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Entrevista con Hiedra, bailarina |
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Hiedra vive en Rodalquilar, y desde hace unos meses está dando clases de baile en toda la comarca de Níjar.
¿Te acuerdas, cuando viniste por primera vez al Parque Natural?
Claro, tenía 18 años y vine con el padre de Alicia, mi hija, veníamos haciendo un viaje en moto. Veníamos al bar de Joe y me acuerdo que cuando puse un pié aquí en el Parque... era de noche, y cuando desperté, de día, me quedé...!! y pensé, con 18 años, un día vivo allí. Me quedé fascinada.
¿Qué te fascinó?
Todo. Todo el Parque, todo. El color, la sensación de libertad, luego la gente que ví allí también. Porque era muy jovencita, todo te impresiona mucho. Entonces toda la magia del sitio lo viví, pero mucho más grande, con esa edad tan joven. Desde ese momento empecé a venir regularmente, veníamos con la moto.
¿Donde vivías tú en este momento?
En Málaga.
¿Y trabajabas en Málaga?
Con 18 años estudiaba, estaba estudiando educación infantil. Me quedé embarazada muy pronto, con 20 años. Y empecé a trabajar.
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¿Y cómo fue esto de quedarte a vivir aquí?
Yo tenía pensado venirme hacía tiempo, pero fue Markus quién me convenció definitivamente.
¿Cuándo fue?
Nos conocimos hace 4 años. Él me vió bailando, pero un poco así de broma, y se enamoró de mí. Y vino ¡vamos! vino a por mí. Al fin me trajo aquí. La verdad, era complicado venirme porque con la niña, cambiar todo...
Pero muy bien, muy bien, muy bien. La niña va a una escuela rural, que ha sido un cambio super positivo. Porque ella venía de un colegio en Málaga con un montón de niños en la clase y allí no tienen la enseñanza individualizada de la escuela rural, con tan pocos niños. Aquí el profesor puede estar niño por niño. |
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Foto: Hiedra, © LF |
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¿Y la tienes que llevar cada mañana?
No, viene el autobus al pueblo.
¿Cuántos están en clase?
Creo que seis o siete.
Lo que me gustaría saber ahora es tu historia con el baile.
Yo llevo bailando toda mi vida. No te puedo decir cuando he empezado a bailar. Porque no me acuerdo.
¿Se bailaba en tu casa?
En mi casa yo bailaba. A mí siempre me ha encantado bailar. Llegaba del colegio y tiraba la maleta al suelo, me metía en mi cuarto y podía estar hasta anochecer bailando.
¿Tú sola?
Sola.
¿Y qué bailabas?
Bailaba lo que me encartara. Cogía una cinta de mi padre, si era árabe, porque mi padre es de Marruecos, si era árabe o flamenco, lo que hubiera en la casa, a mí me daba lo mismo. Quería bailar. Pero como era muy mala estudiante y muy traviesa, pues, mi madre me castigaba con no llevarme a la academia. Me quitaba la radio, me castigaba sin el baile. Lo que pasa es que en mi cabeza tenía las canciones, entonces daba igual, yo bailaba! Me daba lo mismo, no podia conmigo.
¿Cómo te liberaste como bailarina?
Fue una cosa progresiva. Me separé del padre de mi hija, que para mí fue un paso muy importante. Me fui soltando poco a poco. Pero sobre todo cuando vine al Parque. Este sitio a mí me ha sacado todo de una manera brutal, ¡vamos!, una explosión. Fue llegar aquí a vivir y en seguida supe que aquí podía hacerlo.
Tiene mucho que ver con Markus, me imagino.
Muchísimo. Markus me dijo: tú tienes un don increíble y tienes que fomentarlo como sea. Él me animó muchísimo a sacar todo. Empecé poco a poco. Con los niños, dando clase de teatro e introducía bailes. Hasta que los mismos músicos que conocí, un día viéndolos, me dijeron ¿por qué no participas con nosotros? Y así empezó todo. Pero me ha ido todo tan rápido que no me da tiempo de... También me acerca mucho la danza a mis raíces. Es una manera de estar conectada con mi otra vida en Marruecos, como una manera de entenderlo también.
