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A Ramón Fernández Durán, miembro de Ecologistas en Acción, la muerte no le cogió por sorpresa una mañana de mayo de 2011, hace pocas fechas. En el mes de marzo, el intelectual y militante del ecologismo social desde hace más de treinta años, había hecho pública una carta de despedida. En ella, reivindicaba el derecho a una muerte digna y hacía un repaso de su trayectoria vital: "Me da algo de pena desaparecer en estos momentos en que la Historia parece que se acelera, pues se ha puesto otra vez en marcha irresistible después de que nos alertaran en los noventa sobre el Fin de la Historia. Y esta nueva activación de la Historia viene también determinada cada vez más por la Crisis Energética, Ecológica y Climática que amenaza al Planeta y a las sociedades humanas. Sobre todo la primera, a corto plazo, pues el principio del fin de los combustibles fósiles, a punto de empezar, va a suponer una ruptura histórica total. En los últimos 60-70 años, el sistema urbano-agro-industrial mundial ha consumido grosso modo la mitad de los combustibles fósiles que disponía el Planeta. Y eso ya no puede continuar más tiempo, pues estamos a punto de iniciar el declive energético fósil."
Ramón Fernández Durán nació en Sevilla en 1947, en el seno de una familia numerosa acomodada, con siete hermanos, con quienes, gracias al empeño de su madre, mantuvo hasta su muerte una sólida y cálida relación familiar, así como con sus innumerables sobrinos y sobrinos nietos. De formación ingeniero de caminos y Premio Nacional de Urbanismo, iniciaba su activismo político en la lucha antifranquista desde los entornos autónomos del Madrid de los años setenta. Dejó su plaza de funcionario e inició un nuevo viaje hacia la creación intelectual y la militancia político-social, abandonando la construcción de puentes de hormigón para hacerse ingeniero de puentes políticos, más difíciles y frágiles. Participó en los setenta en organizaciones barriales. En los ochenta impulsó activamente el movimiento contra la OTAN. En los noventa promovió las movilizaciones "Desenmascaremos el 92" y "50 años bastan. Las otras voces del planeta", contra el Banco Mundial y el FMI, así como el Movimiento contra la Europa de Maastricht y la Globalización Económica, acontecimientos que abrieron camino al movimiento antiglobalización. Fue clave en la fundación de Ecologistas en Acción en 1998. De su mano hemos entendido la economía financiera, el papel de los combustibles fósiles en el capitalismo, así como las graves repercusiones socioambientales de la Unión Europea.
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Portada del libro de Ramón Fernández Durán |
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Autor de una veintena de libros sobre estas cuestiones, ha sido colaborador habitual del periódico Diagonal, lo fue también del Transnational Institute (Amsterdam) y del International Forum on Globalization (San Francisco), así como de varias universidades españolas.
Referente indiscutible de los movimientos sociales, ha publicado, entre otros, libros como La explosión del desorden. La metrópoli como espacio de la crisis global (1993), El tsunami urbanizador español y mundial (2006), El crepúsculo de la era trágica del petróleo (2008) o La quiebra del capitalismo global: 2000-2030 (2011, póstumo).
Quienes hemos conocido a Ramón en manifestaciones, asambleas, Universidades y foros hemos destacado su excepcional humanismo, su disposición a aprender de los demás, su humildad, su humor, su calidez, su carisma y, sobre todo, la coherencia vital entre sus ideas y la forma de estar en el mundo. Cotidianamente nos ha enseñado con su trabajo, sus afectos y su saber vivir, cómo conjugar su gran capacidad intelectual con esas otras tareas, tan invisibles como importantes, como saber llevar las pancartas o no marcharse de una fiesta sin fregar los cacharros.
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Yo he tenido la fortuna de participar en varias ocasiones en debates de ‘petit comité’ celebrados en casa de su sobrino mayor, y entrañable amigo mío, José Andrés “Santi”, donde un grupo de, entonces más jóvenes, profesionales de diversos ámbitos, escuchábamos embelesados, y discutíamos apasionadamente, imbuidos por la pasión y el compromiso con que Ramón defendía sus ideas y principios, sin dejar jamás de escuchar con cariño y respeto las posturas que, contrarias a las suyas, algunos de los participantes en dichas tertulias manifestábamos. Recuerdo triste, cómo en esas ocasiones percibí de alguna forma una cierta complicidad, una empatía entre él y yo, que quizás viniera del gran cariño que nos teníamos y nos tenemos su sobrino y yo, o el haber coincidido en algunas otras amistades e incluso en algunos amores… y esos grandes abrazos y cariñosos besos con los que nos saludábamos y despedíamos. Ya te echo de menos demasiado Ramón.
Para él, vivir era celebrar la vida con la vida: con su compañera Ana, militante feminista; con esa gran piña familiar a la que y con la que tanto quiere; y con esa otra incompleta, diversa, inconforme, rebelde e imperfecta de la que forman parte, los diversos movimientos sociales en los que participó durante toda su vida.
Se nos va un hombre integro, culto, comprometido, afable, inteligente, cálido, alegre, sincero, inconformista, valiente, luchador, atrevido, generoso, cálido, radical, dialogante, humano, vital… Se nos va demasiado pronto, dando un ejemplo de vida, de entereza y lucidez ante la muerte. Se nos va un amigo, un referente, un profeta.
Con su coherencia vital y su ejemplo nos deja una enseñanza: "atreverse a imaginar el futuro para poder influir sobre él". Eso haremos, compañero.
Arturo Fernández-Maquieira |
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