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Vida natural

Comer o conducir

La agricultura sostenible puede alimentar al mundo pero no puede llenar los depósitos de nuestros coches.

1. La euforia de los combustibles vegetales: una amenaza a la seguridad alimentaría global. Con los precios del petróleo creciendo, cada vez más agricultores ven su futuro en cultivos para la producción de etanol o biodiesel. Hasta el aceite de girasol suele ser más barato que la gasolina. Ahora es más rentable quemar los cereales que hacer pan o alimentar a las vacas. La euforia de los combustibles vegetales puede poner en peligro la seguridad alimentaría de Europa y del mundo.

2. Los biocombustibles no sirven para luchar contra el cambio climático. Todas las plantas verdes reducen el C02 transformándolo en azúcar y oxígeno. Sin embargo, las prácticas agrícolas intensivas utilizadas para producir maíz, cereales, caña de azúcar, aceite de palma y soja para combustibles vegetales son muy dependientes de los combustibles fósiles. Muchos estudios científicos afirman que el balance energético de los biocombustibles es negativo. Los estudios que defienden los biofuels suelen externalizar los importantes insumos energéticos tanto en la producción como en el transporte.

3. Kilómetros alimentaríos: los peligros de un suministro lejano de alimentos. En la UE un alto nivel de importación de alimentos, el uso masivo de fertilizantes y pesticidas, el creciente procesamiento y concentración de la producción han dado como resultado un gran incremento del transporte de alimentos. Como este aumento del transporte obliga a la industria a evitar el almacenamiento de muchos alimentos, el riesgo de una rotura de suministros de alimentos es cada vez más alto. De hecho, las reservas de grano están en su nivel más bajo desde hace 40 años. Para reducir estos peligros y bajar la dependencia del petróleo haría falta un sistema alimentario más local y regional. La producción de biocombustibles alejará la producción de alimentos de nuestras mesas.

4. El boom de combustibles vegetales es el producto de dumping socio-ambiental y bajos precios de alimentos. El auge de biocombustibles es un reflejo de la producción agrícola insostenible que se basa en esconder los costes sociales y ecológicos en los países del Sur. La comida ecológica es más cara a pesar de utilizar entre 30 y 50% menos energía procedente del petróleo y de provocar mucho menos daño social y ambiental.

5. Con una agricultura sostenible no haría falta tanto petróleo. Europa es el importador neto más grande de alimentos y piensos en el mundo. La UE utiliza millones de hectáreas por todo el mundo y consume enormes cantidades de petróleo (además de empeorar la escasez de agua y la erosión globalmente) para mantener los métodos intensivos y el transporte. Para reducir la dependencia del petróleo y combatir el cambio climático haría falta fomentar la producción local y regional de calidad y ecológica.

6. Cortando bosques tropicales para plantar combustible. El aceite de palma y otras cosechas son responsables de la destrucción de bosques tropicales. Entre 1985 y 2000 el 87% de la deforestación de Malasia ha sido debida a las plantaciones de aceite de palma para biocombustibles. Se proyecta arrasar otros 6 millones de hectáreas de bosque en Malasia y otros 16.5 millones de hectáreas en Indonesia para más plantaciones de aceite de palma. Mucho bosque tropical de Brasil ha sido cortado para las plantaciones de caña de azúcar y soja que se utiliza en la producción de bioetanol y combustible vegetal, para uso nacional, y cada vez más para la exportación a Europa y EE.UU. Sin embargo, el 80% de las emisiones contaminantes de Brasil proceden de la deforestación.

7. Alimentar a personas o a coches. Hay una creciente competencia entre los 800 millones de propietarios de coches y los dos billones de personas más pobres del mundo. A nivel global los conductores de coches pueden comprar comida y gasolina, pero la mayoría de los pobres no tienen bastante para comer. Por todo el mundo los ganaderos y los agricultores advierten de la probable escasez de aceite, pienso, leche, huevos y carne debida a la creciente pugna entre la producción de alimentos y la de combustibles vegetales.

8. Hambre de energía frente a la soberanía alimentaría. Más demanda para energía no renovable mina el acceso a alimentos. El crecimiento económico de Brasil, China y la India tiene un hambre insaciable de energía, lo que acabará provocando más hambre para sus habitantes. Al mismo tiempo, Norteamérica y Europa consumen el 65% del petróleo con sólo el 19% de la población. El creciente consumo de carne (que necesita hasta 10 calorías vegetales para 1 caloría de carne) y el despilfarro de alimentos (más de 35% en la UE) en la cadena alimenticia están erosionando la seguridad alimentaria global. Sólo una drástica reducción del consumo energético del Norte industrializado y un uso más sostenible de recursos en el Sur podrán evitar duros conflictos sobre energía y alimentos en el futuro.

9. Europa necesita una agricultura de bajo consumo energético.
La reintegración de la ganadería sostenible y la producción agrícola pueden ahorrar mucha energía y cortar los kilómetros de transporte. La utilización de energías renovables, combinando el uso de excrementos con la producción descentralizada de electricidad y calefacción en las granjas debe ser una prioridad en la agricultura moderna de bajo consumo.

10. Certificación obligatoria y evaluación de impacto sobre la seguridad alimentaria para la producción europea y la importación de combustibles vegetales.
La UE debe garantizar una estricta evaluación ambiental y alimentaria de cada exportación o importación de biocombustibles. Debe incluir los impactos globales sobre los ecosistemas de zonas tropicales y debe evaluar si existe un balance energético positivo en cada operación. Se debe instaurar un sistema de certificación mandataria que incluya impactos sobre la biodiversidad, el agua y el suelo, además del acceso de la población local a éstos recursos y a los alimentos. Toda ayuda financiera o ventaja fiscal debe ser ligada a criterios de sostenibilidad mediante el sistema de certificación.

David Hammerstein
Eurodiputado de Los Verdes