Das clases de baile de vientre ahora aquí en el Parque, ¿verdad?
Sí, en toda la comarca, y las mujeres disfrutan muchísimo.
¿Quién participa?
Hay musulmanas, lituanas, mujeres que han nacido aquí, inglesas, alemanas, francesas, uruguayas, mujeres de Almería, lo que hay aquí en la zona. Muchas que vienen están descubriendo a través de la danza que se pueden ver bonitas, se pueden sentir bien, están descubriendo un mundo nuevo. Y muchas están entrando de lleno. Eso para mí es supergratificante. Además, ellas a mí me enseñan un montón, aprendo muchísimo de ellas. Por ejemplo a gritar. Te enseñan las bailarinas de Europa a hacer el grito, pero no es el mismo con que gritan las marroquíes. Es un sentimiento que nace dentro del vientre... |
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¿Dónde has aprendido tú y dónde vas a aprender?
Mi primer curso de baile lo hice con 6 años, en Málaga, con un profesor de flamenco malísimo. Luego con una profesora de flamenco, era una profesora como la copa de un pino, pero duré sólo dos meses, porque mi madre me volvía a castigar, como no estudiaba. En estos dos meses aprendí un montón, fíjate. Yo tenía y tengo la facilidad de que mirando me entran las cosas, y luego yo misma lo voy desarrollando, lo voy perfeccionando. Ahora hago cursos con bailarinas importantes, y así conocí a mi maestra. ¿Dónde vive tu maestra?
En Miami. Es la hija de una bailarina de vientre de los años sesenta muy famosa en Estados Unidos, y su padre era músico hindú, ya falleció. Ella es mitad americana mitad india. Fusiona cualquier danza de cualquier parte del mundo. |
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Foto: Hiedra, © LF |
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¿Cuándo y cómo la conociste?
La conocí hace poco, en octubre de 2007. Le envíe un vídeo de lo que hacía y me mandó un mail su asistenta personal que me invitaba a un curso con 25 bailarinas profesionales, en Hawaii en Honolulu, ¡suena película!, y nada, cogí las maletas y me fui a Hawaii. Hice mi curso, fueron 9 días, 9 coreografías, en estilo indio, tribal, árabe, flamenco, africano, danza cíngara... aprendí muchísimo. Ahora quiero irme otra vez, en agosto, si puedo, esta vez a Florida, porque va a hacer otro curso también para bailarinas profesionales. Me gusta aprender danzas diferentes para luego fusionarlas.
La fusión es una cosa moderna, ¿no?
En Andalucía hay muchísima fusión. Yo fusiono mucho el flamenco con el árabe, aquí tenemos mucha influencia del árabe. La fusión forma parte de mi vida. Mis raíces beréber y mis influencias de flamenco en Málaga… a mí me sale solo. Pienso que la fusión es el futuro. Creo que estamos cada vez más mezclados. Mi sueño sería ir viajando, y de cada sitio aprender lo que se baila. Eso sería mi gran sueño. E integrarlo en mi propio estilo.
¿Cómo lo haces con los trajes?
Los trajes valen carísimo. Hay bailarinas que compran el conjunto, pero lo suyo es crearte tú misma los diseños, creo que ahí está la exclusividad de cada una. Sobre los trajes me gusta fusionarlos también, mis trajes son una fusión de mis bailes, es lo mismo. Todo va hecho a mano, hasta las joyas. Tengo la suerte de que mi tía es diseñadora, entonces ella está volcada en mí. Hasta las pulseras me las hace también, de piedra de Swarowsky. La verdad es que tengo suerte con mi tía Bernarda. Tengo suerte con mis amigos, y, sobre todo con mi familia, mis padres, mi hija Alicia y mi marido Markus, sin ellos mi danza no sería posible.
Entrevista: Lisa Frohn
> Entrevista completa en www.cabodegatalife.com
Contactar con Hiedra: hiedradance@hotmail.com |
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