Llevo años
recorriendo y disfrutando de este Parque Natural.
Años creyendo que los cambios que experimenta,
no siempre para bien, están sometidos a
la más riguroso disciplina legal, como
corresponde a un espacio tan protegido, nacional
e internacionalmente, como es este Parque.
A veces,
nos sorprendemos incluso por la estética
que se elige en los núcleos urbanos, siempre
parecidos a los de cualquier ciudad, sin que el
visitante o el residente puedan recordar en ningún
momento que se encuentran en un lugar de alto
valor ambiental, más bien sucede lo contrario,
hemos de pensar que, pese a todo, esto es un espacio
protegido y nada, por feo o bonito que nos parezca,
que aquí suceda ignora tal condición.
Otras veces,
nos consolamos pensando que todo el mundo tiene
derecho a disfrutar de él y que por ello
es inevitable que se masifique, porque cada día
somos más los ciudadanos que valoramos
un medioambiente natural.
En fin,
hay otros argumentos para conformarse, como el
del desarrollo sostenible, que debe ser el que
está propiciando que España se quede
sin suelo, sin suelo, sin costa, sin pueblos,
y sea una inmensa urbanización.
Así
divagaba, cuando volví a pasar una vez
más por la barriada de Las Puertas, cercana
al cruce que lleva al Pozo de Los Frailes y luego
a San José. Por un momento, recordé
el no tan antiguo lugar. ¿Ahora los cultivos
tradicionales se acompañan de esa inmensa
urbanización de muralla de piedra, caminos?
¿Que especie de oro se va a cultivar dentro
para que rentabilice esa inversión?
¡Cómo
han proliferado las casas, cómo se han
ampliado! ¡De dónde ha salido ese
hotel rural! ¿Por qué junto al hotel
cada vez que se quita un cañizo aparece
una nueva construcción?
Todo esto
no puede ser legal, me dije, en unos años,
cuando el lento caminar de la Administración
y de la Justicia hayan alcanzado la meta, volveremos
a encontrarnos con la barriada de verdad, la que
todos conocemos. Estoy en lo cierto ¿no
es así?
M.H.
Alarcón
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El Cortijo
del Paraíso, en el paraje de Escullos,
siempre me ha parecido un lugar especial; mucho
antes de verlo en el cine, había reparado
en su singularidad. Una de las pocas muestras
de arquitectura tradicional en las cercanías
de la costa, y de las importantes.
Como el Cortijo de la Loma o el de Los Frailes
o el Romeral, pocas señas quedan de una
forma de vivir tan característica como
la de esta zona.
Bien es
verdad que, como demuestra la historia, los restos
que nos quedan no son los de las efímeras
viviendas de los pobres y desheredados, sino las
de los mejor acomodados.
Después,
cuando fue creciendo mi interés por las
gentes que poblaron este singularísimo
litoral, comprobé que nuestros políticos
también habían considerado indispensable
proteger estos vestigios de otros tiempos llegados
hasta nuestros días. Los valores antrópicos,
como los geológicos, los de la flora y
la fauna, eran un objetivo a proteger y una de
las razones o argumentos fundamentales para su
protección. Así se manifiesta en
las distintas memorias descriptivas que han ido
presentando y presentan nuestras administraciones
para conseguir que este espacio esté tan
protegido.
Primero se devastó la fisonomía
tradicional de los núcleos urbanos. No
es que hayan crecido hasta la desmesura para alojar
a los visitantes de un mes al año o simplemente
para ofrecer al público inversión
especulativa en ladrillo, es que ni siquiera se
ha conservado el núcleo urbano tradicional.
¡Qué decir de la acomodación
estética de lo nuevo!
Empezando
por las Administraciones, no olvidemos que la
de Medio Ambiente fue la responsable de la demolición
del núcleo arquitectónico protegido
del poblado minero, y terminando por los permisos
municipales que se conceden para devastar otros
núcleos de arquitectura protegida como
sucede con Hortichuelas Altas, esto es de surrealismo
puro.
El nefasto
destino del Cortijo El Paraíso es otra
muestra más de la devastación que
permiten y toleran nuestras Administraciones respecto
de uno de los singulares valores de este Parque.
Considerado y catalogado como una de las principales
muestras de cortijo tradicional levantino, ha
sido desmesuradamente ampliado, algo no permitido
que se ha convertido en regla general después
de lo acontecido con el Hotel Naturaleza en el
Playazo, deformado y transfigurado. El cortijo
del Paraíso ya no existe.
A.
Martínez y M. Medina
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