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Jornadas de desalación

Intervención en la Presentación de las conclusiones de las Jornadas de Desalación organizadas por Acuíferos Vivos en la Universidad de Almería.

La ciencia no piensa, dijo Heiddegger, pero “la ciencia no logra nada sin el pensamiento”, estamos pues obligados a pensar nosotros, a cuestionar la esencia de la técnica:

La ciencia se volvió técnica y empezó a fabricar objetos que el mercado transformó en objetos de consumo, en objetos de goce. Los ciudadanos se convirtieron en consumidores de estos objetos y el automatón se puso en marcha. En el proceso, como todos sabemos, había un PLUS, una plusvalía para engordar el capital y, más importante aún, un plus de goce, un “cada vez más objetos de goce ofertados, en una progresión sin límites, que se garantizaban al sujeto-consumidor-consumido”, y es este plus el que asegura que este sistema circular no se pare, pues ante esta oferta ilimitada de satisfacción no hay ideales que valgan: el progreso, las utopías, la libertad-igualdad-fraternidad, suenan a música celestial olvidada en la noche de los tiempos.

 

Foto: Desaladora de Rambla Morales © MA

Este sistema aparentemente perfecto escondía algo en la manga, algo que no entraba en esa contabilidad siempre positiva y cuyo desconocimiento era, a la vez, su condición de posibilidad: la explotación de los recursos naturales, la degradación de nuestro hábitat de vida. Una pérdida invisible a nuestros ojos, encandilados por el brillo del objeto.

Cuando el tamaño de la pérdida ha dejado de permitir que continuara siendo ignorada, el sistema sigue sacando objetos de la manga: ante el cambio climático centrales nucleares, ante la angustia o la depresión fármacos, ante el deterioro del agua dulce ¿Desaladoras? ¿Estaría la desaladora en esa serie de objetos que hacen de la desgracia humana ocasión de negocio? Cumple con las condiciones del objeto “encandilador”: nos permite seguir durmiendo con el sueño del goce ilimitado, se nos ofrece como un expendedor de este goce, a menudo se ha utilizado el símil de la máquina expendedora en la que basta introducir una moneda para obtener toda el agua que deseemos “a demanda”.

A condición de que olvidemos que hay que disponer de la moneda, lo que sigue generando exclusión. Que la máquina consume recursos y genera deshechos. Y lo más importante y que quedó patente en las Jornadas de desalación: que, como toda oferta, genera demandas pues forma parte de la esencia de todo objeto de mercado incitar su consumo, generar su necesidad, hacernos “desaladoradependientes” y eso tiene consecuencias.

Podemos seguir durmiendo, dejarnos llevar por la pasión de la ignorancia, abandonados al vértigo de la fabricación de objetos al servicio de esa voluntad de poder sin precedentes: acéfala y sin límite, que ha supuesto la metamorfosis de la ciencia en técnica, un nuevo totalitarismo a nivel planetario.
Abandonarnos al automaton que nos llevará, según algunos, a la felicidad; según otros, a la autodestrucción, tal vez sea lo mismo. La cuestión es si en el proceso seguiremos siendo humanos, dignos de ese nombre o el discurso capitalista, como en su día lo intentaran los totalitarismos modernos, triunfará en su proyecto de producir un sujeto nuevo, sin legado histórico ni herencia simbólica, tributario de nada que no sea colaborar con la voluntad acéfala que realiza, sin tener en cuenta consecuencia alguna. ¿Es esto humano?

Ynma Nieto