La Cooperativa Integral Cabo de Gata, (CICG) estrenando su nueva sede en El Pozo de los Frailes, acaba de abrir un Grupo de Consumo con el apoyo de El Tirabeque, un colectivo con experiencia en las redes de consumo ecológico y de “km 0” que trabaja en Almería capital.
¿Qué es un grupo de consumo?
Es la organización de un número limitado de personas -que se suelen denominar familias-, para mejorar el consumo alimentario.
El objetivo general gira en torno a procurarse una mayor soberanía alimentaria fomentando la producción y el consumo artesanal, ecológico, biológico y de proximidad (km 0).
Ventajas de un grupo de consumo.
Es una alternativa eficaz a pequeña escala respecto al modelo de consumo imperante: industrial, multinacional- deslocalizado, transgénico, etc. Permite una mayor seguridad alimentaria, el consumo de alimentos saludables, ricos en nutrientes y sabrosos.
Impulsa el autoempleo y es socialmente más económico. Facilita la autogestión del campesinado. Reduce los/as intermediarios/as mejorando el precio y la calidad del producto. Se protege la salud de los/as agricultores/as, la vida rural y la cultura campesina local.
Mediante el consumo comprometido, se impulsan o facilitan proyectos agroecológicos que fertilizan la tierra, frenan la desertificación, favorecen la retención del agua y la conservación de los acuíferos, la biodiversidad y los hábitats silvestres. Ahorramos energía y contaminación, etc.
¿Cómo se hace?
El grupo de consumo se organiza mediante el compromiso de personas que gestionan los pedidos, la recogida de los alimentos, la organización de las cestas, las redes de productores/as y consumidores/as para garantizar el abastecimiento, entre otras tareas.
El primer paso es localizar a productores/as que cumplen unos principios básicos acordes a la agroecología, de respeto en el proceso de producción y de calidad, con quienes se establecen vínculos de confianza. Para ampliar las cestas y asegurar el abastecimiento, se está iniciando un mapeo (localización) de productos que cumplan estos requisitos, tanto frescos como no perecederos. También está previsto aplicar los Sistemas Participativos de Garantía, (SPG), entre otras acciones formativas, tal como es habitual en la CICG.
De esta manera se está creando una red de producción y consumo –prosumición-, que facilita las compras e intercambios en grupos de familias. Se hacen pedidos semanales por internet mediante el sistema que El Tirabeque ha facilitado. En esta primera fase de estreno, el Grupo de Consumo proporciona productos frescos y próximamente se ofrecerán productos no perecederos para distribuir entre los/as socios/as. Los miércoles es el día de reparto en el espacio común: Calle El Fraile, 1, El Pozo de los Frailes.
En la filosofía de las cooperativas integrales está la premisa del autoabastecimiento mediante la prosumición.
¿Qué significa prosumir?
Prosumir es producir y consumir en un mismo colectivo determinado. Si este compromiso se mantiene en el tiempo, se facilita el abastecimiento de productos y servicios locales, generando empleo y apoyo mutuo. Para llevarlo a la práctica, una herramienta muy extendida es la moneda social. La CICG utiliza la moneda social Las Pitas, complementando al euro, y a la vez considera y reflexiona sobre otras formas de economía social ligadas al decrecentismo y desvinculadas del capitalismo, como pueden ser la economía del bien común, la economía azul o la ecosimia.
La Economía del bien común, como muy bien explica Christian Felber1, nace del deseo de un nuevo orden económico, deseado por el 80% de alemanes/as, 90% de austríacos/as, por ejemplo. Aunque parece que no necesitamos encuestas para considerar que en la mayoría de personas en este momento late la sensación de que nuestra economía no es justa y no obedece a lo que realmente deseamos ni necesitamos. El modelo económico refleja los valores de las relaciones entre las personas, como relata Zygmunt Bauman en su teoría de la posmodernidad líquida, donde los valores (humanos) cotizan en bolsa como en los mercados de valores (capitalistas). Por lo que los valores, entendidos como los principios, son el objetivo de esta teoría económica.
En esta época de capitalismo cognitivo, el afán de lucro y la competencia como la forma preponderante de relacionarse, dan como resultado unos valores en nuestra naturaleza, en nuestras posibilidades de ser y estar. Si modificamos estos principios con los que actuamos, modificamos nuestro sistema de valores y, por tanto, nuestra economía. Se trataría de recompensar las virtudes y posibilidades humanas y no tanto los defectos que originan estas dos reglas anteriores. En la economía del bien común, se cambian los valores a la hora de actuar y de pensar, principalmente de evolucionar y desarrollarse hacia la cooperación y la búsqueda del bien común, con la intención de facilitar las oportunidades de desarrollo, tanto personal como colectivo.
Pero ¿qué es el bien común?
Según Felber, es una super-meta arraigada en las democracias occidentales, tal como describen las constituciones, pero que, al no ser coherente con los “hechos” económicos que presenciamos a diario, generan desarraigo, alienación y necesidad de buscar nuevas formas de orden social y económico que respeten la diversidad de nuestras virtudes.
Félix Rodrigo Mora, historiador y escritor revolucionario integral, alude a esta cuestión exponiendo la necesidad de crear un sentido común que genere relaciones humanas priorizando la responsabilidad social, el esfuerzo por el bien común en nuestros objetivos individuales, aplicando la inteligencia de saber que individualmente tenemos menos posibilidades de desarrollo e incluso de supervivencia.
