El nombre se le ocurrió a Eddie mitad influido por la película de Carlos Saura El dorado, mitad ante la impresión que recibió al descender desde Mojácar y observar el paraíso donde se enclavaban aquellas diminutas casas de pescadores. Después la imaginación popular, con su curiosidad innata y su gracejo creativo andaluz (también dieron nombre andaluz a la película que pasó a llamarse Lorenzo el de Alhabia), se encargaría de sancionar y aceptar el nombre ante el hecho evidente del predominio del decorado que revestía las paredes del hall y se observaba en el artesonado ribeteado en oro de las columnas, la repujada puerta dorada de entrada, las cenefas amarillas en las volutas. «El Dorado» es el primer hotel construido en la bahía de Carboneras. Recordemos que sólo existían dos fondas: Isabel II y fonda Paquito.
Aunque pudiera parecer una veleidad construir un hotel en esos años para acoger las futuras y ocasionales superproducciones cinematográficas, la realidad era otra. Por aquellos entonces las maniobras de la Armada norteamericana en las costas de levante se hicieron más asiduas y los comandantes (y oficiales) precisaban de un lugar cercano donde acomodarse y evitar desplazarse hasta Almería. En ABC de noviembre del sesenta y ocho se destaca: «Los ejercicios se realizaron en la zona comprendida entre Carboneras y Mesa Roldán», consistió en un desembarco y simulacro de ataque efectuado desde la playa de los Cocones, las Marinicas, la actual playa del Corral y los Muertos hasta los acantilados del faro Mesa Roldán, ascendiendo ramblas arriba.
Así Eddie diseñó un hotel de 14 habitaciones que acogería a huéspedes tan dispares: cineastas y militares. Desde este punto de vista el hotel El Dorado se convierte en un enclave privilegiado de confraternidad en lengua inglesa, bastante original para aquella época. Situado en la esquina norte de la bahía, playa del Ancón, aislado del centro urbano, era la única construcción que destacaba en este lugar de la playa. Puede observarse la foto de John Lennon sentado en la playa de las Marinicas con este solitario paraje al fondo.
Reproducimos un fragmento de la última entrevista a Eddie para una publicación local, realizada por Juana Caparrós.
«Aquí no había hoteles, sólo uno en Almería. Yo siempre vivía en una tienda de campaña árabe, importé muchas en mi barco, y yo vivía en una. Cuando llegamos aquí y vi este terreno, no había ninguna casa por aquí, toda la población estaba más retirada, más allá de donde ahora está el cuartel de la Guardia Civil, y hasta aquí no había nada, absolutamente nada, en esta zona sólo había flores silvestres, ¡flores azules!, ¡pequeñíiitas!, y estaba todo bonito, bonito, y esa roca en la que yo vi el león de la Metro Goldwing Mayer, entonces pensé ¡voy a comprar aquí!, y compré, me costó muy poco dinero. David Lean habló conmigo -¿por qué compras aquí?, - porque he pensado que algún día yo me puedo hacer una casa aquí, -ah, pues compra para mí un trozo de terreno junto al tuyo, yo me voy a hacer una casa también, para nosotros cuando en el futuro nos retiremos. Él se marchó entonces a Mauritania, pero antes había comprado todo este terreno, su representante era Bárbara.
Yo marché a Marruecos, cuando terminamos la película, compré una caravana y un jeep, y recorrí las montañas del Atlas y todo Marruecos, cuando venía aquí me instalaba en este terreno con mi caravana, hablé con la gente del pueblo para preparar una casa, y con Diego Belmonte hicimos mi casa. En esos tiempos no había constructores como tales aquí, sólo pescadores. Yo entre tanto iba yendo y viniendo, haciendo películas en Yugoslavia y en otros sitios, pero siempre volvía aquí, la casa no estaba terminada y yo venía con muchas maletas, las dejaba en mi terreno que sólo estaba rodeado por un cañizo, ¡y nadie lo tocaba!, nadie tocaba nada, era estupendo.
Cuando terminé mi casa, hablé con Simón Fuentes, que fue alcalde aquí por muy poco tiempo -¿Es posible preparar un hotel aquí?, ¿un pequeño hotel?, y pintamos en la tierra el diseño, dijo –Ok. Yo fui al pueblo a pagar y preparé el Hotel, pero yo no quiero esto para vivir ni para trabajar, mi vida son las películas, así que Carlos Oliva lo compró».
Aprovechó el atrezzo de decorados de películas para el diseño del artesonado, aprovechó puertas, ascensores, fotografías, etc. Actualmente el Hotel El Dorado es un tesoro viviente del cine en el que ha trabajado Fowlie. Una parte del tren real de los Zares de Rusia (en la cafetería), así como las Puertas del Hotel, la Cabina de Teléfono, la recepción, algunas de las columnas, y también las puertas de entrada a algunas de las habitaciones, todo esto pertenece a la película Nicolás y Alejandra (1971). También se pueden ver las espadas tanto de D´Artagnan como de los Mosqueteros; igualmente podremos ver la Espada, las Cartas Náuticas entre otras, de la película Christopher Columbus: the discovery en el 500 aniversario del descubrimiento, del director John Glen, y los actores Benicio del Toro, George Corraface y Catherine Z Jones. Gil Parrondo, ganador de un óscar por su trabajo en Nicolás y Alejandra, nos recuerda que Eddie Fowlie representa una pieza clave para que el cine llegara a Almería y posteriormente para que se haya mantenido, y añade que la llegada a España de Samuel Bronston en busca de buenas localizaciones y mano de obra barata y cualificada para sus macro-producciones historicistas fue un punto de inflexión para la cinematografía española, pero también supuso el descubrimiento por parte de Hollywood de que en el mundo había técnicos tan solventes como el asturiano Gil Parrondo, que deslumbró a los directores y productores norteamericanos con su meticulosidad y minuciosidad en la recreación de marcos históricos y artísticos. En diciembre de 2009 Eddie, ya carbonero-escocés, recibió el premio ASFAAN (Asociación de Festivales Audiovisuales de Andalucía) por su trayectoria, en el teatro Cervantes de la capital
Dejaremos para otra ocasión los recuerdos de Rafael Lorente recogidos en Thalassa sobre las tertulias que se celebraban en el Hotel El Dorado, mientras avanzaba la década de los setenta. Nuestro agradecimiento a Carlos Oliva por su generosidad.
Miguel Galindo
Colaborador del equipo de redacción
del Eco del Parque |