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Cartas y opiniones

Desde aquí os animamos a enviar vuestras cartas contándonos anécdotas, comentarios y opiniones sobre todo lo relacionado con el Parque Natural. Podéis hacerlo a través de Internet o por correo postal. Gracias.
 

Por amor a Cabo de Gata. Carta a Lucía Tejero

Estimada Directora del Parque:

Lo siento por la molestia, pero necesito quejarme. Sé perfectamente que está enamorada desde niña de Cabo de Gata y que está convencida de que dentro de 30 años el Parque seguirá manteniendo los 60 Km de costa mejor conservados del Mediterráneo. Pero, si todo sigue empeorando como en estos años, le aseguro que no va a ser así.

Me presento: me llamo Mauro Fradegradi, soy italiano y llevo 14 años bajando a Cabo de Gata de vacaciones. Los del lugar dicen que conozco el Parque mejor que ellos. Me encantan su naturaleza, sus playas, sus praderas y el Desierto de Tabernas también. Todos los días, cuando estoy de vacaciones, voy a las playas andando. Ni coche ni autobús. Andando. Viendo y respetando ese lugar tan mágico.

1) ¿Dónde está la Guardia Civil? Siempre hay coches y todoterrenos que conducen a más de 80-90 km/h levantando polvo y piedras con gente andando o en bicicleta a lo largo de un camino donde hay señalados límites de 20 km/h. ¿Dónde está?

2) Para mí, cierre total del camino a los coches. Le explico: a Mónsul, Barronal, Genoveses y Carbón, no se debería llegar con coche privado, sino con autobuses, bicicletas, caballo o andando. Siempre hay alguien que quiere gastar dinero... Esto es asqueroso, lo siento, pero es asqueroso y todo el mundo lo sabe. Se sabe también que cuando durante años el dueño de la finca cobraba por los aparcamientos no lo podía hacer porque era ilegal. A ver qué le va a pasar ahora, si lo va a pagar todo o nadie le hace nada. A ver.
De todas formas, todo se puede solucionar muy fácilmente proporcionando:
a) Cuatro autobuses que salgan cada 15 minutos y gratuitos.
b) Aumentar el número de alquiler de bicicletas y las rutas a caballo.
c) Permitir a cada empresa, albergues, casas rurales, camping… acompañar a sus clientes con todoterrenos o furgonetas registrados.
d) Estimular el paseo hasta las playas colocando a lo largo del camino cabañitas de paja, como las de las paradas de los autobuses, para que los visitantes puedan encontrar sombra y descansar; además de carteles informativos. Por lo tanto, ni coches ni aparcamientos.

 
Foto: Cala del Embarcadero © OM
 

3) Conservar el aspecto salvaje. ¿Alguien se ha preguntando por qué la gente quiere ir a Cabo de Gata? Por su naturaleza salvaje. Es un parque natural. ¿Es tan difícil entenderlo? Le recuerdo sus propias palabras: «[...] Parque Natural, Reserva de la Biosfera, Geoparque Mundial de la UNESCO, Zona de Especial Importancia para el Mediterráneo, Zona de Especial Conservación y Zona de Especial Protección para las Aves de Cabo de Gata» (Eco del Parque, n.10 2018, p.28). Con estos títulos nadie debería ni siquiera pensar en aparcamientos, chiringos, viviendas, etc... Como la vieja e infeliz idea de un chiringo en Mónsul.

Además, nadie se preocupó de salvar las estupendas chumberas del Campillo del Genovés que se murieron por culpa de un bicho, dicen, ¿y el polvo levantado por los coches que les ha quitado el aire? Lo mismo está pasando con las pitas y las palmeras que, lamentablemente, pertenecen a esa desgraciada etiqueta de “plantas invasoras” y que el Gobierno no quiere tutelar. Si Cabo de Gata es tan mágico, lo debe también a estas plantas tan raras en parajes europeos y que ya llevan siglos colonizando esta tierra. Una locura no cuidarlas.

 
Foto: Autobús en el camino a las playas de Poniente © OM
 

4) Hay que expropiar. Lo dijo el Ayuntamento, ¿no? que iba a expropriar los terrenos privados. Bueno, ¡que se animen! Porque Cala San Pedro es un asco con todas esas tiendas: la playa es de todo el mundo y no sólo de los “perroflautas” o de quien quiere hacer lo que le da gana sin responsabilidad. Sobre todo, hay que expropiar las tierras de los dueños del valle de Mónsul, los herederos de doña Paquita, porque es el corazón del Parque. No se puede pretender que haya aparcamientos, chiringos, coches y esa Fábrica. Que dejen de gastar dinero y piensen sólo en salvaguardar el Parque.