En definitiva, se trata de poner en congruencia las reglas de incentivación económica legal con las constituciones que ya tenemos, pero que no se aplican a la realidad cotidiana, sino que disfrazan el fin de lucro y la competencia, que en realidad no son valores ni metas constitucionales. En cambio sí lo son la solidaridad y la cooperación. Aristóteles ya definió la meta de la convivencia como el bien común y la justicia. Los pueblos indígenas, por ejemplo, se refieren a este concepto con el término “buen vivir”, como meta. Para aplicar la economía del bien común es necesario aplicar a los valores económicos el espíritu de la justicia, la igualdad y el bien común.
Por otro lado la Economía Azul es un concepto que surge para ir más allá de la idea de economía verde. Ésta aspira a productos más ecológicos y/o sostenibles, pero su precio es más elevado (y, por tanto, no accesibles a todos) y su productividad, menor (y, por tanto, no podrán satisfacer la demanda de una humanidad aceleradamente creciente). El modelo de Economía Azul está basado en los principios del pensamiento sistémico desarrollados, entre otros, por el filósofo de la ciencia, Fritjof Capra, a saber: redes, sistemas anidados, ciclos, flujos, desarrollo y equilibrio dinámico2.
Por último, la Ecosimia se rige por las normas de funcionamiento de la propia naturaleza, considerando que el ecosistema es responsabilidad de todas las personas, que éstas forman parte de él y considerando a éste como la interrelación de la diversidad social junto con todos los elementos que permiten la biodiversidad como un sistema complejo. Se basa en la confianza de que el medio (ecológico y social) nos ofrece todo cuanto necesitamos y lo obtenemos generando pensamiento, sentimiento y acción. Pero sobretodo se basa en la elección del trabajo que queremos aportar a la comunidad, eligiendo lo que verdaderamente nos apasiona –algo que requiere un cambio cultural, ético y espiritual, como es disfrutar con el trabajo: el trabajo se vuelve pasión y la pasión se concreta en trabajo. De esta manera toda la comunidad aporta sus bienes y servicios al bien común en intercambios de verdadero libre comercio, confiando y generando abundancia, que se crea y se alimenta con efectos boomerang. Practicar la ecosimia supone superar las limitaciones del materialismo capitalista, el miedo y las relaciones depredadoras donde las desigualdades nos demuestran nuestras dificultades para cooperar. Todo un proceso de aprendizaje para llegar a nuevas formas de ser y estar. Un proceso que supone tanto alegrías como momentos difíciles, donde aprender a afrontar nuestras limitaciones culturales, cognitivas e incluso emocionales, respecto a la valoración, la acumulación, los estilos de apego y el materialismo.
La moneda social es un instrumento muy útil en las economías sociales, es una herramienta que sirve para poner en práctica nuevas estrategias económicas, como algunas de las citadas anteriormente y sobre todo en los procesos de aprendizaje, hasta que la ecosimia o la ayuda mutua se da con naturalidad. Son formas de transición hacia el cambio social.
Estos ejemplos de formas de orden económico tienen un punto en común y es que se basan en la cooperación. Como podemos observar a través de la biología, existen varias formas de relacionarse como el comensalimo, el parasitismo, la depredación, la proto-cooperación o el mutualismo. Parece haber cierto consenso, a mi parecer al menos, de que la forma de relación que beneficia a ambas partes y es una relación voluntaria, es la cooperación. También supone un bien común una relación mutualista, pero en este caso la relación sí requiere un compromiso.
Un ejemplo de ello es el Sistema Mutualista Mancomunado de la Cooperativa Integral Catalana, mediante el cual se establecen cuotas proporcionales a la renta de la familia para calcular la cuota mensual que financia el sistema de salud cooperativista, no tan distinto en este sentido al prestado por los servicios públicos, aunque la diferencia está justamente en el cambio de valores a la hora de aplicar el sistema cooperativista integral.
Buscar nuevas formas de orden social desde lo local.
De esta manera, con el lema “somos lo que comemos”, la CICG ha decidido priorizar la mejora de la alimentación creando el Grupo de Consumo. El objetivo principal es mejorar el bien común mediante la satisfacción de las necesidades de alimentación sana y coherente, desde su producción, su distribución, hasta la forma de trabajo que conlleva y el tejido social que genera. Es como hacer la compra colectiva: se come mejor, se facilita el reparto de la riqueza y el empleo local.
Contacta con la CICG si eres productor/a afín a estos principios y quieres incluir tu producto en las cestas del Grupo de Consumo o si quieres formar parte como consumidor/a: o si tienes ambos perfiles, como prosumidor/a de esta red.
Más información:
cooperativaintegralcabodegata.wordpress.com
decrecimientosanjose@gmail.com
eltirabeque.org
Referencias:
1. La economía del bien común. Christian Felber. Economista alternativo C. Felber, www.youtube.com/watch?v=87Jdpa7Seqs
2. Congreso Mundial de Economía Azul, Javier Herrero,
ojodeagua.es
Laura Domínguez Rosado
lauradrosado.wordpress.com
redecosalud.wordpress.com
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