Os voy a contar
una historia desde dos puntos de vista, cada uno que
se coloque donde quiera, que yo ya elegí el mío
(os adelanto que es el segundo), pues el primero no
deja de ser una aberración.
Me pongo en el
pellejo de un practicante de fly-surf (deporte consistente
en navegar sobre el agua de pie en una plancha de surf
usando una vela similar a un parapente), que el último
domingo de Semana Santa intenta deleitarse con su deporte
favorito en la playa, entre San Miguel de Cabo de Gata
y Las Salinas; pero claro, el viento, que de vez en
cuando sopla demasiado y hace olitas, no permite que
este deportista se eche a la mar y tiene que recoger
e irse. En su camino de vuelta, de pronto se encuentra
con ¡ALELUYA¡ una pedazo de laguna,
planita, planita, y claro, padentro con
todo su equipo. Me imagino sus pensamientos (que flipe,
que guay,...), despliega su paraca y se
pone a deslizarse y saltar en El Paraíso,
entre flamenquitos, avocetitas, cigüeñuelas,
que aplaudían a su paso... Vamos, que en ningún
sitio se encuentra el tío algo mejor.
En esta parte
de la historia enlazamos con la segunda visión
(la mía), la de un orgulloso trabajador (informador
de los visitantes del P.N.) que se ha pasado todo el
domingo por la mañana explicándole a toda
la gente que visita Las Salinas su avifauna..., y todo
lo maravilloso que hay en nuestro entorno. ¡Cómo
para que ahora un visitante se encuentre con una fauna
diferente, multicolor, un poco más grande de
lo normal, y que nada y vuela!
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