Las cifras de participantes
las desconozco; podríamos ser unos pocos
miles. Pero el recurso a la cantidad para convencer
de la importancia de cambiar el rumbo de la política
responsable de estos desmanes ya no vale. Yo fui
solo; allí coincidí con algunos
conocidos y me presentaron a otros; pero detrás
de mí, en un lugar donde nadie les veía,
estaban todos mis amigos. Todos con nombres y
apellidos, con el corazón y la cabeza puesta
en el mismo objetivo: detener los planes urbanísticos
incontrolados e ilegales. No pudieron ir. Pero
cuentan. Después de todo es la calidad
moral de la protesta y llamada de atención
a las autoridades para que trabajen en el mismo
sentido.
Las consignas: «Almería
no se vende», «La Molineta, Parque
ya», «Levante sin Cables de alta tensión,
bajo tierra», «Algarrobico, demolición»,
«Acantilados, no», «Aguamarga,
parque natural», se coreaban por todos,
alentados por otras consignas como «No,
a la corrupción», «El agua
es un bien escaso», «Salvemos Mojácar».
Desde las 12, mientras
se iban sumando participantes, se procedió
a la recogida de firmas para adherirse a las diferentes
causas en litigio y en defensa, en todo caso,
del desarrollo sostenible (o como se está
diciendo recientemente: sustentable), el respeto
al Medio Ambiente y el derecho a una tierra saludable
para los almerienses. Sobre las 13 hrs. se inició
la marcha, organizada y representada por todos
los colectivos. Sólo tuvo que abrirse,
cual el Mar Rojo, para que pasase el 061, que
atendía alguna emergencia. La colaboración
de los manifestantes fue escrupulosamente ejemplar.
Sobre las 13.45, se concentró en la acera,
bajo el portal del Palacio de Justicia, para escuchar
los comunicados de repulsa por la persecución
de que está siendo objeto la letrada de
Ecologistas en Acción por cierta
parte de la judicatura y, finalmente, reclamar
una moratoria de las políticas urbanísticas,
exigiendo el cumplimiento de las leyes medioambientales
en esta materia.
Amigos del Parque
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