Cuando se acerca la estación
fría los erizos comen exageradamente para
conseguir reservas que les mantengan durante la
hibernación. Ese período es bastante
corto en estas tierras.
Se alimenta principalmente
de lombrices de tierra y de caracoles, pudiendo
también comer saltamontes, aves jóvenes,
pequeños reptiles, huevos, fruta o carroña.
El erizo es el mayor insectívoro de la
península Ibérica.
Se reproducen una o dos
veces al año y en cada camada pueden traer
hasta 7 crías. La gestación dura
unos 2 meses y suelen aparearse entre marzo y
junio. El juego de apareamiento puede durar horas
y resulta complicado. La cópula podría
parecer peligrosa para el macho, pero la hembra
coloca hábilmente las púas en posición
plana para no ensartar a su compañero (menos
mal). Su elevada natalidad garantiza la conservación
de la especie. Un erizo puede durar hasta 10 años.
El Erizo Moruno se diferencia
del Común en que las púas de la
cabeza están divididas en dos bandas y
en que su cuerpo es más rechoncho, no superando
los 25 cm; por lo demás, tiene las mismas
necesidades y costumbres que su colega europeo.
Este Erizo Moruno procede del norte de África
y está menos extendido por la península;
principalmente habita la parte sur, como sus compatriotas
humanos que han venido a trabajar con nosotros.
La integración del Erizo Moruno es total
en Almería desde hace más de un
siglo; a los demás erizos no les importa
que haya venido de África, dándonos
una nueva lección a los humanos que tenemos
tantos prejuicios con nuestros congéneres
de otros continentes.
En fin, el Erizo, ya sea
europeo o africano, es un pequeño mamífero
insectívoro de aspecto simpático
mientras no se sienta en peligro, trasnochador
y complicado de acariciar, pero que se deja dar
de comer fácilmente. No tiene muchos enemigos
naturales pero, buscando sus necesarias lombrices
de tierra en las carreteras, suele sucumbir ante
las mortales ruedas de nuestros coches, que es
su mayor depredador. Desgraciadamente, para los
humanos, los coches también son los mayores
depredadores, dejando muchas vidas en las carreteras
cada fin de semana. Está claro que entre
los erizos y los humanos hay más coincidencias
de las que creíamos.
Mariano Torrero
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