Leemos en el diario El País, un caso que no podemos dejar de comentar. Paca Blanco, coordinadora de Ecologistas en Acción en la comarca de Campo Arañuelo, denunció hace cinco años el macrocomplejo turístico Marina Isla de Valdecañas, en Cáceres, construido ilegalmente en un paraje protegido, que pertenece a la Red Natura 2000, y que ha sido declarado por la UE como Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA) y Lugar de Interés Comunitario (LIC).
Desde entonces, ha sufrido acoso y todo tipo de agresiones, ya que las autoridades y vecinos del pueblo de El Gordo, a pesar de saber perfectamente que el complejo está construido en una zona protegida, la ven como una amenaza para su desarrollo económico y laboral.
El macrocomplejo ilegal que cuenta con dos hoteles de 4 y 5 estrellas, casi 200 villas de lujo; un campo de golf y un puerto deportivo, está ubicado en una isla del Embalse de Valdecañas.
Ecologistas en Acción lleva peleando en los tribunales desde 2007, cuando la Junta de Extremadura, presidida por Rodríguez Ibarra, aprobó un decreto para poder construir en la Isla de Valdecañas, como Proyecto de Interés Regional (PIR). Ahora el Tribunal Superior de Justicia ha dado la razón a los ecologistas por considerar que la urbanización no cuenta con las condiciones necesarias para ser un PIR, y por lo tanto ordena su derribo. La Junta recurrirá al Supremo.
Pese a haber vencido está batalla contra los gigantes de la política y el capital, la ecologista de El Gordo, de 62 años, ha puesto su casa en venta y quiere irse del pueblo, porque no soporta más la presión y las agresiones.
A casi todos nos suena esto. Así es la vida de muchos ecologistas: piden a las administraciones que se cumpla la ley vigente y acaban siendo incomprendidos, agredidos y exiliados.
Gracias a nuestros políticos y a su permeabilidad para el dinero y las presiones de cualquier poder fáctico, tenemos que vivir esta eterna contradicción, peleando con las mismas administraciones que crean las leyes, para que las cumplan, y cuando se consigue que un juzgado nos de la razón, nos hacen aparecer como los malos de la película, señalándonos como blanco para que descarguen su ira los más exaltados, siempre mal informados y bien pagados.
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