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Viaje literario por el Parque

Aurora Luque (Almería, 1962), poeta, mujer, traductora, almeriense, profesora de griego en Málaga, galardonada con prestigiosos premios de poesía (Federico García Lorca, Adonais, Fray Luis de León, Generación del 27)), concedidos respectivamente a los siguientes poemarios: a su primer libro con el título Heperiónida en 1982, después Problemas de rodaje en 1989, en 2003 Camaradas de Ícaro y La siesta de Epicuro en 2007. Otros poemarios son: Carpe noctem (1994), Carpe mare (1994), Transitoria (1998), Las dudas de Eros (2000), Portuaria. Antología 1982-2002 (2002) con introducción de José Andújar («Las Grecias invitadas»), Carpe Verbum (Antología temática), de 2004, con selección y prólogo de Francisco Fortuny, y Carpe amorem (2007).

En todos ellos es evidente, ya desde el mismo título, el gusto por el mundo clásico, que es permanente, al que va asociado como un imán el mediterráneo, indicando con ello su pasión por la cultura helenística. De esta manera nos encontramos con una poetisa clásica renovada, un clasicismo otro adaptado a las nuevas coordenadas del momento actual. Esto supone revisión, adaptación, imitación y desde el plano literario: intertextualidad, lo que se resume en una ecuación poética compleja ya que las incógnitas son tratadas de diversa manera: con ironía, con desapego, con humor y, sobre todo, con mucho amor.


Foto: Genoveses © OM

El erotismo transita por las páginas de sus libros como una pulsión de la Hybris griega, al mismo tiempo que el héroe, Ícaro, se presenta como el héroe moderno de Walter Benjamin, pero sin necesidad de grandes vuelos, pues ya es consciente de que sus alas son un fiasco. El camino del cinismo, del hedonismo helenista y la implicación del presente sitúan los poemas en un lugar de tránsito en la posmodernidad: culturalismo, rigor formal, pensamiento aforístico. Tal es el ejemplo que recogemos de Portuaria (Antología 1982-2002), titulado «Cosecha»:

Recoge la cosecha de los días ,
su cereal, su polen,
sus bayas inservibles, sus cortezas amargas,
su reseca raíz, sus vainas huecas,
su escasísima pulpa azucarada.

En las cuadradas cajas pon la fruta
selecta que le agrada a la memoria.

Vamos a reseñar brevemente una parte del poema «Cabo de Gata» (el poema completo consta de tres partes y un total de 56 versos 1-16, 2-15 y 3-24; incluido en Pérez Siquier. Al fin y al cabo), lleva el número 3 y ocupa el último lugar. Dice así:

                        3
Algas, esas guirnaldas hippies de las olas.
Gelatina violeta en la mañana
cuajando el horizonte.
La luna que convierte
la mar en la cubeta de un fotógrafo.
Frente al mar es más fácil
dibujar para sí la proa de un retorno,
las velas de un deseo. Irás al mar
para lavarte un sueño,
zarandearlo sobre piedras puras,
alumbrarlo a la luz de un aquelarre
de ninfas mitológicas
y ahogados recientes.

Un aliento de luz, de fondo fresco y verde
y halitosis de barcas hundidas y sin épica.
Redes -como la sed-
para atrapar la pulpa que se mece.
Paradojas del mar:
acarrea mensajes de vidas fragmentarias
en botellas quebradas,
en olas rotas, en barcazas rotas,
pero les pone halos
suavemente fatales,
húmedos, melancólicos.

24 versos que principian con una humorada digna de Gómez de la Serna («Algas, esas guirnaldas hippies de las olas»), para concluir con el dolor de comprobar la «paradoja» de la profunda enseñanza que su vaivén y su oleaje nos devuelven cada día como una losa en la conciencia: vidas fragmentarias, botellas quebradas, olas rotas, barcazas rotas, halos fatales. La conciencia trágica se sobrepone al goce veraniego y a la mirada del fotógrafo ilustrado que registra la luz de la luna, bajo las aguas, indiferente a ese otro romper de olas abandonadas, por lo que el mar, secuencia siempre de sí mismo, nos consuela con «halos húmedos, melancólicos». Desde un sentimiento de luz y mañana a un sentimiento de nostalgia y tristeza, todo ello, oxímoron, paradoja, contradicción son los mensajes que acarrea ir al mar, ante el cual la hybris sigue operando como tensión y el verso como aforismo. Desde un guiño vanguardista a una conciencia alerta «Irás al mar para lavarte un sueño» y allí verás: «ninfas mitológicas y los ahogados recientes», frente al mar clásico, hedonista, el mar reciente, actual, trágico, naufragios del hambre. La pérdida de los valores más genuinos de nuestra cultura nos conduce al dolor presente y a la tragedia: «ninfas mitológicas/ y ahogados recientes». Entre la descripción inicial, irónica: «Algas, luna, mar», se sitúa el aprendizaje mediante un verso aforístico: «la proa de un retorno, las velas de un deseo; lavarte un sueño». Y concluir con la enseñanza: «Paradojas del mar», el contraste entre hedonismo y conciencia trágica expresado en esas señales que nos llegan del mar presente (la repetición del adjetivo «rota») y que contrastan con la inocencia descriptiva en el inicio del poema. La paradoja y la contradicción de un mundo complejo y raro con las dos caras de una misma moneda marcada por el carpe diem y el carpe noctem.

Miguel Galindo
Colaborador del equipo de redacción del Eco del Parque