Algunos de los relatos ya habían visto la luz en diferentes publicaciones conjuntas. Dos de ellos están dedicados al público infantil y juvenil, y los demás al público adulto, tratando de reflejar lo diverso que es el mundo que nos rodea, incluso el de un farero como Mario Sanz. El mundo pequeño y recogido del interior de los faros se contradice con su entorno, multicultural, multirracial, multisexual, y todo se trasluce en el libro. Cada relato deja entrever las tendencias y las opiniones de su autor, que básicamente se resumen en igualdad total de todos los seres humanos, sin diferencia de sexos, razas, credos, culturas, idiomas, tendencias sexuales, origen, etc., y respeto total por el medio ambiente.

El último relato del libro, “La leyenda del último farero”, es un lamento por el milenario oficio de farero que, por la presión de las nuevas tecnologías y por la tiranía de la “rentabilidad”, está en vías de extinción. Aunque, según asevera nuestro último farero del levante de Almería, no hay nada más rentable que los faros. Con un gasto mínimo dan un servicio fundamental a los navegantes, ofrecen inspiración a poetas y narradores, prestan sus imágenes a fotógrafos, pintores y cineastas; dan motivos para fantasear a románticos, imaginativos y soñadores, viajeros además de representar lugares de romería para los turistas. ¿Qué más se puede pedir?

Siempre se habla de que las nuevas tecnologías van a sustituir a los faros, pero ¿Alguien ha visto un cuadro o ha leído un poema dedicado al GPS?
Pues eso. Larga vida a los faros, a los fareros y a todos sus amigos.