Las manos de
la artista
Eveline Sacher
nació en Berlín, diez años antes
de la construcción del vergonzoso muro que dividió
a la ciudad. Su infancia se desarrolla en un ambiente
cultural y artístico por ser hija de un hombre
de teatro. Sus aptitudes para las artes plásticas
se confirman en su adolescencia y, sin dejar de lado
la pintura, le toma gusto a la fotografía, después
de pasar por un curso en el que descubre el valor de
la cámara oscura como testigo del tiempo, de
la vida, como cómplice del ojo del artista.
A los veinticinco
años de encontrarse entre artistas plásticos
se afirma y confirma en ella el hecho de dedicarse a
la pintura. Desde entonces ambas facetas del arte, pintura
y fotografía, han convivido de forma paralela
en la labor creativa de Eveline Sacher y la siguen acompañando
durante toda su vida, allá donde vaya.
Se interesa por
movimientos artísticos como la Bauhaus, el surrealismo,
el dadaísmo, y descubre el Art Brut
que la interroga sobre la esencia del acto creador,
eso que hace que un niño esquizofrénico
o un loco hagan arte. Las exposiciones no son entonces
su mayor preocupación, sino la investigación
en su propia esencia como artista y su derivación
a estudiar el arte terapéutico, a utilizar sus
manos, las mismas manos que pintan o fotografían,
para curar o aliviar a través de masaje.
Actualmente vive
en Las Negras donde ejerce de masajista y pinta. Al
contrario que en su profesión, donde las manos
saben donde van y conocen cada rincón de los
cuerpos, en su pintura manda la espontaneidad, la improvisación,
el acto no premeditado, sin dejar de lado las texturas
que reafirman y modelan la obra.
Pero como todo
se mezcla en esta vida, sus obras fieles a la abstracción,
a las manchas de color, a la pincelada gestual, se mezclan
con otras obras que recrean los cuerpos femeninos tantas
veces recorridos por sus dedos, tan memorizados que
no tienen secretos, tan conocidos que el resultado no
son los cuerpos reales, simplemente figurativos que
su cámara fotográfica podría captar,
sino una adaptación particular, filtrada por
su experiencia y su propia percepción, que en
sus cuadros resulta más real y tangible que la
propia forma que puede devolvernos el espejo.
Eveline Sacher
ha participado, en estos últimos años,
en varios acontecimientos artísticos en el Parque
y en Almería, y prepara una exposición
para este verano en la sala de la Asociación
Levantisca de Carboneras.
Kabila y
Mario
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