Home
El Eco
Noticias
Juridico
Senderismo
Conocer
Planos y mapas
La Asociacion
Estatutos
Enlaces
Contacto
Casas rurales, hoteles, cortijos,
y otros servicios
en el Parque

Visita nuestros Patrocinadores
  Camisetas de la Asociación
Diferentes tallas, modelos y colores
Descúbrelas
y cómpralas
 
Síguenos en

Sitemap

Aviso legal
Política de cookies
Política de privacidad

Webdesign: espacioazul.net

 
 
 
 

Gente del Parque

Entrevista con Azucena Laguía Allué

 

Entrevista del día 2 de febrero 2010 en San José

¿Recuerdas cuándo viniste por primera vez aquí?
Si, perfectamente. Recuerdo que cuando estaba llegando a San José, que era de noche, había venido en tren desde Madrid, y me fue a recoger a Almería una amiga que era por la que venia yo a San José, y cada vez que veía dos luces decía: ¿ya llegamos?
Ella vivía cerca del Bar Mónsul, sólo quedaban unas casas bajas por delante, y cuando  me desperté por la mañana y me asomé me encontré con todo lo que era San José hace más de 20 años.

¿En qué año fue?
En 1988. Ya había estado aquí en Almería, un par de veces, la primera vez con mis padres cuando tenía 14 ó 15 años, pero no me acordaba mucho. Me acuerdo de Almería, de Aguadulce y de Roquetas. Pero luego vine una segunda vez, y conocí San Miguel de Cabo de Gata y La Fabriquilla, y nos fuimos hasta el faro. Pero esta zona del parque no la conocí hasta que vine en Semana Santa, con mi amiga, a San José.
Yo siempre había querido vivir en la playa desde chiquitita. Y antes de volver a Madrid en esa Semana Santa del 88 dije: quiero venir a vivir aquí.
Y en verano, el 26 de julio, me vine a vivir a San José.

¿Con quién?
Sola. Yo me vine sola.


 

¿Cuántos años tenias?
26 ó 27, y había conseguido trabajo en el Gran Hotel de Almería. Era muy divertido porque allí me decían: ¡ay, madre mía, todos los días a San José! Claro, yo en Madrid tardaba hora y media para llegar al trabajo y aquí en tres cuartos de hora estaba sin atasco, sin semáforos y sin nada. Además se preocupaban mucho por mí.
Si tengo una familia en Almería han sido los compañeros del Gran Hotel. Fíjate, cuando se enteraron que tenía que trabajar en Noche Buena y no me podía ir a Madrid con mi familia, se pasaron todos a invitarme a cenar la Noche Buena, y a comer en Navidad, claro. No hizo falta, porque entre mi compañero y mi jefe de recepción arreglaron de tal manera los turnos que yo me pude ir el día 24 a pasar Navidad en Madrid con mis padres.

¿Cuántos años trabajaste en la recepción del Gran Hotel?
Muy poco, estuve un año y medio. Después montamos Grupo J.126, con Fernando.

¿Cuándo conociste a Fernando?
Le conocí cuando estuve la primera vez aquí, en San José, en 1988. Él también es de Madrid, él estaba montando la gasolinera cuando nos conocimos. Y luego montamos la empresa en el año 1990.

Foto: Azucena Laguía Allué © LF

¿Qué significa el nombre Grupo J.126?
Por aquella época todas las empresas de turismo de naturaleza tenían nombres muy relacionados con la naturaleza. Entonces buscábamos un nombre que se diferenciara un poquito y no encontrábamos ninguno. A Fernando se le ocurrió esto: a ver: nosotros somos un grupo, somos dos pero somos un grupo. Y él llegó aquí un 12 de julio y yo un 26 de julio, entonces la J de julio, y 12 y el 26 juntamos a 126, Grupo J.126 ese es el nombre de la empresa.

Me interesa saber ¿qué es lo que te atraía de esta zona y del Parque?
El entorno me parecía increíble. Quería calor, quería sol, quería luz, y el mar.
De naturaleza no tenia ni idea. Para mí, además, empezar a trabajar de guía en el parque supuso el empezar a estudiar como una loca desde cero. Yo ya era guía en Madrid. Hice Técnico de Empresas y Actividades Turísticas, era una diplomatura y te habilitaba para ser guía, para trabajar en hoteles, en agencias de viajes; todo relacionado con turismo. Yo de guía en Madrid enseñaba Madrid a los madrileños, era un programa del Ayuntamiento que se llama Turismo Para Todos, que sigue existiendo. Luego empecé, por los idiomas, con relaciones internacionales a llevar las visitas oficiales.

¿Qué idiomas hablas?
Inglés y francés. Luego llevé en el patronato de turismo, todo el tema de periodistas. Luego me pasaron a trabajar a las oficinas del patronato de turismo porque me conocía Madrid como la palma de mi mano, museos, bares, restaurantes, fiestas, todo. Entonces hubo una vacante de un puesto que gestionaba todo el conocimiento sobre Madrid y me ofrecieron este trabajo en una oficina. Y siempre digo: eso fue mi muerte, meterme en una oficina.

