El objetivo de las fundadoras
fue crear un espacio donde la diversidad podía
ser expresada, rehusando explícitamente
a publicitar obras de arte producidas por genios,
aunque fuesen hechas por mujeres. Todos los números
respetaban el formato y las 150 páginas,
pero cada colectivo autónomo tenia la libertad
de diseñar la portada y las páginas
como quisiera, produciendo una variedad visual
siempre sorprendente. Las presentaciones de cada
número de la revista se realizaban en galerías
de arte o cafés, creando debates acalorados
entre los participantes por la polémica
que suscitaban los temas. Eran aún los
días en que los hombres podían cuestionar
la necesidad de crear, por ejemplo, una institución
como el Museo de las Mujeres en la ciudad de Washington.
A la madre de Braderman, que trabajaba en un museo
de esa ciudad en esa época, le preguntaron:
¿Para qué necesitan [las mujeres
artistas] un museo separado cuando ya hay demasiados
en Washington, y están llenos de obras
realizadas por mujeres?. Cuando le pidió
a su interlocutor que nombrase una, la respuesta
fue: Joan Miro (en inglés,
Joan es nombre de mujer). En este momento, la
única mujer artista representada en la
colección del Museo de Arte Moderno de
Nueva York, Meret Oppenheim, autora de la célebre
y muy surrealista taza, plato y cuchara recubiertas
en pelaje animal, era ingresada en la historia
clásica del arte moderno de Janson como
un hombre. Si las cosas han cambiado desde entonces,
fue en gran parte por la influencia de Heresies
en concienciar a las instituciones culturales.
Joan Braderman quiere,
a través de esta película, revivir
los debates de los años setenta que revolucionaron
las practicas artísticas en los Estados
Unidos, y también confrontar a la audiencia
con preguntas difíciles que todavía
no han sido resueltas, como el deseo de muchas
mujeres de combinar vida familiar y educación
de los hijos con un trabajo o profesión
a tiempo completo. La edad de las fundadoras de
Heresies ronda ahora entre cincuenta y pico y
ochenta y pico. Muchas de ellas ya no viven en
Nueva York, aunque todas continúan produciendo
arte, literatura y arquitectura.
Con sus dos jóvenes
asistentas, la productora Crescent Diamond y la
camarógrafa Lily Henderson, Braderman volvió
a visitar los parajes de Almería, integrando
también en su película temas polémicos
como la confrontación entre los intereses
inmobiliarios y la protección de la naturaleza,
temas que, de manera mas amplia, ya habían
sido tratados por las herejes en su
número Ecología y Feminismo.
Amigos
del Parque
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