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La Almadraba de Monteleva: Núcleos de población del Parque

La Almadraba de Monteleva es una singular localidad costera del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar perteneciente al municipio de Almería. Se accede a ella a través de la carretera AL-3115 (antigua ALP-822) , conocida como carretera de Las Salinas, que va desde la población de Cabo de Gata hasta el faro del mismo nombre, pasando junto a La Fabriquilla. La población es de paso obligado para todos los visitantes del citado faro y de sus emblemáticos alrededores.

Foto: Vista de las salinas junto a La Almadraba de Monteleva © JG
 

El topónimo tiene su origen en el hecho de que históricamente, en el litoral situado frente a la población, se desarrollaba una almadraba de monte y leva. Esta tradición pesquera, para la captura de atún, bonito, lecha y melva fundamentalmente, dejó de practicarse en el año 1963 cuando sus últimos 38 empleados calaron artes por última vez (Soler, M.). El origen de la población se remonta a la primera mitad del siglo XIX, cuyos habitantes estarían vinculados a la pesca, consolidándose y aumentando notablemente a principios del siglo XX con la explotación de las salinas adyacentes.

El número de habitantes censados en La Almadraba de Monteleva es de 36. Si bien, la unidad poblacional como tal no aparece en los censos del Instituto Nacional de Estadística (INE), apareciendo en su lugar el topónimo "Las Salinas". Durante mucho tiempo se diferenció entre la población de Las Salinas y La Almadraba de Monteleva. Hacia el año 1930 en esta última había 201 habitantes y en Las Salinas 90. El mayor esplendor de la población tuvo lugar hacia mediados del siglo pasado, por la actividad salinera y la pesca. Actualmente las actividades económicas predominantes en la población están relacionadas con la hostelería y servicios relacionados con el turismo. Al igual que en otros núcleos de población del Parque Natural, durante el verano la población aumenta notablemente por la ocupación de segundas viviendas y por la afluencia de turistas que acuden a la localidad para disfrutar de los encantos de un entorno natural excepcional.

 

El núcleo urbano ocupa una superficie de 43.222 m2 y se distribuye paralelo a la línea de costa situada al suroeste de la población y que queda a poco más de 30 metros de las viviendas que lindan con la carretera. El origen geológico de los terrenos en los que se asienta la población es reciente, datando de hace unos 3000 años por la formación de una barrera de sedimentos litorales (flecha litoral) que creció progresivamente hacia el Este, litológicamente compuesta de conglomerados y arenas, que dio origen a una laguna que constituye actualmente las salinas de Cabo de Gata y a la excepcional playa que todos conocemos.
La trama urbana se articula en torno a dos calles principales: El Paseo de Las Sirenas (carretera de Cabo de Gata al Faro) y el Camino Viejo del Faro, paralelas entre sí y de longitud similar. Entre ellas nos encontramos otras dos calles de menor longitud, también paralelas a estas, la Calle Almadraba y la Calle Cala San Pedro. De forma perpendicular a las citadas calles se disponen otras cuyos nombres corresponden a calas del litoral del Parque, como Cala Arena, Cala Chica, Cala de Enmedio, etc. completando así el entramado urbano.

La tipología de las viviendas es muy variada, siendo la mayoría de ellas de reciente construcción y con una estética muy dispar, aunque es frecuente encontrar como elemento común en sus fachadas la instalación de contraventanas de tipo mallorquina. En su mayor parte son viviendas unifamiliares adosadas de dos alturas con ornamentación sencilla. Estas contrastan con las antiguas construcciones que dieron origen a la población, que destacan por su sencillez y sobriedad, de una sola planta, de pequeñas dimensiones y habitualmente con la disposición en fachada principal de ventana-puerta-ventana, careciendo de la mas mínima ornamentación.

