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Gente del Parque

José Ramón Martínez Fombellida

 

Entrevista el día 7 de febrero 2011 en La Boca de los Frailes.

¿Te acuerdas cuando viniste por primera vez al Cabo de Gata?
Fechas, la verdad que fatal, pero yo sé que es cercano al año 1980.

¿Cuantos años tenías... más o menos...?
Veintitantos, no te lo puedo decir.
En este momento trabajaba en un ministerio en Madrid, soy periodista estatal, y había pedido una excedencia. Primero fueron cinco y al final siete años.
Una Semana Santa hice un viaje en mi furgoneta con mis amigos de Malasaña (Madrid). Nuestro destino era Mojácar que era lo más conocido. Cogimos a dedo a una persona que salía aquí de San José, creo que fue en el cruce de la gasolinera en Retamar y le dijimos: nos vamos a Mojácar, y dijo: ¿pero no conocéis San José y toda esta zona? Nosotros no lo habíamos oído nunca. El dijo que era un sitio fantástico: “Tenéis que venir”.
Cuando se volvieron mis amigos a Madrid yo me quedaba con mi furgoneta de viaje porque tenía mucho tiempo para descubrir y viajar. Estuve en Mojácar y conocí gente allí cercana al movimiento hippy. Cuando se me agotó la estancia allí pensé en venir al Cabo de Gata. Me acordé de lo que nos había comentado este chico, fue un poco la casualidad.

Yo a ti te recuerdo en el Pez Rojo.
Claro, mira el Pez Rojo es una experiencia muy interesante. Era mas una sala de actuaciones, se puede llamar una discoteca, cualquiera diría que era un bar más, pero el hecho diferencial es el concepto. O sea cualquier cosa que tú establezcas en tu vida, y si es una escuela o una tienda, si tiene todo tu trasfondo político o ideológico lo que allí acontece tiene que ser algo mucho más que eso, ¿no?
En el Pez Rojo se hicieron los primeros festivales de jazz de aquí de la zona y los primeros conciertos de rock en directo. Creo que allí se creó un movimiento. Lamento que se haya venido abajo. A mi me gustaría que se hubiera seguido, que hubiera habido gente joven que recuperara todo eso con una nueva forma de verlo.


 

¿Cuantos estabais para empezar el Pez Rojo?
Empezamos dos, Pepe y yo. Él ya vivía allí, era su vivienda a las afueras de San José (El Cortijo El Ochavo). Pepe estaba ya con la idea de hacer algo y juntos empezamos el proyecto. Le pusimos el nombre…él puso lo de Pez, yo lo de Rojo, por ejemplo. De él he aprendido muchas cosas, la constancia, la fe en ciertos valores, su concepto del trabajo.
Yo era urbanita, venía de un mundo intelectual. Fue mi primer contacto con la vida en el campo, el cemento…
Estuvimos dos años así solos y luego absorbimos a José Antonio y Rafa que trabajaban en el Crimson, posiblemente el primer bar de copas de San José. No salió muy bien económicamente y se separaron. Como ya estaba creciendo el Pez Rojo necesitábamos gente para trabajar. Mas adelante se incorporaron Fina y su hermano César.

Foto: José © LF  
     

¿Cuánto tiempo en total has estado en este proyecto?
Recuerdo que fueron tres años, los tres primeros años, en el proceso de crearlo. No quiero quitar valor a lo que significa mantenerlo, que es muy complicado, pero en la gestación siempre hay una explosión de energía, es como los músicos cuando hacen su primer LP, luego han hecho muchos LPs buenos, pero el primero es fundamental. Yo estuve en los primeros tres años en este proceso de creación. Lo dejé en un momento de plena expansión.

¿Y por qué lo dejaste?
Por problemas con los socios, vamos, una división de pareceres y diferentes formas de ver la situación.

¿Y después?
Después fue el periodo del Suristán en Madrid. Esto ha sido tremendo, claro, el proyecto más potente en el que yo he participado. Bueno, excepto este de La Datilera... (risas) ...que quede claro, no...

