A Joan Manuel Serrat, que ha venido a Almería a recibir la Medalla de Oro de la UAL y una de sus ilusiones es conocer el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar.
Me voy a permitir darle un consejo, quizá porque mi niñez aún sigue jugando en la playa de Cabo de Gata y porque siento la obligación de llevar, de nuestro Parque Natural, su luz y su olor por donde quiera que vaya:
“Querido Serrat, si te acercas y te vas después de besar mi aldea de Cabo de Gata, no lo hagas visitándonos de manos de las instituciones, de esas que querrán la foto contigo, pero que están consiguiendo, a fuerza de desventuras, hacer el alma de este Parque más profunda y oscura.
Ven a visitarnos como uno más de nosotros, acércate a uno de esos barecillos donde las copas de sacademonios preparan a los pescadores para jugar con la marea, pasea por una de nuestras playas donde aún se cosen redes con un levante otoñal. Deja que sean los parroquianos quienes te enseñen como amontonan en la arena su amor, juegos y penas. Almuerza pescaíto frito mientras alguna lugareña, perfumadita de brea, te cuenta historias de abuelos con borriquillas y sudores en las salinas. Pasea al atardecer por nuestro faro y te iremos enseñando cómo se añora y se quiere a Cabo de Gata. Visítanos como la parte de nosotros que ya eres y, a buen seguro, te irás pensando en volver.”
Amigo Serrat, todo esto te lo puedo decir porque, qué le voy a hacer si yo nací en Cabo de Gata. Cristóbal García |
