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Fotos: © Agustín Martín Francés

 

Agustín Martín Francés

Profesor de diseño gráfico en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid, Agustín Martín Francés empezó muy joven a hacer fotografías. “Enseguida me fascinó la magia de la captación y creación de la imagen, por lo que llegué a construirme mi propia cámara y ampliadora”. “Mi trayectoria profesional ha sido exclusivamente como diseñador, pero nunca he dejado de desarrollar mi obra artística mediante la fotografía, que he mostrado en diversas exposiciones, conferencias y talleres”. Una de estas exposiciones tuvo lugar el pasado año en la Asociación Levantisca de Carboneras. En ella pudimos ver algunas placas de la serie “Desayunos”. Son 365 imágenes que pertenecen a una época en la que Agustín deja de manipular la imagen para realizar un diario visual de “mis desayunos, mi entorno íntimo alrededor del café, lo cual fue constituyendo finalmente una especie de autorretrato caleidoscópico”.

En los inicios de su carrera como fotógrafo, los estudios en la Escuela de Arquitectura y Bellas artes ayudaron a Agustín a ver la fotografía como un medio excelente “para explorar el mundo y mostrar aquello que experimentamos de mil y una formas”. Una pluralidad plasmada más tarde en la obra versátil de este fotógrafo. “He ensayado los más diversos temas y utilizado muy diferentes técnicas. Hasta que, a partir de utilizar la Polaroid comencé a construir discursos más sólidos y completos”. A finales de la década de los ochenta Agustín comenzó a fotografiar de modo sistemático el edificio de Telefónica en Madrid con película Polaroid SX70 y a manipularla presionando la imagen mientras aparecía. Este método ya se había empleado hacía tiempo, aunque resultaba raro y algo anecdótico. “El caso es que para mí se convirtió en una pasión que me llevó a realizar varias series de imágenes de temática diferente, desde el paisaje urbano hasta el autorretrato”.

Agustín pasa los veranos en Aguamarga con su mujer Sira y su hija Irene, donde tiene una casa desde 1988. Y como era de esperar los paisajes del Cabo se han convertido en el punto de mira del objetivo de su cámara. En el verano del 2010 realizó una exposición de paisajes y personajes del Cabo, en blanco y negro algunas fotos, y otras con estallidos de color, que pudimos saborear en Los Malenos. “Pretendía plasmar el diálogo entre los diferentes lenguajes del Cabo. El silencio poético y solitario de sus paisajes en las escenas en blanco y negro por un lado, y por otro el movimiento continuo de este paisaje arrasado por el viento, y el color de los peces que dejan brochazos rojos en las oscuras profundidades marinas”. Agustín está trabajando ahora en dos ideas: “las fotografías de grandes espacios abiertos y las imágenes nocturnas. El Cabo tiene características especiales para este trabajo: contrastes, luz, relieve de las montañas, soledad d los cortijos en el páramo, sus gentes, sus playas. Tras pasar la mayor parte de mi vida en una gran ciudad, entre el tráfico y el ruido, cada vez que llego aquí noto una inmensa paz. Abro la ventana y me parece estar en el México de las películas. Me fascina este lugar”.

Gloria Garrido