¿Cuantos habéis estado en el Suristán?
Fue un proyecto de un grupo de cinco personas. También éramos dos en la gestación inicial, Armando y yo. Fuimos el motor de aquello en un primer momento. Para hacerlo viable económicamente tuvimos que contar con más gente.

El Suristán ha sido un éxito total, ¿no?
Un éxito rotundo.

¿Qué significa el nombre?
Suristán es la tierra del sur, así lo inventamos. Estuvimos semanas buscando nombre; proponíamos cada uno montones de nombre, era obsesivo. Al final se aceptó el mío. El ...istán es un poco el Indostán, Pakistán, Afghanistán, es "tierra de", y luego "sur" tierra del sur, Suristán. Siempre pensando también en el Parque Natural Cabo de Gata.

¿Cuantos años has estado en el Suristán?
Lo mismo, tres años, los del comienzo. Hubo que convertir una tienda de productos macrobióticos en una sala de actuaciones, con insonorización y unos requisitos técnicos de máxima exigencia. Fue un trabajo titánico.
Aquello era un sitio en el centro de Madrid, Calle Cruz, al lado de la Puerta del Sol, un sitio muy complicado porque es en el centro histórico y es un sitio muy conservador. Hubo que pelear con cantidades de instituciones para hacer algo de esa potencia. Ten en cuenta que se han realizado conciertos diarios durante diez años.
Allí actuaron Compay Segundo y La Vieja Trova Santiaguera, Ariel Rot, Luis Auserón, El Cigala, Pedro Guerra, Labordeta, Hechos Contra el Decoro, Elliot Murphy, Sisa, Pedro Ruy Blas, Manolo Tena, Ruben Dantas, Jorge Pardo, por citar algunos. Camilo José Cela presentó un libro. Se hacían festivales en apoyo de “buenas causas”. Se llegaron a representar obras de teatro. La clientela mestiza entre el movimiento okupa, la farándula y distintas etnias. Especialidad en músicas del mundo.
Y luego pasó algo parecido al Pez Rojo, conflictos con los socios de carácter personal, no económicos, y otra vez fui yo el que se marchó.

¿Y después del Suristán?
La Datilera... (risas)...

...un proyecto muy complejo, porque coincide con crear la familia...
...si, muy complejo...

¿Puede ser que La Datilera es el proyecto de tus sueños?
Si, y en este proyecto entra Tatiana cien por cien...

...Tatiana es tu mujer.
Mira, La Datilera es una Casa Rural de seis habitaciones, incluimos el desayuno en el precio y ofrecemos cenas, pero es mucho más que eso. Es un espacio alternativo para encuentros, exposiciones artísticas, debates, música. Celebramos un concurso anual de fotografía digital y hay un espacio al aire libre para el “Land Art”.
En otros proyectos mis ideas se podían diluir en las dinámicas de grupo, aunque me encantan y por eso participé en su día en comunas en Madrid (Malasaña) y he ocupado casas en Londres en la era Thatcher.

¿Comunas de convivencia?
Si, comunas de convivencia. Que siempre se critican y dicen que es algo desastroso y al final todo el mundo se droga y cosas así, pero mi experiencia ha sido muy satisfactoria.
Lo bueno y lo malo de la Datilera somos Tatiana y yo, entiendes, aquí ya no hay excusas. Si damos un servicio horrible ya no puedes echarle la culpa a nadie.

¿Aquí en este sitio donde ahora esta La Datilera había algo como una ruina?
No, no había nada. Compramos el terreno y nos lo hemos inventado todo, siempre con la idea romántica de lo que eran los cortijos aquí. Nos hemos inspirado en el Pez Rojo (Cortijo el Ochavo), la Media Luna (Cortijos Grandes), el Cortijo El Paraíso.