5) Hay que fomentar el turismo verde y responsable. Acampada, rutas naturalistas y culturales y, sobre todo, el turismo juvenil. Ni turismo de golf club, de señorías, de familias adineradas, de hotel a 5 estrellas. Hay que animar el turismo joven bajando los precios y potenciando la costa como lugares de socialidad pero que, por un lado, sea un turismo responsable, pacífico y en perfecta comunión con el entorno ambiental, y por otro que sean estructuras que respeten las normas de un parque natural. No hay nada atractivo para los jóvenes por la noche. Hay que encontrar soluciones sin afectar al Parque. Es un parque natural de increíble importancia y encanto, y hay que protegerlo.

Los cabogateros lucharemos hasta la muerte para impedir que los políticos, los dueños, los empresarios y todos los que sólo quieren enriquecerse agotando la naturaleza del Parque arruinen y destruyan la magia de Cabo de Gata. Se puede vivir, trabajar y gastar dinero respetando el Parque y sus características y sus límites.

Lo siento por el tono tan agresivo, pero debe quedar claro lo que está pasando en Cabo de Gata. Todo el mundo se queja, desde los dueños de bares, restaurantes, tiendas, hoteles, camping y hasta los turistas. Todo el mundo sabe la poca importancia que el Ayuntamento de Níjar da a los pueblos de la costa: apagones, alcantarillas de las que sale mierda, falta de limpieza, los dueños de la finca que cobran dinero, etc.
Muchas gracias por su atención.

Mauro Fradegradi (Milano)
cabogatero pa’ dentro

 
Visita a Las Negras

Estimados Amigos del Parque,

Vine por primera vez al Cabo de Gata hace casi 25 años y, para mí -que me hice de corazón verde gracias al Amigo Félix y al espíritu medioambiental de la Transición democrática española-, resultó un descubrimiento que invitaba a sumergirse en una naturaleza poco modificada por el hombre, pero donde se vislumbraban amenazas varias. Regresé muchas veces y mis ganas de ayudar me hicieron asociarme a vosotros. Pues bien, llevaba años sin volver hasta septiembre de 2018, cuando vinimos a disfrutar de un fin de semana de (presunta) tranquilidad, huyendo ingenuamente del bullicio urbanita. Conseguimos un coqueto y negro apartamento en Las Negras, por el añejo recuerdo de tascas marineras y el rollito diferente alternativo. Por el camino, mucha plastificación hasta el borde del Parque.

- Ya verás, Mari Pepa, qué bien vamos a estar estos días. En el Parque Natural se cuida el entorno y te vas a desestresar mucho.
- A eso venimos, cariño.
Primera tarde.
- Pero, ¡cómo ha cambiado esto! Hay hoteles grandes y chicos, un centro comercial, rotondas, el paseo del mar arreglado… y esas urbanizaciones de allí tampoco estaban la última vez.

Seguimos la ruta. ¡Ah, qué gusto! Mira, el Peñón de las Negras está precioso cuando le da el sol del atardecer… Y no hay mucha gente ahora.
Hace buena temperatura y de noche el cielo estrellado invita al paseo romántico. Tapeo con pescaíto fresco riquísimo. Bien pinta la cosa. A dormir, que mañana hay que disfrutar de la jornada.

Segundo día.
- Coge la mochila que nos vamos a la Cala de San Pedro.
Cuesta para arriba, empiezan a aparecer coches que vienen y van. Polvo eres... Al final de la pista han acondicionado un aparcamiento disuasorio de concurrencia nutrida.
- Se ve que hay muchos con discapacidad motora que no pueden acceder de otra manera.
- Será eso.

Sigue la senda. Hay una moto por el camino. Un ciclista intenta la tortuosa ruta ¡Hay gente para todo! Al castillo le queda cada vez menos piedra. Cualquier día se le cae encima a alguien la Historia Viva. Pero la fuente refresca y el baño es reconfortante. Vuelta a casa. Más coches que van y vienen. Ducha y comida. Y la, por supuesto, merecida siesta. ¡Ay! pero de pronto: ¡chumba, chumba…!
- ¿De dónde sale esa música tan fuerte a las tres de la tarde?
- Será del hotel.
- Del hotel no puede ser porque qué dirían los huéspedes en las horas de reposo.

 

Foto: Las Negras © JG
 

La música sube de tono. Se ve que el personal también tiene discapacidades auditivas. Y lo mejor contra el adormecimiento de sobremesa es un remedio tipo fiestón forte. Menos mal que por cómo gritan -¿estarán con la conga?- parece que las condiciones fónicas van bien. Todo no va a ser malo. Pasan horas de chumba, chumba, y decidimos que si no puedes con tu enemigo, hay que unirse a él.

