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Viaje
literario por el Parque
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Foto:
El Peñon de La Isleta, © Ibu |
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En
1980, un desconocido poeta granadino inicia
una peculiar peregrinación, desde Granada
y por las Alpujarras, hasta desembocar en
la Isleta del Moro. Se llamaba Javier Egea,
quien, descontento con el siglo XX, no llegó
a ver la luz del nuestro. Huía del
desencanto en política, del desconcierto
personal (de mi vida dudosa, estrago
cierto), de un fracaso sentimental y
de un ajuste de cuentas entre el yo y la historia,
entre el hombre y el poeta, entre la vida
y la muerte. |
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Una
fonda con vistas al mar da cobijo al caminante-viajero
que durante tres meses permanecerá
en La Isleta del Moro recomponiendo su viejo
mundo poemático y ajustando cuentas
con la ideología de la otredad.
Su gusto por la música le lleva a
escuchar durante las cálidas tardes
de primavera, cegado por una intensa luz
desconocida, La Creación
de Haydn y a su ritmo va componiendo un
libro de poemas que acabará titulándose
Troppo Mare1. A partir de este libro, galardonado
con un premio de poesía dos años
después, quien llegó a las
costas de Almería siendo Francisco
Javier Egea Martínez se marchó
con un libro de poemas debajo del brazo
y con un nombre nuevo: Javier Egea.
De
ser un poeta clasicista, pasó
a ser un poeta materialista.
Sólo unos pocos sabían lo
que era eso, porque se estaba gestando desde
un horizonte de libertad permitido por la
Democracia. Todo resultaba nuevo y confuso.
Desde la soleada tranquilidad de nuestra
costa, batida ora por el poniente, ora por
el levante, asolada en el silencio de siestas
impagables, el poeta elabora un discurso
que será recibido como punto de partida
para la formación de una corriente
de la poesía andaluza llamada de
la experiencia, de la otra sentimentalidad.
Las palabras2 con que fueron acogidos sus
versos en la ciudad de Granada, cuando el
poeta presentó su libro, representan
el certificado de que nos hallamos ante
un raro libro de poemas.
El
libro se organiza en cinco partes, como
los poemas sinfónicos, tituladas:
Troppo Mare, Rosetta, El viajero, El estrago,
Coram populo, más un apéndice
Coda- que descifra y resume todo el
poemario. El libro surge entre la experiencia
personal (los motivos de la huida, los recuerdos
de lo que queda atrás) y el nuevo
simbolismo hacia el que proyecta su obra.
Es esta parte del libro, la que se inspira
directamente en nuestro paisaje, la que
queremos rescatar en este Eco.
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La
primera sinfonía da título al
conjunto: Troppo Mare y permite
dos tipos de lecturas: una existencialista
que responde a la búsqueda de una producción
materialista desde una clara conciencia de
derrota. La cita que preside el primer poema
dice: No es de Mayo este aire impuro3
para constatar la primavera como inicio y
punto de partida, la imposibilidad de que
brote una nueva vida ajena al aire impuro
(el modo de producción capitalista);
otra, de orden literario, la configuración
de una forma diferente de concebir lo poético. |
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El descubrimiento de una
expresión literaria concebida como un todo
integrador de citas literarias que, a modo de
emblemas barrocos, abren y cierran los poemas,
favorecen su comprensión, iluminan un matiz,
o simplemente es un guiño culturalista
de aquellos años ochenta. El resultado
será el libro. Su primer movimiento
(poema) se abre con una dialogía o antítesis
semántica de carácter simbólico:
Extraño tanto
mar, raro este cielo
desgranado de luz sobra La Isleta,
la inmensidad de la naturaleza,
observada como un flâneur desde la ventana
de la fonda, se describe mediante dos adjetivos
que apuntan a la humanización del mar:
extraño, y a la cosificación
del cielo: raro. Lo que sigue demuestra
el dominio del poeta por atrapar esa nueva realidad
de los pescadores, su ritmo cansino y paciente,
sus tareas rutinarias que le llevan a preguntar:
A dónde, dime,
a dónde,
si todo está dormido,
si he quedado en la arena como lengua de agua
y la sed permanece mientras llega la Nube.
