En “Mina María Josefa”, entre Albaricoques y Rodalquilar, hice un encuentro muy desagradable en el desierto. Aquí todo debería ser sólo tranquilidad y serenidad, pero algunos idiotas vinieron para destruir la belleza del lugar, a traer la gangrena de la civilización y tirar sus residuos en plena naturaleza en el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar.
Una multitud de neumáticos usados ha sido vertida al pie de una antigua estructura de tratamiento aurífero, cerca de una mina abandonada.
El comerciante, durante el reemplazo de los neumáticos, debe pagar una tasa de reciclaje (Signus Ecovalor). Cuando éste evita dicho proceso, pues se trata de una ruptura del contrato implícito, con el abandono de la recuperación de los desperdicios y de un acto grave contra la naturaleza.
“Quien contamina lo paga”.
Contaminadores, ¡tenéis que reflexionar antes de morir, ante la pertinaz e irresponsable consecuencia de vuestros propios actos!
Jacques Fortunier
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