Cuando hablamos de Turismo Responsable hemos de hablar realmente de la Responsabilidad en temas de Turismo: por una parte en atender dignamente a las personas que visitan nuestro entorno, ofreciéndoles simpatía, cordialidad, hospitalidad, entendimiento y respeto: no necesitan más; de otro lado involucrándoles en nuestro territorio y nuestra cultura, no según nuestro propio interés, sino atendiendo al suyo propio, mostrándoles todo el abanico cultural y natural que nos envuelve y que, al fin y al cabo, es el que desean conocer cuando eligen un destino, que en este caso es aquel en el que tú operas.
Pero también existe el compromiso social del que adolece actualmente el sector; mostrar los parajes naturales y culturales de la región en destino involucrando a la población local para la mejora de sus condiciones de vida, colaborando con artesanos y productores culturales y ayudando de este modo a generar enriquecimiento colectivo y compartido. Esto es convertir el turismo en una actividad ventajosa para un pueblo y romper la baraja del oligopolio corrompido de los grandes titanes de las plazas hoteleras que, si bien afortunadamente agonizan bajo el peso de su usura, aún siguen dando algunos coletazos; pero a estos les pasa como a los bancos… conocen perfectamente la baraja de la mafia consentida, y cada vez que no les dan de comer las autoridades locales como a ellos les gusta, amenazan con una hecatombe. Son como los pollos del cuco, que parasitan los nidos ajenos, incluso llegando a echar a patadas al resto de ocupantes en el lugar de cría.
Un Turismo Responsable no puede pasar sino por el usufructo compartido del beneficio que genera cualquier movimiento de viajeros por motivo de ocio, de manera racional y receptiva, devolviendo al visitante en forma de placentera estancia el fruto de su inversión, así como compartiendo cualquier beneficio generado con la población local que es la verdadera jerarca del territorio en que se desarrolla la actividad.
Apostemos por seguir desarrollando un Turismo Responsable. |