El término “eco desarrollo”, que apareció por primera vez en la conferencia sobre el medio ambiente de Estocolmo en 1972 organizada por la ONU, no fue retenido. Es el “desarrollo sostenible” el que ha terminado por imponerse bajo la presión de los lobbies.
Para las ONGs, el desarrollo sostenible sería un desarrollo más humano, más solidario, económicamente eficaz, ecológicamente sostenible, socialmente equitativo, culturalmente diversificado.
Para los realistas del mundo de los negocios y los políticos, conscientes de la imagen cada vez más negativa de la economía liberal globalizada, es una cortina de humo, es hacer creer al público que se preocupan del medio ambiente sin cambiar el rumbo de sus negocios. Los políticos emplean ese término para cazar votos y las multinacionales para mejorar su imagen. Así este concepto según quien lo emplea tiene connotaciones muy diferentes.
Desde la cumbre sobre el medio ambiente de Johannesburgo (2002), el desarrollo sostenible ha perdido toda credibilidad. Herve Kemf en el periódico “Le Monde” escribe “En Johannesburgo de repente la sociedad civil ha cambiado de rostro. Todo acontece en la cumbre, como si las empresas fueran las mejores representantes del medio ambiente, en vez de las ONGs.”
El ecocapitalismo y la asociación de empresas para el medio ambiente, que tienen como lema la ecología, no la ideología, se esfuerzan en teorizar esta visión de la modernización ecológica del capitalismo. En resumen, se trata de hacernos creer que fabrican productos y ganan dinero respetando el medio ambiente. Las campañas de publicidad al borde de la mentira ayudan a vender coches supuestamente ecológicos, energía eléctrica producida por centrales nucleares anti efecto invernadero, biocarburantes que no contaminan y un largo etc… En realidad, en la práctica cotidiana de las empresas, el desarrollo sostenible se ha convertido en un sello publicitario. Se utilizan argumentos tendenciosos e incomprobables para equivocar el consumidor.
“Abajo el desarrollo sostenible, que viva el descrecimiento sosegado.” Serge Latouche
“Hay que deshacerse del término desarrollo aunque esté acompañado de sostenible, duradero o humano. Porque el término desarrollo presupone que el estado actual de las sociedades occidentales constituyen la meta y la finalidad de la historia humana. Es el mito del socio centrismo occidental, el motor de la occidentalización a toda costa. Destruye los tesoros culturales, los conocimientos de las civilizaciones tradicionales, desintegra el arte de vivir y las sabidurías milenarias.” Edgard Morin.
“No hay ninguna duda, el desarrollo sostenible es un concepto de los más dañinos.” Nicholas Goergescu-Roegen.
No son pocos los que rechazan el desarrollo sostenible. Nuestra sociedad gobernada por el totalitarismo del crecimiento infinito, incompatible con un planeta finito, tendrá que escoger entre el cambio voluntario hacia una sociedad de descrecimiento o una regresión brutal y dramática. El descrecimiento aparece como la respuesta para remediar la situación y poner fin a la destrucción de la biosfera y del medio ambiente. El profesor Nicolas Georgescu-Roegen, que fue profesor de economía en la universidad de Tennessee, en su libro “El descrecimiento, La sangre de la Tierra”, nos propone un programa Bio económico:
1º Cesar de producir instrumentos de guerra (enorme despilfarro de materia y energía)
2º Volver a una población mundial que se pueda alimentar con cultivos ecológicos.
3º Evitar todo despilfarro de energías.
4º Librar el ser humano de esa tendencia mórbida a inventar, producir y consumir toda clase de artilugios y mercancías sofisticadas devoradoras de energía, como los automóviles.
5º Librar a la humanidad de esa enfermedad de la mente que es la moda que hace que preferimos la última invención, la novedad del día.
6º Producir bienes durables.
7º En fin, renunciar al círculo vicioso del hombre que coge una máquina de afeitar más rápida para llegar más rápido al taller para fabricar maquinas de afeitar que afeitan más rápido.
Todo esto es perfectamente razonable. Pero el profesor se pregunta: ¿La humanidad va a escuchar estas propuestas? O bien es su destino tener una historia grandiosa, pero breve. Quizás ésta sea la tragedia humana. La sociedad humana debería consumir sólo lo que el planeta es capaz de reponer. En el caso contrario vamos en línea recta hacia la retrogradación y las penurias.
Antonio Martínez
|