Principalmente, perdemos la salud ambiental por el hecho de estar expuestos/as a un cóctel de sustancias, que al mezclarse se vuelven más peligrosas y que heredamos y transmitimos de una generación a la siguiente. En España la comunidad científica está preocupada por la baja percepción del riesgo que tiene la población en general, sobre el uso y abuso de estas sustancias. Las personas en riesgo son la infancia y las mujeres embarazadas o en edad fértil.
3. ¿Por ejemplo?
Un ejemplo de estas sustancias son los disruptores endocrinos (DE), que son sustancias químicas capaces de alterar el equilibrio hormonal y están muy relacionadas con las enfermedades ambientales, entre ellas el cáncer.
Los DE actúan a dosis muy bajas, presentan distintos mecanismos de actuación y comprenden a un gran número de sustancias con estructuras químicas muy diferentes como los alquilfenoles, pnonilfenoles, parabenes, ftalatos, bisfenol A, etc. Están presentes en los envases alimentarios, en los dispositivos médicos, en los juguetes: principalmente en los materiales plásticos y también en los productos cosméticos como perfumes, productos de higiene personal, espermicidas, entre otros.
Las mayores concentraciones de estos productos se encuentran en mujeres en edad fértil, seguramente porque usan más productos para el cuidado personal, como los cosméticos. Por esta razón la población que más riesgo químico sufre son los niños y las niñas y las mujeres en edad fértil.
El Bisphenol A es un compuesto presente en casi todos los plásticos y, desde 1936, se sabe que es disruptor hormonal. Aún así, a pesar de la presión de movimientos científicos y de personas afectadas y activistas, no se ha prohibido en España hasta 2011 y sólo en los biberones. España ha sido productora y exportadora de millones de toneladas de este compuesto durante décadas.
4. ¿Cuáles son las principales consecuencias de este deterioro en la salud de las personas?
El mayor problema, a parte del daño que hacemos a nuestro entorno y recursos naturales, es el auge de enfermedades ambientales como el cáncer, la diabetes, las alergias y los Síndromes de Sensibilización Central, como el Síndrome Químico Múltiple, la Electrohipersensibilidad, la Fibromialgia o el Síndrome de Fatiga Crónica. La carga tóxica que se acumula en nuestros cuerpos es mayor en cada generación, porque las personas estamos expuestas cada vez a más sustancias y tenemos menos vías de eliminación o “limpieza”. Una forma de eliminación de los tóxicos es a través del embarazo y la lactancia, porque estos compuestos se transmiten a través de la placenta y la leche materna.
De esta manera, cada año aumenta el número de personas gravemente afectadas por las enfermedades ambientales y concretamente por los Síndromes de Sensibilización Central, como las sensibilidades químicas. Se trata de un problema de salud pública descrito como “epidemias desatendidas”, ya que los síntomas, altamente incapacitantes, son muy diferentes en cada persona y los criterios diagnósticos son muy complejos, porque requieren un gran conocimiento sanitario que no está extendido en España. El sistema sanitario español no ha reconocido aún estos problemas, por lo que la prevención y la retirada de los productos desencadenantes significan un cambio bastante rotundo en nuestras formas de consumo y producción.
Siendo positiva, una de las consecuencias de que surjan estas enfermedades es que ha aumentado el interés por la producción y el consumo ecológico. La “controversia” motiva a que se promueva la búsqueda de productos sustitutos innovadores, buscando igual comodidad con mayor protección y seguridad de las personas y el medio ambiente. Lo importante sería que esta oportunidad fuese aprovechada por los sectores económicos y sociales para generar más salud, más reparto de la riqueza y una actitud crítica que favorezca la prevención. Uno de los objetivos más difíciles de conseguir para proteger la salud ambiental es evitar que ninguna multinacional pueda hacer negocios multimillonarios con productos peligrosos para sus consumidores y el medio ambiente, junto con extender el conocimiento para estar prevenidos/as e incidir en los hábitos de consumo de estas sustancias.
5. ¿Qué podemos hacer las personas para evitar estar expuestos/as y exponer a otras personas a los agentes que deterioran la salud ambiental?
La experiencia con personas gravemente afectadas por Sensibilidades Químicas Múltiples, (SQM) demuestra que existen estrategias para evitar y sustituir los productos más peligrosos. Son casos que nos enseñan dónde están esos productos y cómo sortearlos. Los casos más graves son conocidos como “personas burbuja”, porque tienen que evitar a toda costa el contacto con estas sustancias presentes en casi todos los ambientes.
Cabe señalar que estas personas son sensibles porque han superado la carga tóxica que el cuerpo humano puede tolerar sin problemas, pero lo que ellas detectan nos hace daño a toda la población. Para prevenir esta sensibilización y mejorar o reducir la carga tóxica se recomienda:
- Reducir, mantener o eliminar la carga tóxica que llevamos en nuestros cuerpos. Mediante la higiene ambiental y una alimentación alcalina donde primen los alimentos frescos, sin biocidas, sin procesado industrial ni envases plásticos que al subir de temperatura desprenden partículas sobre los alimentos. Es lo que llamamos “hacer control o higiene ambiental”. Significa hacer una revisión de los productos químicos que consumimos en casa y de nuestra alimentación, informarnos sobre sus componentes, los riesgos que pueden comportar y decidir si prescindimos de ellos o los sustituimos por otros que nos den más garantías. Se trata de un proceso de aprendizaje y cambio de hábitos para protegernos de los riesgos químicos que nos rodean.
- Aplicar el Principio de Precaución y Sustitución, lo que requiere cierto conocimiento y conciencia. Consiste básicamente en que, ante una duda razonable se aconseja prescindir de ese producto y buscar su sustituto. Por ejemplo, la mezcla de zumo de limón y bicarbonato tiene cualidades desengrasantes y más sanas que la lejía. O si el detergente que utilizamos no presenta la información suficiente, negarnos a consumirlo. De esta manera también fomentamos una industria más responsable.
6. ¿Cuál es la situación política en cuanto a la prevención de la exposición a estas sustancias?
El 30 de enero de 2013 se abordaron los Disruptores Endocrinos en el Parlamento EU por primera vez en 10 años y a pesar de la insistencia de los movimientos sociales, personas afectadas y una extensa masa crítica científica. En el mes de septiembre se ha aprobado una Resolución que dicta que a partir de 2020 los materiales médicos empleados en el tratamiento de recién nacidos/as, embarazadas y lactantes no podrán contener compuestos con capacidad disruptora. Se deberán eliminar también de los demás dispositivos médicos si existen alternativas. Un importante dato que aporta esta resolución es la dificultad de fijar niveles seguros de exposición, son sustancias “sin umbral”.
De nuevo la aplicación del conocimiento a las leyes de protección en Salud Pública y la información a la población en riesgo se dilatan excesivamente. Por esta razón y para intentar aliviar el desamparo de tantas personas afectadas se fundó la Red Cooperativa EcoSalud, desde la que trabajamos por la divulgación, la formación y el apoyo mutuo, también con monedas sociales. Puedes acceder a los cursos de formación virtual en salud y ecología que dirijo junto con el Dr. Nicolás Olea, (Catedrático de Medicina e investigador principal en salud ambiental). Nuestro objetivo con estos cursos virtuales y presenciales es el de facilitar la información y prevención en salud ambiental, así como facilitar la recuperación de las personas afectadas.
Gracias y Salud.
Más info en
http://www.fondosaludambiental.org/
Laura Domínguez Rosado
Socióloga y formadora en ecología y salud ambiental, lauradrosado@gmail.com
lauradrosado.wordpress.com
redecosalud.wordpress.com |