La sauna es un tratamiento
que nos puede beneficiar tanto a nivel físico
como psíquico.
Cuando tomamos un baño
de vapor estamos liberando toxinas y metales pesados
que nos vienen de la contaminación, y además
ayuda a la piel a liberar células muertas.
Con los vapores de la sauna el cuerpo absorbe
oxígeno del ambiente a través de
la piel y así los músculos se revitalizan,
mejoran su tono y el esfuerzo por respirar mejor
en medio de la humedad estimula el aparato respiratorio.
La sauna dilata nuestros poros y los drena con
la estimulación del sudor, con el sudor
se disuelve cualquier residuo graso y la piel
queda completamente limpia. El calor y el vapor
ablandan las articulaciones y pueden eliminar
rigideces articulares, pueden mejorar la circulación,
combatir los espasmos musculares y los dolores
neurálgicos. Aparte de todos estos beneficios
físicos la sauna se puede utilizar también
como terapia para el estrés y la depresión.
Al estar sentado o tumbado en una sauna, entramos
en un estado profundo de meditación y relajación
que nos hará estar a solas con nuestro
cuerpo y nuestra mente a otros niveles distintos
a los que habitualmente tenemos en nuestra vida
cotidiana.
Originalmente las saunas
eran baños públicos y además
de usarse con fines higiénicos y terapéuticos
se consideraban lugares de prestigio y purificación.
En la actualidad, la sauna se vincula con el ocio
y el cuidado del cuerpo y puede encontrarse en
la mayoría de los gimnasios, balnearios,
hoteles y spas.
Clara Milla
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