Para la mayoría de los mortales es indescifrable: cuándo llega y cuándo se va y por qué sucede una cosa y la otra.
Para mí, la felicidad define el estado perfecto. Se la deseo a todos los que quiero, pero también a mis enemigos, porque el mundo, creo, sería mucho mejor si todos fuéramos felices el mayor tiempo posible.
Nunca me he creído lo de que para que unos canten otros tienen que llorar. Siempre me ha parecido que es una justificación que sirve a un único propósito, el de los que fastidian para convencer y dejar calladitos a los que padecen los desmanes de esos mismos que dicen que desde que el mundo es mundo siempre ha habido ricos y pobres.
En estos momentos, estoy feliz, feliz; y no me atrevo a decir que completamente feliz. Y sé la razón. Parece que vamos a conseguir que este parque se conserve lo suficientemente bien como para que se reconozca como tal. Han sido años largos y duros. Trabajo, frustración, el mirarnos con cara aviesa porque éramos los malos de la película. Unos radicales. En fin, qué os voy a contar que no sepáis. Y ahora va a resultar que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía entiende que aquí no ha campado la Ley, sino la ilegalidad.
No me quiero acostumbrar a este estado de felicidad, que sé muy bien que se irá. Ahora, sin embargo, sé alguna cosilla de las que hay que hacer para ser feliz.
Mar Ruiz
Colabodora del grupo jurídico
de Amigos del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar
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