El aspecto importante sobre
el que queremos llamar la atención es sobre
el vocablo Nube. En efecto, quiere
recoger un relato que escuchó en la Alpujarra,
según el cual una nube de aire caliente
proveniente de África arrasó cuanto
encontró a su paso: cadáveres de
pájaros, ancianos, etc. Así pues
Nube simboliza la confusión
y la destrucción (contaminación
urbana) que amenaza el profundo dormir de la costa.
Su descripción se
sostiene tomando como centro el mar y su vocabulario:
naufragio, orilla, playa, cabos, mástiles,
velámenes, jarcias, escolleras, algas,
redes, almadías, abra, estribor,... y junto
al mar, la tierra, el desierto almeriense: hachones
vigías de las pitas, no sólo
ya las dunas, sino rostros en ellas, espejismos
al cabo. Toda esta simbología naturista:
mar, cielo, Nube se irá completando más
adelante con el Viento, la luz, la piedra... Naturaleza
impresionante que le lleva a exclamar:
Aquí, de tanto
mar, de tanto cielo,
tanta espalda alejándose,
se han extraviado los ojos y las manos
y sólo huele a pueblo vacío con
el alba,
a ruinas de arena,
a luz deshabitada
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Por eso La
Nube permanece. Pese a la dificultad
de interpretación que pueda derivarse
del simbolismo literario, es claro que el
poeta ancla su experiencia en nuestro Parque
Natural. Los versos alusivos en esta primera
sinfonía son los siguientes:
Extraño
tanto mar, raro este cielo
desgranado de luz sobre la Isleta
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A
continuación
descubre la Playa de los Genoveses y su
reflexión es una clara toma de conciencia
entre el antes y el ahora:
Tanto
mar y de golpe,
tanta historia y vencida,
ya corazón mojado sobre el abra4,
ya mensaje dormido, preterido,
en la Bahía de los Genoveses.
En el cuarto, y último movimiento,
vuelve al presente como promesa de un futuro
más esperanzador. Comienza con estos
versos: Es así que otras aguas
se presienten/azules, más allá,
volviendo El Cabo para registrar la
actividad al amanecer:
Sobre
el puente los hombres aparejan
De espaldas a La Isleta
Promete el horizonte con la luz
Lisas y pargos
Sin
perder de vista la reflexión desde
la tierra, el poeta mantiene su interés
en las fuerzas contrarias que permanecen,
como la Nube: amurallan... deseos,
extraviados los ojos y las manos,
pueblo vacío, ruinas
de arena, luz deshabitada.
Pero
es tarde en la orilla.
Los escollos
Amurallan los últimos deseos
Y es tarde en la Bahía para el que
yace y sueña,
Para el que se quedó del lado de
la piedra.
El
mar y sus playas (Los Escullos, La Isleta
del Moro, los Genoveses, ... ) cristalinas,
transparentes, azuladas, celestes, poderosas,
descubren al poeta otra realidad esencial
en la que encajar su pasado y sus sueños.
La importancia de nuestro paraje en la evolución
de nuestro poeta fue determinante. No ha
sido ni será el único escritor
que encuentre en esta curva de Europa un
rincón lírico para situarse
en el mundo, con el mundo o frente al mundo.
Javier Egea compuso un tesoro que suena
con el oratorio de Haydn y se interpreta
con nuestra luz, nuestro mar, nuestro viento
y nuestra piedra. El choque entre pasado
y presente, huida-encuentro, ciudadnaturaleza,
desencadena su composición y la inspiración
geológica desemboca en este libro
de poemas.
Miguel
Galindo
Notas:
1.Javier Egea, Troppo Mare, (Ed. de José
Rienda, Granada, Dauro, 2000) El título
significa demasiado mar y son
las dos palabras iniciales del primer libro
de poemas de Cesare Pavese, Lavorare Stanca
(1936)
2. Juan Carlos Rodríguez «Como
si os contara una historia» en Dichos
y escritos, (M, Hiperión, 1999)
3. Corresponde a P.P. Pasolini en Las cenizas
de Gramsci
4. Llamamos la atención de esta palabra
por su triple significado, según
el DRAE: «f. Bahía no muy extensa.
Del neerl. med. havene, puerto, a través
del fr. havre. 1. f. Bahía no muy
extensa. 2. Abertura ancha y despejada entre
dos montañas. 3. Grieta producida
en el terreno por efecto de concusiones
sísmicas.7. Mar. Distancia entre
los palos de la arboladura, o abertura angular
de las jarcias, de la obencadura, etc
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