 
Foto: Ruta de las estrellas © Jens Helmling
 

Por favor, háblame de la ruta de las estrellas, ¿en qué consiste?
Bueno, por una parte en verano tenemos un problema, entre comillas, ya que no se puede andar porque hace mucho calor, entonces pensé que podría ser bueno hacer una pequeña ruta andando por la noche. Además era algo por lo que la gente me preguntaba.
Por otro lado, la astronomía a mí siempre me ha gustado. Yo empecé cuando trabajaba en el Ayuntamiento de Madrid, fue el año del cometa Halley, había una visita que era el Madrid Nocturno, el Madrid de las Estrellas,  íbamos a ver el cometa Halley al observatorio del Retiro, iniciativa del rey Carlos III en el Siglo XVIII, muy cerca del Museo del Prado. De los guías que había allí yo era soltera y no tenia ningún compromiso y me daba igual trabajar todas las noche que hiciera falta. Total, al final me quedé con esa ruta. Así que había semanas en las que me iba todas las noches. Primero visitábamos el museo astronómico y luego nos íbamos a una cúpula con un telescopio gigante, enorme, y desde allí veíamos el Halley, y también, Júpiter, Saturno, la Luna, todo todo todo. Y el astrónomo que nos llevaba, que me llamaba Azucenita, porque yo debía tener 22 ó 23 años, me cogió un buen día, a los tres meses, y me dijo: Azucenita tú te tienes que saber ya el museo así que te toca, y empecé a estudiar y explicar el museo astronómico, y el resto vino solo

¿Entonces, cómo llegaste a ofrecer aquí la ruta de las estrellas?
Fue Fernando. El vino un día y me dijo que había anunciado que iba a hacer una noche de estrellas. Yo siempre había dicho, un día voy a sacar la ruta de las estrellas, pero me daba mucho miedo, me daba pánico y nunca lo hacía y entonces Fernando me puso la obligación, eso fue hace unos tres veranos. Y bueno, me daba un miedo espantoso, porque ¿cómo iba a condensar todo esto? ¿cómo iba a explicar y conseguir que no se me aburriera la gente? Por eso hice esa mezcla de astronomía y mitología. Hago una introducción desde el comienzo del universo y luego me muevo de constelación a constelación. En cada una de ellas cuento algo científico, por ejemplo la distancia de las estrellas, la magnitud, qué se puede encontrar en el cielo, cada constelación una cosa, lo más representativo, y en cada una de ellas también la mitología correspondiente, y cómo están relacionadas unas con otras. (Familias de Constelaciones)

 

¿No te cansas? ¿No tienes momentos en los que estás cansada de hablar siempre lo mismo?
No. Porque te he dicho que una de las cosas más importantes que tiene el guía es la de estudiar. Entonces tú vas conmigo a la misma ruta dos veces seguidas y nunca es igual. Por ejemplo, el otro día leí sobre la posidonia. La posidonia, desde el 2004, por segunda vez ha florecido; floreció en el 2007 y ahora en el 2009. Pues eso ha ido a la ruta, la primera ruta que he hecho que fue antes de ayer, ya lo he contado.

¿Y si vienen turistas que son expertos en algo, cómo lo llevas?
Quizás la menos especializada de todos soy yo, porque los otros guías que tengo son licenciados en Ambientales o son Técnicos Forestales. Pero pueden hacer cualquier pregunta que tengan, si no la sé me comprometo a contestarla en 24 horas. En alguna ruta de todo terreno ha participado algún geólogo o algún biólogo y al final nos han felicitado. Luego por otra parte, nos ha ocurrido, por ejemplo si viene un biólogo del norte no conoce tanto lo que está ocurriendo aquí abajo. Pero muchas veces hemos aprendido muchas cosas de los que vienen.

 
Foto: Azucena Laguía Allué © LF

Por ejemplo, la bentonita, que es una arcilla volcánica, de gran uso a nivel industrial, y de la que tenemos varias canteras en funcionamiento dentro del Parque. Muchos de sus usos los he aprendido en las rutas porque me los han contado la gente que llevaba. Sirve para refinar los aceites de los coches, para filtrar el vino en las bodegas, como excipiente de medicinas y piensos de animales, como sellador en residuos nucleares, para absorber el calor de las brocas en las perforaciones cuando se están haciendo pozos. Sobre todo se utiliza en construcción y en ingenierías como cuando están haciendo túneles y huecos, para que no se vengan abajo las paredes. También se utiliza en la arena para el pipi de gatos, en la industria cerámica y en la cosmética. Los baños termales la utilizan como lodos para la piel.
Lo del uso de sellador para residuos nucleares me lo contó una persona que se dedica a ello. Lo de piensos de animales me lo contó una persona de un laboratorio que lo estaban utilizando allí, etc., etc. Entonces aprendemos mucho también de los turistas.

A mi me da la sensación de que estás supercontenta con este trabajo, ¿es así?
Hombre, es que yo, el Parque Natural me gusta muchísimo y me parece increíble que pueda trabajar moviéndome por el parque natural. La oficina no me gusta, me agobia, me gusta la calle.

 
Foto: Noche en Mónsul © OM
 

Para terminar te quería pedir que nos cuentes una anécdota de las que te han pasado estando con turistas.
Hay muchas, intento acordarme de alguna.
Esto fue el verano pasado en una ruta de las estrellas, estaban todos tumbados en la arena de los Genoveses y yo sentada, llevábamos ya una hora y pico con el láser de arriba abajo y sin parar de hablar. Llevaba un rato viendo unos bultos allí enfrente, pero bueno como a Genoveses vas en verano y parece la Gran Vía, entre los pescadores, los que van a hacer Yoga, los que acampan; pues no le di ninguna importancia, cuando de repente veo moverse el bulto, y lo que se levanta es un jabalí. En cuanto lo ví cogí la linterna, me levanté y me fui hacia él, iluminándole, sin decir nada, claro, sólo dije al grupo: no os mováis, y me fui a por él, y al ver las luces y el láser se fue; creo que más asustado que yo. Pero quedó allí otro bulto, que no sabía lo que era y tampoco me acerqué a ver lo que era. Así que nos trasladamos al lado de la caseta con un ojo mirando las estrellas y otro los alrededores, pues no sabía si el jabalí volvería.

Entrevista realizada por Lisa Frohn

La entrevista entera en www.cabodegatalife.com