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Primer encuentro con la Asociación de Vecinos de La Isleta del Moro.
El pasado domingo uno de marzo, el presidente y el vicepresidente de la AA.VV. Peñón Blanco de La Isleta del Moro, nos dieron una charla sobre sus proyectos y los problemas de su comunidad. También participaron algunos de los vecinos. Salieron a la luz, entre otros muchos, los siguientes temas:
PALMERAS:
En 2006, la AA.VV. Peñón Blanco, la Consejería de Medio Ambiente y el Ayuntamiento de Níjar, colaboraron para embellecer la barriada de La Isleta. Se sembraron setenta palmeras washingtonias que han podado y regado los mismos vecinos durante los últimos tres años. De estas palmeras se han perdido el 25%, el resto han prosperado favorablemente. “Agradecemos a dichas entidades los servicios prestados, aunque está claro que para que la Administración colabore hay que darle el problema y la solución”, comentó Javier Ortiz, presidente de la AA.VV.
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TECNOLOGÍA Y SERVICIOS:
La tecnología punta no ha entrado en La Isleta. No hay línea ADSL de Internet rural y el módem sólo va a la velocidad lenta (GPRS). Con la televisión analógica pasa algo parecido.
En cuanto a las medidas para paliar el agresivo impacto del turismo, se aprobó hacer unos aparcamientos para estacionar los vehículos a la entrada del pueblo y evitar la masificación de los mismos en el casco urbano en épocas puntuales, pero por motivos confusos no se ha llevado a cabo dicha propuesta. La AA.VV. seguirá proponiendo el desarrollo de dicho proyecto, siempre teniendo en cuenta que sea una zona de aparcamientos integrada en su entorno, camuflada con vegetales y material orgánico.
Otro problema es el de las aguas fecales; las balsas no pueden decantar todo lo que hay, por lo tanto rebosan a la rambla y van al mar. Además de imponernos su hedor, se filtran al subsuelo y contaminan los acuíferos. Se plantea construir una depuradora de gran envergadura para la zona, pero este es sólo un proyecto a largo plazo.
PESCA:
El problema de la pesca es de todos el más controvertido. “Unas zonas están delimitadas por la Junta de Andalucía, otras por el Ministerio y de otras se encarga Medio Ambiente, ¡se han repartido entre ellos el agua!”, implora Manuel. Manuel es uno de los pescadores de la llamada ‘‘reserva’’. Tenía todos los títulos pesqueros, y una vez que se ha jubilado esos permisos se le han restringido. Es bien sabido que las zonas de reserva marítima están delimitadas por unos mojones que apenas se ven. La trampa está en que es difícil saber dónde se encuentra exactamente el límite de la reserva y, “cuando menos lo esperas, aparece el barco de Medio Ambiente y te multa”. Javier propuso en su día que, con un control exhaustivo, dieran la oportunidad de faenar a los pescadores nativos durante un tiempo en estas zonas, dependiendo de las distintas vedas que están establecidas para las diversas especies; su petición fue denegada. Además, estas zonas de reserva han de ir alternando cada dos años, como aclaró Manuel.
Entre estos, hay muchos temas que no hemos podido contar por falta de espacio. Esperamos, como ha referido Lisa Frohn, presidenta de Amigos del Parque, que la ausencia de comunicación vivida hasta hoy, no sea en adelante una cuestión infranqueable para pactar acuerdos con las administraciones y suplir las carencias que este pueblo acarrea.
Amigos del Parque
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