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Pujaire, en el límite

Es un lugar fronterizo, o más bien un lugar que la frontera parte en dos. Dos municipios, dos paisajes, dos vocaciones. La carretera que lleva a San Miguel de Cabo de Gata y a Las Salinas es la representación gráfica de ese límite: a un lado Níjar y al otro Almería, a un lado parque natural y al otro plástico, a un lado se mira al turismo y al otro al precio del tomate.

Foto: Carretera hacia Pujaire y San Miguel ©YN
 

Un lugar marcado por la historia reciente, zona tradicionalmente agrícola y ganadera con un población asentada en cortijadas y una economía de subsistencia que, con la introducción de los cultivos enarenados (que acabaron con las dunas de la Rasa, zona húmeda que va desde Pujaire hasta el mar) permitió intensificar la agricultura, especialmente de sandía y tomate, a pesar de no contar con aguas de mucha calidad, que eran vendidos a compradores murcianos que venían por la zona. También la casa de semillas francesa Clause hizo sus primeras pruebas de tomate raf comprobando que el tipo de agua, con alta conductividad por la presencia de sales debido a la cercanía del mar producía un tomate de gran calidad.

Fuente: INE
 
 

Cortijeros y areneros iban mejorando sus condiciones de vida poco a poco cuando un acontecimiento, de los que marcan un antes y un después en la vida de las gentes, conmocionó la zona; llegaron ¨los hombres de la Michelín” con sus trajes y sus carteras y cortijo a cortijo fueron sucumbiendo a la fiebre del oro: la nada avanzó, los cortijos, los caminos y muchos vecinos desaparecieron. Los que no vendieron todas sus tierras aprovecharon para construir invernaderos, al modo en que se venía haciendo en el Poniente y en el Campo de Nijar, corrían los años 80.

Cuando se declaró la zona protegida del Parque Natural, Michelín impidió que aquella zona se protegiera lo que permitió que el plástico avanzara hasta las Salinas. El aumento de nuevos regadíos provocó la sobreexplotación del agua subterránea y la salinización de la misma por intrusión marina lo que pudo suponer, en ese momento, un freno al avance del plástico. Hubo incluso unos vecinos que decidieron abandonar la agricultura intensiva y hacer alojamientos rurales esperanzados en que, ante el reconocimiento internacional que aquella zona estaba teniendo por su belleza y su valor medioambiental y la carencia de agua, la gente de la zona animada por las administraciones públicas iban a dar un giro a su actividad económica evolucionando hacia un turismo y una agricultura respetuosas con el entorno ya que éste era el atractivo principal para los visitantes y potenciales clientes.

Fotos:
Núcleo urbano de Pujaire © YN
Cortijo tradicional, hoy alojamiento rural © YN
Invernaderos en el Camino de San Miguel © YN
La Rasa, zona húmeda maltratada © YN

Sin embargo una nueva “fiebre del oro” conmocionó la zona. Las administraciones públicas, lejos de promover un desarrollo sostenible, promovieron una nueva oferta de agua, agua desalada, y por duplicado; por un lado una red de tuberías para traer agua de la desaladora de Carboneras y al otro lado de los caminos otra red de tuberías para repartir agua de otra desaladora que construyeron cerca de la desembocadura de Rambla de Morales, en plena desembocadura del acuífero y que pretendía tomar agua de pozos en tierra y no del mar, suponemos que con la intención de obtener agua de la interfase, por tanto con menos salinidad y abaratar así el proceso para competir con la de Carboneras. En fin un nuevo duelo de titanes y como siempre la gente en medio, engañada y utilizada.

Ahora el plástico sigue avanzando, ha aumentado la población inmigrante en su mayoría alojados en infraviviendas. Y tanto los alojamientos rurales como los restaurantes de la Barriada de Pujaire intentan resistir, en el Límite.

Ynma Nieto