Y no hay que olvidar a los trillizos...
... claro, La Datilera y los trillizos es un pack que nos viene como una bomba.
Porque de hecho los trillizos (Lucas, Erika y Leyla), no existían cuando empezamos el proyecto de La Datilera. Ni siquiera en los planos de la casa se tuvo en cuenta ese dato, porque no estaban. Hubo que lidiar con dos frentes gigantes, por un lado el proyecto de la Casa Rural, con una problemática que es como para escribir un libro. Y luego los trillizos, que logísticamente y físicamente es un esfuerzo enorme, al menos los tres primeros años. Ahora ya se ha relajado; tienen seis años, camino siete, ahora. Luchábamos en dos frentes Tatiana y yo, y en ambos estábamos desbordados. Ella se centró en el tema de trillizos y yo en el de la construcción. Hubo un momento en que no se acababa la casa porque no teníamos dinero suficiente y tuve que tomar la dirección de la obra en interiores. Fue una época muy dura, casi no nos veíamos, y cuando nos veíamos los dos solo podíamos llorar el uno al otro de lo complicado que lo teníamos en nuestras facetas. Es un momento clímax que lo superamos, entre otras cosas porque no tenía marcha atrás y había mucha energía en ese momento.

¿Qué significa para ti el Cabo de Gata?
Hay sitios que van de acuerdo con mi química, Lanzarote, Cádiz, Creta, Menorca, Zanzíbar, sur de México, Guatemala, Tanzania, son zonas volcánicas, islas o sitios muy solitarios, perdidos, con playas nudistas, muy extremos, con una luz muy fotográfica… y cálidos porque yo el frío no lo soporto.
Por otro lado el Mediterráneo es fundamental. De pequeño veraneaba en Bellrreguart, Valencia, y siempre quedan en la memoria los olores, los naranjos, los amaneceres en el mar. Creo que he conectado más en este sitio por lo geográfico, con la soledad, el vacío, que por lo social. A partir de ese vacío se puede avanzar, soñar, construir.

Creo que es justamente por eso que hay tanta gente creativa aquí.
Pero hay personas, que no aguantan ese vacío, que es tan importante para poder empezar a crear. Creo que el vacío exterior tiene tendencia a conectar con un cierto vacío interior, y si no lo quieres sentir, pues te quieres ir de aquí lo más rápido posible.
Sí, es amor y odio... sí. Puede ser el paraíso y puede ser el infierno. Yo no lo veo nunca como un tema local. Vivo aquí pero me considero ciudadano del universo, a todos los niveles. No me reconozco madrileño, ni del Parque Natural, ni español, ni europeo. No me siento así.
¿Cómo sigues con tu plaza en el ministerio en Madrid?
Antes tenía derecho a mi propia plaza de redactor, nivel A, licenciado en Ciencias de la Información. Un sitio que estaba muy bien, por la tarde; tenía mi propio despacho. Digamos que te podías sentir a gusto para trabajar. Y eso lo dejé ya. Espero no tener que volver nunca más.
Es otra cosa de la que estoy orgulloso. Algunos amigos me han criticado diciendo, claro que tú eres muy hippy pero tienes un pie en el ministerio… se acabó. Entonces el haber logrado crear un proyecto creativo, suficientemente sólido por mi mismo, y por Tatiana por supuesto, al margen de ayudas institucionales, solamente con tu energía, autosuficiente, me parece un gran logro, sobre todo ahora que hay esas colas enormes por plazas mil veces peores que la que yo tenia. Socialmente estás muy bien pero personalmente... yo no me sentía periodista. El periodismo lo considero como algo comprometido, y ser periodista en un ministerio no se lo recomiendo a nadie, o sea, eres la voz de tu amo, sabes, no puedes aportar nada que tú tengas dentro; aunque siempre se pueden aprender cosas interesantes. Para mí siempre era circunstancial, era una fuente de ingresos, e intentas hacer tu trabajo lo mejor posible.

Es decir también has encontrado aquí el sitio que coincide con tu interior, puedes vivir una vida bastante auténtica, ¿no?
Total. Yo me siento realizado. Total.

Entrevista realizada por Lisa Frohn

La entrevista entera en www.cabodegatalife.com