañones de hierro clavados y 3 más
inútiles.
En 1849,
arruinado, fue transferido al cuerpo de Carabineros.
En 1855 el gobernador militar de Almería
autoriza a un vecino de Níjar para que
edifique una casa en la gola del castillo, habiéndose
edificado anteriormente un almacén en la
misma zona. A mediados del siglo XX, aún
se conservaba un cubo de artillería y parte
de un paño de muralla en el lado norte.
En 1941 los restos del castillo pasaron a depender
de la Guardia Civil, tras asumir las funciones
de los Carabineros. Posteriormente, sin tener
en cuenta la ley que protegía todos los
castillos del territorio español desde
1949, en 1973 se edificaría sobre las baterías
del fuerte, el edificio de la casa-cuartel de
la Guardia Civil de San José. Del fuerte
de San José se ha perdido la vista y la
memoria, ya que actualmente es prácticamente
imposible darse cuenta que debajo de la masa ocre
de la casa-cuartel hubo una impresionante fortaleza.
Sólo quedan, como testigos, los muros redondeados
que le sirven de base, incrustados en las rocas.
El castillo
de San José es otro claro ejemplo de lo
que no debe hacerse con nuestro patrimonio histórico.
Mario
Sanz Cruz
La mayoría
de la documentación proviene de los libros
de Antonio Gil Albarracín
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