 

Fotos:
Plaza Alamar © JG
Calle Monteleva © JG
Paseo de Las Sirenas © JG
Calle Caladero © JG

   

Entrando desde la carretera o Paseo de Las Sirenas por la calle Cala Carbón nos encontramos con un aljibe de bóveda en el que se almacenaba agua para el abastecimiento doméstico, además de otro situado en la cercana calle Cala Paja, del que podemos ver su caseta de acceso junto a un pozo. Al final de esta calle, llegamos hasta el Camino Viejo del Faro, si giramos a la derecha nos encontramos una zona verde con una pista polideportiva, desde donde podemos contemplar las salinas. La localidad cuenta con un pequeño parque para juegos infantiles junto a la calle Cala Carbón y dos plazas junto al Paseo de las Sirenas, siendo la Plaza Alamar la más importante, en la que destaca una robusta pérgola de hormigón, desde donde podemos contemplar maravillosos atardeceres en el mar. A la salida de la localidad en dirección al Faro, nos encontramos "Los Cuartillos" que eran pequeños habitáculos destinados a almacenar y curar el pescado, ahora acondicionados como alojamientos dotados de un porche con cubierta de elementos vegetales que le otorgan un pintoresco aspecto al lugar.

 

La playa de la Almadraba de Monteleva tiene una longitud de 660 metros y una anchura de 30 metros aproximadamente. El acceso a la misma se hace desde un pequeño paseo marítimo a través de rampas de madera que nos llevan hasta su arena blanquecina. Cuando sopla levante, esta playa queda al abrigo del viento, por lo que las aguas a penas presentan oleaje y resultan muy agradables para el baño.

 
FUENTE: INE
   

Ortofoto de La Almadraba de Monteleva ©ING

Junto a la Almadraba de Monteleva nos encontramos Las Salinas de Cabo de Gata, uno de los ecosistemas más relevantes de Andalucía, siendo un ejemplo de sistema natural de albufera habilitado por el hombre como salina litoral. Ocupa una superficie de unas 300 hectáreas y por su excepcional valor ecológico es un humedal incluido en la lista de Humedales de Importancia Internacional que gestiona el convenio RAMSAR. Las diferentes características físico-químicas de las aguas almacenadas en los distintos estanques propician una diversidad de ambientes ecológicos que facilitan la vida a más de 80 especies de aves, entre las sedentarias, las estacionales, las migradoras de paso y las que sólo se acercan a las salinas para alimentarse.

Tenemos el flamenco rosado (la especie más llamativa por su esbelto porte), la avoceta, el chorlitejo patinegro, cigüeñuelas, garzas, gaviotas, correlimos, aguja colinegra, lavanda boyera, archibebe común, anade real, charrancito, etc.

Podemos contemplar las aves de las salinas desde un observatorio convenientemente habilitado con caseta y trampillas para poder apreciarlas sin ocasionarles molestias, si actuamos con sigilo y no hacemos ruido. El acceso a este observatorio se hace desde la carretera poco antes de llegar a la Iglesia de Las Salinas. En sus proximidades hay acondicionado un pequeño aparcamiento desde donde podemos llegar andando hasta el propio observatorio. Si tenemos paciencia y unos potentes prismáticos, las buenas observaciones de la fauna de las salinas están garantizadas. Este excepcional humedal está acondicionado para su uso público mediante un itinerario peatonal por su perímetro exterior, disponiendo de varios observatorios y paneles interpretativos de los rasgos ecológicos y geológicos del humedal.

