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Un escritor de algo más de cuarenta años de edad, debido a una situación personal crítica y a un bloqueo mental que le impedía escribir, decide en 1998, nueve años después de la Reunificación Alemana, abandonar Berlín junto con una guía de viajes algo anticuada y buscar un lugar donde escribir un libro. La casualidad lo lleva a Cabo de Gata. S
u guía le había presentado esta localidad como el último pueblo romántico de pescadores de Europa.
La llegada a esta localidad fue algo decepcionante. No se encontró el “paraíso” prometido por la guía de viajes, le sorprende las bolsas de plástico colgando de los agaves, escombros esparcidos y tirados en un “parque natural”, los restos de un gato quemado (por la mano del hombre). Tampoco se siente “bien tratado” -al principio- por algunas personas del pueblo. Piensa en irse, pero al final, a pesar de que su estado anímico le impedía ver la belleza del lugar, decide quedarse allí, donde permaneció 123 días. |