Las novelas que he mencionado, que yo enseño en mis cursos en la universidad, además de los obvios, Don Quijote y Lazarillo de Tormes, han estado encima de mi escritorio. Del Lazarillo de Tormes he querido imitar el título de mi novela.
Hay algo importante que quiero comentar. Saber que los pueblos de San José y Pozo de los Frailes han leído mi novela es para mí un motivo de satisfacción y orgullo. Una chica me envió un correo electrónico diciéndome: “Empecé a leer el libro y no pude dejarlo. Me gusta el tono y sobre todo la sencillez y el ritmo. El contenido me ha fascinado”. Sus palabras me enorgullecen.
¿Cuál es el mensaje principal?
A mí no me gusta hablar de mensajes, más bien prefiero hablar de los temas que abordo en la novela. Entre otros, el principal es el de la memoria histórica. Lo repito varias veces hasta el final cuando el padre le dice a Paquito que “nosotros los que vivimos tenemos la obligación moral de recordar a las víctimas inocentes de nuestra horrenda guerra civil, porque murieron defendiendo los valores democráticos de la República”. Como señaló José Saramago, “Son 114.266 personas las que, según el auto dictado por el juez Garzón, el 16 de octubre de 2008, desaparecieron, en el contexto de crímenes contra la humanidad, entre julio de 1936 y diciembre de 1951, en el curso de la guerra civil española y ulteriormente durante la dictadura fascista de Franco”. Los autores de estos crímenes han quedado impunes y como afirma Saramago, estos crímenes “no son amnistiables ni prescriptibles según la evolución del Derecho Penal Internacional desde los principios de Núremberg”. Quiero recordar al lector de mi novela que, como señala Sami Naïr, “las naciones no pueden construir nada sólido para el futuro si no son capaces de enfrentarse a su propia historia”.
En El monaguillo de Terellaso se habla mucho de la importancia de la cultura. La cultura nos hace libres, se repite varias veces; y como le advierte el padre a Paquito, “sólo la cultura puede cambiar a un país. Con la cultura podremos restaurar lo que la guerra destruyó”. También queda muy claro desde el primer párrafo que la novela defiende en todo momento la igualdad entre hombres y mujeres. Se habla del respeto, del cariño, de la unidad de la familia, de la vida, del amor, de la muerte, del trabajo, de la necesidad de estudiar, del respeto entre payos y gitanos, entre otros temas.
Una cuestión que destaca es la injusticia de la guerra y de la posguerra con las propiedades privadas de los vencidos. Miles de ellos perdieron lo que tenían y salieron corriendo para salvar sus vidas. En la posguerra la rapiña continuó y muchas casas y terrenos se arrebataron a sus propietarios.
Una idea fundamental en la novela es que en nuestra horrenda guerra civil no hubo ningunos vencedores: todos fuimos perdedores. Todos.
¿Hay algo autobiográfico en la novela?
En El monaguillo de Terellaso yo fundo lo real y lo imaginado, presentando una ficción que la voy tallando, como Paquito nos cuenta en su teoría del arte, partiendo de la realidad, transformándola por medio de la imaginación y creando una nueva realidad. Yo mismo me he sorprendido al empezar a escribir sucesos que a mí me ocurrieron y en el proceso creativo me han dado relatos totalmente diferentes a lo que en verdad sucedió.
¿Cuánto tiempo has tardado en escribirla?
He tardado dos años. Yo tengo mi trabajo y no siempre puedo escribir cuando a mí me apetece. Sin embargo, este libro lo he ido escribiendo en mi cabeza desde hace ya bastante tiempo. De hecho, esta novela la he escrito dos veces y en las dos ocasiones las rompí y las tiré a la basura porque sabía que no eran lo que yo quería. Para mí lo importante no es escribir muchos libros, sino escribir uno bueno, como hicieron J.D. Salinger, o Juan Rulfo, entre otros.
¿Cambiarías algo de la novela?
En el desarrollo natural de la novela, lo lógico es que el padre de Paquito pida la restauración de la República porque surgió de las urnas y fue arrebatada al pueblo por la fuerza de las armas. Así aparece en las dos versiones anteriores que como he comentado las tiré a la basura. Antes de editar esta tercera versión, en el capítulo 20 quité la palabra República y puse Estado social. Hoy no lo hubiera hecho. Pero en este capítulo dejo claro que se están cometiendo muchos crímenes en nombre de la democracia y que tenemos que luchar por una democracia que humanice a la sociedad. El modelo de democracia norteamericana tiene poco que enseñar al mundo.
Entrevista realizada por e-mail por Lisa Frohn
* * *
El Cortijo del Fraile
La boda en sangre acabó,
dando paso a la tragedia
que Lorca dejó plasmada
en nuestra literatura.
El tiempo labra en la tierra
el paso de nuestros días
y todo lo que hemos hecho
acaba siempre en ruinas.
Lo que queda del Cortijo
vive aquí en nuestra cultura
y sólo se salvará
si curamos sus heridas.
El tiempo nunca descansa
y va dejando en el Fraile
las huellas por donde pasa
sin importarle su historia.
Si queremos recordar
lo que Lorca nos dejó,
olvidemos las palabras
y pasemos a la acción.
Juan José Torres
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