Exposición en Casa-Museo El Portillo
Subir al desván suponía, para muchos de nosotros, descubrir mundos nuevos. Hallar objetos ocultos, tal vez misterios. Envolvernos en una aureola de otras épocas y hasta de otras vidas. Transformar nuestro entorno cotidiano en algo distinto, inspirándonos en leyendas y cuentos, disfrazándonos, mirándonos en un espejo sucio y abandonado cómo nos quedaba aquel viejo sombrero, aquel raído abrigo o aquel chal de la abuela.
Nos sorprendía aquella pequeña pieza de madera que, envuelta en una cuerda al tirar de ella, giraba dando vueltas sobre el suelo. Luego nuestros padres nos explicaban que se llamaba peonza o trompo. Pasábamos horas jugando a las canicas, a las chapas… y sobre todo, nos asombraban aquellas muñecas de porcelana y celuloide que nos miraban fijamente a los ojos, a veces causándonos ternura y otras, verdadero pánico.
Los juguetes del desván parecían tener vida propia o eso imaginábamos nosotros; como si quedara en ellos algo de la magia de los juegos infantiles, de las risas, de las voces, del alboroto, de los ecos del pasado.
Los hallazgos arqueológicos sitúan los primeros juguetes en Mesopotamia. Hace más de cinco milenios, los niños babilonios ya utilizaban las tabas para sus juegos, que no eran más que huesos de corderos o de animales rumiantes. Esos rudimentarios juguetes fueron evolucionando con el devenir de los tiempos. Las muñecas grecorromanas elaboradas con barro, madera, marfil o hueso se iban transfigurando en otras que utilizaban diferentes materiales. La Edad Media marcó un antes y un después en el mundo del juguete. Las muñecas de las familias pobres seguían siendo de trapo o madera, pero la aristocracia también hizo del juego un lujo, creándose piezas únicas con fastuosos vestidos e introduciendo el vidrio como material para los ojos de las muñecas.
Después llegarían los sofisticados muñecos articulados, las delicadas piezas de porcelana en miniatura y todos aquellos juguetes que se utilizan para los juegos de imitación: cocinas, coches, cunas, armarios, disfraces, costureros y hasta armas. |