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Más sobre el agua

Se confirma lo que nos temíamos en relación a la sobreoferta de agua desalada junto al Parque Natural y en el área hidrogeológica Hornillo-Cabo de Gata. A pesar de los graves problemas de sobreexplotación de este acuífero, se siguen poniendo en marcha grandes fincas de agricultura intensiva bajo plástico en zonas que eran de secano, fincas que por su tamaño y coste sabemos que no son promovidas por agricultores.

Nos preguntamos por qué empresas dedicadas al negocio inmobiliario ahora se interesan por la agricultura en esta zona, cuando en el Poniente, empresas agrícolas se empiezan a pasar al negocio inmobiliario ante el cada vez más anunciado, y tal vez provocado, descenso en la rentabilidad económica del sector agrícola. Los agricultores de la zona lo saben; cuando ven cómo los pequeños e incluso inexistentes caminos se convierten en estupendas carreteras dicen “eso es para el turismo”, por todos esos coches y furgonetas destrozados en esos caminos cuando antes sólo eran para ellos. La única explicación es la de poderse hacer con el agua destinada a la agricultura, porque a los agricultores se los movilizaba para pedir agua, pero el agua no es para ellos.

Los agricultores empiezan a estar en peligro de extinción, están tan amenazados como el Parque, los pozos de los que regaban sus padres y abuelos se están salinizando mientras contemplan cómo día tras día se siguen haciendo desmontes y nuevas fincas, proliferando los sondeos ilegales. Reciben ofertas de agua desalada de Carboneras y de Rambla de Morales, sin ninguna información por parte de la Administración sobre la garantía de estas ofertas y el porqué de la duplicación de las mismas, se les presiona para que compren agua y se les amenaza con que se van a quedar sin ella. Aqullos que ante el deterioro del agua de sus pozos han hecho su pequeña desaladora para poder seguir regando sus fincas viven con el temor de que se las cierren, pues saben que si no lo han hecho hasta ahora es porque también tendrían que cerrar esas otras desaladoras de gran tamaño, también ilegales. Los mismos que se dedican al negocio de la venta de agua, son las que están permitiendo la puesta en marcha de esas grandes fincas a la espera del agua subvencionada.

En este estado de temor y confusión los propietarios de la zona empiezan a recibir visitas de posibles compradores para sus tierras. Con sus pozos salinizados, amenazados con el cierre de sus desaladoras, con miedo a ser engañados en este mercadeo de agua desalada y preocupados por los malos presagios que se aventuran para el sector, se están convirtiendo en un blanco perfecto para los especuladores.

Si este territorio tiene vocación turística no puede ser otra que la de un turismo de naturaleza, y nadie mejor que los vecinos de la zona para reconvertir el sector de la agricultura intensiva al agroturismo, porque ellos disponen de un saber hacer de manejo de la tierra, del viento y del agua transmitido de padres a hijos y que es recuperable, porque pueden acoger al visitante como quien recibe en su casa ¡porque es su casa! Y bastaría que se le diera la información, el asesoramiento y el apoyo económico necesario para hacer de los cortijos de la zona el más bello y sostenible de los complejos turísticos.

Lo otro, dejar que la gente del lugar se vaya y convertir el paisaje de Almería en grandes islas de cesped regadas con agua desalada y rodeadas de apartamentos para el verano, resulta tragicómico. Basta leer los periódicos diariamente empeñados en hacernos a todos jugadores de golf. Dan ganas de reir y llorar al mismo tiempo.

Amigos del Parque