La explotación de las salinas se remonta probablemente a la época cartaginesa y debieron mantenerse en producción de forma intermitente durante el resto de la edad antigua y la edad media; pero hasta el final del siglo XV no ha aparecido documentación que confirme su explotación (Gil Albarracín, A.). Durante su actividad en el siglo XVI los trabajos eran realizados por habitantes de Tárval, población de moriscos situada en sierra Alhamilla, que desapareció en 1563, al pasar a África todos sus moradores. Tras un periodo de abandono, hacia 1764 se vuelve a poner en producción la salina, construyendo el Duque de Medina Sidonia un almacén de sal y otros edificios que a mediados del siglo XIX aún seguían en pie. En 1872 el Estado enajenó la salina, pasando a ser propiedad de una empresa constituida en París denominada Salinas del Cabo de Gata, pero tras fracasar en su explotación fue adquirida por Isabel Oliver (viuda de Acosta), cuyos herederos constituirían en 1904 la sociedad Salinas de Almería. Entre ese año y 1907 se construyó la iglesia existente, edificación emblemática del Parque Natural, que ha sido recientemente restaurada por el Obispado de Almería y cuyas obras han sido cofinanciadas por el Ayuntamiento de Almería. Del templo destaca su esbelta torre campanario rematada por una cubierta piramidal. Su elegante asimetría armoniosa y su cercanía al mar en un entorno de excepcional valor ecológico la han convertido en imagen de campañas publicitarias sobre la provincia de Almería.
Además de la iglesia, en la misma fecha se construyó una vivienda para las propietarios, oficinas y un poblado para los trabajadores, así como otras importantes infraestructuras para el funcionamiento de las salinas, entre las que destacan una vía férrea portátil entre las balsas, los almacenes de sal y el embarcadero, del que pueden verse todavía los restos de la obra de fábrica en la playa, muy próximos a la iglesia.

 

 
 
 
 
Fotos:
Restos del cargadero de sal e Iglesia © JG
Barracas de las salinas © JG
Edificio principal del complejo salinero © JG
Montón de sal y poblado salinero © JG
     

En su época de mayor esplendor, trabajaban en las salinas unas trescientas personas, ya que las labores de recolección de la sal se realizaba a mano, se trasportaba en vagonetas empujadas por los trabajadores o con la ayuda de mulas y se cargaba desde el embarcadero en barcazas que la trasladaban hasta los barcos fondeados a más 200 metros de la costa. En el poblado aun quedan algunos habitantes, salineros jubilados, a quienes les fue cedido el usufructo vitalicio de las viviendas. Sobre los trabajadores y el proceso de obtención de la sal en el siglo pasado, fue realizado un documental en el año 2007 para la Consejería de Medio Ambiente y Acuamed, titulado Las gentes de la sal, con idea de proyectarse en el futuro Museo de la sal de Cabo de Gata.

El proceso de producción de la sal se inicia con la captación de agua de mar a los pies del Cerro de la Testa y, mediante un canal de unos 5 km que discurre por el límite noreste del núcleo urbano de La Almadraba de Monteleva, es trasladada hasta las balsas o estanques. El paso del agua por los distintos estanques responde a un ciclo anual que durante los primeros meses del año aprovecha la frecuencia de los vientos para la recarga del agua marina. Una vez que el agua se encuentra en los estanques, se inicia un circuito que consta de unas balsas concentradoras de gran extensión y poca profundidad, alimentadas directamente con agua de mar a salinidad de 36 gramos por litro. El agua de mar se introduce por un canal hasta las primeras balsas concentradoras, en ellas queda retenida la macrofauna marina (peces, gasterópodos,...) y se produce la decantación de materiales en suspensión (terrígenos). La precipitación de carbonatos cálcico - magnésicos (hasta aumentar la salinidad de 36 a 140 gramos por litro) y la eliminación de los microorganismos (algas, bacterias,...) presentes en el agua marina terminan de realizarse en un concentrador intermedio. Tras esta primera fase, el agua sigue en su recorrido por los diferentes concentradores, favoreciéndose la precipitación de sulfato cálcico (hasta alcanzar una salinidad de 140 a 325 gramos por litro). Una vez retirados de la solución salina estos productos no deseados, la salmuera pasa a los cristalizadores donde se produce la precipitación de sal común (325 - 370 gramos por litro), extrayéndose para su almacenaje, depuración y posterior venta (Goy, J.L. y otros).

Actualmente la Unión Salinera de España S.A. es la empresa que explota las salinas, integrada en el grupo multinacional francés Salins du Midi que emplea a un reducido número de trabajadores en nuestra provincia.

El paisaje litoral y la excepcional riqueza biológica que rodea a la población de la Almadraba de Monteleva la convierten en un lugar de visita obligada para los amantes de la naturaleza, que podrán disfrutar de uno de los humedales más importantes de Andalucía en un entorno privilegiado.

Francisco Gálvez