Se aproximan elecciones. Preparémonos para lo que habrá que oír. Promesas electorales. A mí se me olvidan casi de inmediato, en cuanto las oigo. Les presto una atención mínima, si acaso para comprobar alguna que otra ridiculez y muchos disparates e imposibles. Los políticos cuando prometen me hacen sonreír, antes me enfadaba. Si me dicen que lo increíble va a suceder o me prometen algo descabellado, suelo responder preguntado ¿es una promesa electoral?
Sin embargo, de las últimas elecciones hay una promesa electoral que recuerdo. El actual alcalde de Níjar se comprometió públicamente, en el incomparable marco de Las Vegas-Las Negras, a desmontar las jaulas de madera de nuestro nuevo paseo marítimo. Sería una de sus actuaciones prioritarias e inmediatas. Y lo recuerdo porque me pareció fácil, bonito y barato. De una estupenda rentabilidad política. No he conocido residente o visitante que no se haya sorprendido de la magna fealdad de la obra. La titulada cortina del Mediterráneo, para mí, que pretende ocultar a los turistas la urbanización de cala espuma.
Los votantes también olvidamos, todo. Nos repiten las mismas promesas cada campaña. Nos volvemos a entusiasmar. Volvemos a votar. Siempre a los mismos, a los de ahora o a los de antes. La jaula sigue en su sitio. Menos mal. La obra de la rambla ha alzado a primera línea de cotilleo gran parte de la cala espuma íntima. Ahora no solo vemos el hormigón sino a sus ocupantes en plácida reunión o cenando y a veces en paños menores.
Mar Ruiz
Colabodora del grupo jurídico de Amigos del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar
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