SER ECOLÓGICO
significa pertenecer a un ecosistema. Todo ser
vivo, incluido el humano, se integra dentro de
varias esferas de ecosistemas, desde el entorno
más cercano hasta lo más amplio
que conocemos: el universo. Cada una de sus actividades
(dormir, comer, reproducirse, etc.) lleva intrínsecas
el hecho de adaptarse a su entorno para vivir
en armonía dentro de él. Los humanos
nos olvidamos con frecuencia que pertenecemos
a un ecosistema, que somos y estamos integrando
el gran ecosistema global de la tierra.
Hoy más que nunca
con la globalización nuestro ecosistema
se amplía: nuestro barrio, pueblo, región,
país, continente,
no existen fronteras
en la Gran Madre que nos proporciona
cobijo, alimento y bienestar. Si nos olvidamos
qué somos y en dónde estamos, caemos
en el tremendo error de creer que el gran almacén
permanecerá siempre lleno. Pero si no cuidamos
de nuestro ecosistema, si abusamos de él
y lo arrasamos, los propios sistemas de regeneración
no podrán realizar sus funciones.
En este pequeño
espacio pretendemos solamente comentar pequeños
gestos cotidianos que nos ayuden a cuidar el planeta,
y cada uno de sus micro-ecosistemas que lo componen.
Las pequeñas acciones son tan importantes
como cada grano de arena conforma una magnifica
playa.
NO A LOS PRODUCTOS DESECHABLES
Los productos desechables
han invadido nuestra vida cotidiana: maquinillas
de afeitar, pañuelos, servilletas, vajilla,
papel de cocina, encendedores, paños limpiadores,
¡todo
se elimina después de un solo uso! Además
de aumentar el volumen de residuos, los productos
desechables comportan consumos inútiles
de recursos y energía para su fabricación
y transporte. Sin embargo, no es difícil
prescindir de ellos, pues para cada producto existe
una alternativa reutilizable y, por tanto, sostenible
y más ecológica. Y también,
a menudo, mucho menos costosa.
Una familia que haga
la limpieza con una escoba y una bayeta gastará
unos 30 euros al año. Si decide utilizar
la gama de paños desechables, gastará
más de 550 euros!, es decir hasta 15 veces
más.
APAGAR EL ORDENADOR
En 24 horas, un televisor
se mira 3 horas, durante las cuales consume 240
vatios, y permanece en situación de espera
21 horas, durante las cuales consume ¡315
vatios! Del mismo modo, los ordenadores dormitan
horas y horas con el consiguiente despilfarro
de energía. Los protectores de pantalla
no economizan corriente. Un ordenador que permanece
encendido toda la noche consume tanta energía
como la que se necesita para imprimir 800 páginas
Din-A4.
Si deja de utilizar
su ordenador durante más de una hora, póngalo
en modo suspensión de actividad
o apáguelo. Con un enchufe múltiple
equipado con un interruptor podrá cortar
instantáneamente la alimentación
de todo su equipo informático. Ya sólo
queda apagar la luz.
* Del libro 365
gestos para salvar el Planeta de Philippe
Bourseiller, Edt. LUNWERG Editores.
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