Y ustedes se preguntarán, pero ¿dónde está el problema? El problema es que las tierras que hay alrededor tienen dueño a pesar de su condición de Parque Natural. Un día apareció dicho dueño por el cortijo y, amablemente, dijo a mis abuelos que quería hacer unas cocheras justo al lado de este y que para que Medio Ambiente no le pusiera trabas, debía traer escombros y dejarlos al lado del cortijo para simular que hubo allí otra vivienda, cosa que la escritura no deja muy clara, y en ello se ampara.

Mis abuelos ya mayores, dejaron que este hombre hiciera sus aceras y gestiones porque no querían problemas con esta persona conocida bastante bien en el pueblo de “La Almadraba de Monteleva”. Pero cuál fue la sorpresa de mis abuelos cuando un día se pusieron a construir el muro que observará en la fotografía, alrededor del cortijo, dejando un espacio pequeño para poder salir de este, por el lado norte. Este muro incluso cortó el camino de acceso teniendo que “fabricar” con el paso de los coches otro.

Y ustedes se preguntarán, pero ¿dónde está el problema? El problema es que las tierras que hay alrededor tienen dueño a pesar de su condición de Parque Natural. Un día apareció dicho dueño por el cortijo y, amablemente, dijo a mis abuelos que quería hacer unas cocheras justo al lado de este y que para que Medio Ambiente no le pusiera trabas, debía traer escombros y dejarlos al lado del cortijo para simular que hubo allí otra vivienda, cosa que la escritura no deja muy clara, y en ello se ampara. Mis abuelos ya mayores, dejaron que este hombre hiciera sus aceras y gestiones porque no querían problemas con esta persona conocida bastante bien en el pueblo de “La Almadraba de Monteleva”. Pero cuál fue la sorpresa de mis abuelos cuando un día se pusieron a construir el muro que observará en la fotografía, alrededor del cortijo, dejando un espacio pequeño para poder salir de este, por el lado norte. Este muro incluso cortó el camino de acceso teniendo que “fabricar” con el paso de los coches otro.

Por supuesto aquí ya mis abuelos nos pidieron qué podían hacer para parar esta situación, y damos lugar seguidamente a la denuncia pertinente ante el juzgado. Tras dos años y medio, se celebró el juicio, siendo la sentencia positiva para mis abuelos, pero la alegría iba a durar poco. El dueño no conforme con lo dictado presentó un recurso, querellándose, y tras otros dos años de espera, el juez le dio la razón.

Hoy podemos observar que el muro se encuentra y se encontrará dañando el Parque Natural y el cortijo, y sentimos la impotencia que produce el no poder disfrutar de las vistas que nos ofrecía y, en definitiva, costumbres que durante muchos años ha poseído el cortijo. Hace un mes, dicha persona depositó, con un camión, un montón de paja para cortar el paso de la vivienda y así poder hacer más daño a mis abuelos. La paja además oculta ladrillos para la construcción. No contento con eso, metió un rebaño de ovejas dentro del muro para que mis abuelos olieran continuamente a estiércol. Además continuamente les amenaza con que no pagará ni un duro por el cortijo y que deben dárselo a él.

Sin más me despido sin antes mencionar el verdadero fin de ese muro y de estas incesantes amenazas. Es la construcción de un Hotel, pero para ello, deben antes “echar” a mis abuelos y qué mejor forma que haciéndoles la vida imposible.

Sebastián Fernández Molina.