En esta sociedad de stress
y prisas, donde todo tiene que ser resuelto de
forma rápida, la medicina natural y una
vida en armonía con el ritmo de la naturaleza,
resulta cada vez más difícil de
llevar a cabo. Si enfermamos queremos soluciones
rápidas para poder, lo antes posible, incorporarnos
de nuevo a nuestra actividad cotidiana. Forzamos
de esa manera nuestro cuerpo sometiéndolo
a un ritmo que no le es propio. Estamos en época
de gripes en la que, si enfermamos, nuestro organismo
sólo necesita reposo, calditos calientes,
y en unos días resolveremos el problema.
Pero no podemos permitirnos
el lujo de perder horas de trabajo. El sistema
actual nos pide ser productivos al máximo
y nos atiborramos de pastillas, analgésicos
y antibióticos, para seguir trabajando.
Quedarnos en casa abrigados y en reposo se considera
una pérdida de tiempo que no podemos permitirnos.
No escuchamos a nuestro cuerpo, que nos dice lo
que necesita y nos indica cuál es el ritmo
natural de nuestro organismo.
A cambio, nuestra sociedad
de consumo está ofertando constantemente
lugares donde tenemos que pagar para recuperarnos
de las consecuencias de este ritmo de vida. Cada
vez son más frecuentes los gimnasios, hoteles,
etc, que incluyen en sus instalaciones spas para
desintoxicar y calmar el cuerpo y la mente. Todo
se quiere hacer rentable y productivo; la salud
y la enfermedad entran también en el mundo
de la economía, en el sistema de vida actual
en el que la religión que la mayoría
profesa es la del consumo. Para
recuperarnos de una semana de prisas recorremos
muchos kilómetros consumiendo gasolina.
Pagamos por estar en lugares que nos ofrecen sofisticadas
instalaciones para disfrutar del agua y otros
elementos que la naturaleza gratuitamente nos
ofrece.
Es seguro que todos tenemos
en el lugar donde vivimos, sitios en los que pasear
tranquilamente, contemplando lo que nos rodea,
ya sea un parque, una montaña o la playa;
ver los árboles cambiar según las
estaciones, crecer las hojas en primavera y caerse
en otoño, o sentir el calor del sol sentados
en una plaza. En definitiva disfrutar de lo que
tenemos a nuestro alcance y de lo que nos acerque
a la naturaleza. El simple hecho de elegir esta
opción nos será más beneficioso
que acabar la semana de trabajo y coger el coche
para desplazarnos a cualquier lugar atiborrado
de gente, como un centro comercial o un parque
temático.
Ahora que tanto se habla
del calentamiento del planeta, pongamos nuestro
granito de arena para evitarlo, simplificando
nuestra vida, disfrutando del contacto con la
naturaleza más cercana a nosotros.
NUESTRA SALUD Y NUESTRO
PLANETA NOS LO AGRADECERÁN.
Clara Milla
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