La
situación del acceso a las playas de Mónsul
y Genoveses se ha hecho insostenible durante el verano.
Es necesario darle una solución sin que ello
afecte al paisaje y a su valor ecológico, que
es lo que hace estas playas singulares y tan atractivas
y, no lo olvidemos, merecedoras de tantos títulos
nacionales e internacionales de protección.
Este
verano, para acceder a las playas de Mónsul y
Genoveses, se han dado situaciones intolerables: atascos
diarios, incapacidad de los aparcamientos para absorber
los coches, lo que incita a aparcar en el mismo camino,
agravando así los atascos. Se ha llegado a tardar
más de una hora en el desplazamiento de Mónsul
a San José o al contrario. Y, además,
la Guardia Civil se ha visto en la necesidad de cortar
el tráfico muchos días a media mañana.
Ante
esta situación han vuelto a salir a la luz los
planes del Ayuntamiento de Níjar y la Administración
de Medio Ambiente de asfaltar el camino y los aparcamientos,
aumentar el tamaño de éstos y acondicionar
las playas, con duchas, restaurantes y otras instalaciones.
En
numerosas ocasiones hemos manifestado nuestra opinión
contraria a este tipo de soluciones. El
asfaltado y otras actuaciones como las previstas destruyen
todo aquello que las hace merecedoras de tutela, el
ser playas vírgenes que nada tienen que ver con
las playa urbanas. Se trata de actuaciones contrarias
a los objetivos de éste y cualquier otro parque
natural cuyo propósito es el de conservar un
paisaje y características medioambientales únicas.
Es
absolutamente legítimo que se quiera llegar a
cualquier lugar por asfalto y disfrutar de playas acondicionadas,
incluso debe admitirse que eso responda a las preferencias
de una mayoría, pero para ello ya se tienen a
disposición la mayoría de las playas españolas,
más de una, incluso, dentro del parque. Ahora
bien, no son muchas las que quedan en estado natural,
por favor, respetémoslas, porque representan
un compromiso ineludible con nuestro frágil planeta.
Como
es lógico, las propuestas para su conservación
son variadas, hay quien propone solucionar el problema
cerrando los accesos o poniendo trabas, tales como fijar
un precio de entrada. No nos parecen las mejores soluciones.
Primero, porque no es un buen criterio excluir a nadie
por una cuestión de precios y, segundo, porque
la mayor parte del año no hay ningún problema
para acceder a las playas sin causar perjuicio al medio
ambiente, ya que tanto éstas como los aparcamientos
permanecen casi vacíos.
Creemos
que lo primero que habría que hacer es un estudio
independiente, encargado por la Consejería de
Medio Ambiente, que estableciera el número máximo
de coches, embarcaciones y de personas admisibles en
los momentos de mayor afluencia. Teniendo en cuenta
que muy posiblemente el número de personas admisibles
en estas playas sea muy superior al número de
coches que puedan entrar para transportarlas. Deben
fijarse de manera clara los límites de presión
humana y de otro tipo que soporta el medio natural.
Como
los días en que se superarán con seguridad
esos límite máximos, especialmente de
tráfico rodado, son unas pocas fechas al año,
semana santa y parte del verano, sería fácil
arbitrar las soluciones más inmediatas. Entendemos
que debería cerrarse el camino al tráfico
particular y poner un servicio de microbús que
hiciera el trayecto, llevando al personal que no quiera
desplazarse andando o en bici hasta las distintas playas.
No hay que desestimar tampoco otras soluciones que llevan
tiempo funcionando en otros espacios protegidos, como
es la concertación previa de visitas.
Lo
que desde luego no es una solución es asfaltar
y acondicionar las calas vírgenes para transformarlas
en playas urbanas; aunque éstas terminan saturándose
igualmente hasta lo inimaginable. No hagamos con las
playas lo mismo que sucede con los núcleos urbanos:
gran desarrollo urbanístico, sin la infraestructura
necesaria y poco respetuosa con el medio, que permanece
inservible durante todo el año a excepción
de unas pocas fechas, y en éstas todo resulta
insuficiente. Ésta es una política que
no tolera un parque natural y que no se sabe bien, o
no queremos saber, a quién beneficia y a costa
de qué.
Y
una última consideración. Sabemos que
una cantidad excesiva de polvo, como la que provoca
el tráfico, daña gravemente la vegetación,
pero hay técnicas de consolidación de
caminos que evitan su continua reparación y disminuyen
el polvo, al mismo tiempo que mantienen su aspecto actual.
Un estudio con una de estas técnicas, más
baratas que el asfaltado, ya se lo hicimos llegar a
la Delegación de Medio Ambiente con motivo de
su propuesta de hormigonar el camino de acceso al Playazo
de Rodalquilar, al que nos oponíamos por las
mismas razones.