- Vamos a ver dónde está la fiesta… pero ¡sí que es en el hotel pequeñico! Tenías razón. No lo puedo creer. ¡Vaya jolgorio! Hale vamos a dar otra vuelta.

Paseo por los alrededores, hacia la playa. ¡Cuántas autocaravanas hay aquí! El clima invita al autoservicio masivo. Para abajo, más chumba, chumba que sale de aquí y de allá. Hasta Jesucristo Superestar en versión Camilo Sesto. -¡¡¡Ahhhhhhh!!! ¿Pooor queeé he de moriiiir?- ¡Qué marcha! Se ve que el ritmo innato de algunos ancestros subsaharianos, estando donde estamos, lo ha heredado el personal.

- Sí que ha cambiado esto, sí. ¿Qué dijiste sobre la tranquilidad, cariño?
- Nada, no dije nada.

Al fondo se ven los faros de los coches que regresan de San Pedro ya de noche cerrada. Nos vamos con la intención de dormir. No para el chumba, chumba del hotelico hasta las doce. Horario de camping, menos mal. El pinchadiscos se ha ganado el sueldo.

Tercer día.
Precioso amanecer. Retomamos la mochila y tira por esa sendica para El Playazo.
- ¡Qué vistas más bonicas! ¡Mira esas rocas de ahí! Esta geología es tan variada que no me canso de verla. Y ahí está el Castillo de San Ramón. ¡Anda!… pero si por delante del castillo llegan los coches hasta el borde del escarpe de la duna fósil… otro aparcamiento disuasorio.
- A lo mejor es que las discapacidades motoras abundan por aquí. Con tanta discapacidad, Hacienda rebajará una pasta en las declaraciones de estos.
- Será eso.
- Eso será.

Y por la tarde nos volvemos al cortijo con una sensación rara.
- Es el progreso -nos decimos con ironía-.

Manuel Sánchez

 

Destrozos en la finca del Cambronero

 

La finca del Cambronero está situada a los límites del Parque Natural marítimo terrestre, en plena sierra de Cabo de Gata y a las puertas del Parque Natural. Un lugar idílico y privilegiado, que se supone que debemos preservar, uno de los últimos reductos que escaparon a la sobre saturación del plástico. Pues hoy, por desgracia, su suerte ha cambiado y las grandes máquinas han comenzado a destrozar parte de esta sierra única. Con el único fin de construir una gran masa de invernaderos que solo beneficia a unos pocos. Creando un impacto visual negativo sin límites.

En el año 2011 varios partidos políticos se llevaron las manos a la cabeza, porque el ayuntamiento de Níjar pretendía construir una gran urbanización en estos terrenos para amortiguar el turismo en los núcleos urbanos del Parque Natural. A los cuales alegaron motivos como la falta de agua. Decían que se vulneraban todas las recomendaciones recibidas para la Reserva de la Biosfera del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, entre otras cosas más.

¿Y ahora sí nos vale permitir la destrucción de parte de esta sierra? ¿Acaso tenemos agua para regar este disparate de hectáreas de invernaderos? ¿Dónde están las administraciones competentes que, se supone, deben velar por el bien común?

Parque Natural plastificado, Cabo de Gata- Níjar.

José M. Montes

Foto: Finca del Cambronero © PGC
 

Sentimiento de tristeza

Resulta descorazonador ver que año tras año se sigue deteriorando el Parque al que muchos estimamos por su singularidad.
Este año está en boca de todos que el turismo ha bajado y de menor calidad, no nos damos cuenta que el boca a boca es importantísimo y no cuidamos el entorno.
No es la primera vez que escucho a los que vienen a visitarlo expresiones como “que poco lo cuidan”. La limpieza es desastrosa por la falta de vigilancia para que los visitantes cumplan con su obligación; por ejemplo, no tendría que dejarse aparcar por la noche en los aparcamientos del Parque, como sucede en los aparcamientos de la Isleta del Moro. No es difícil ver al turismo de furgoneta haciendo sus necesidades entre las mismas, con la dejadez que transmite a los que van a pasear o cenar.
 
Foto: Autocaravanas en La Fabriquilla © JG
 
Hacía un par de años que no visitaba playas como las del Playazo de Rodalquilar, quedé impactado por el aparcamiento desorganizado, sucio, problemas de circulación para acceder porque se aparcaba en ambos laterales al final de la carretera de acceso al parking. Parecía tercermundista, aquí escuché a una familia decir “para no volver más”.
 

No digamos de Las Negras. Si se pasean por el frente de la playa, el espectáculo en los aparcamientos es dantesco con el turismo ocupa cocinando, comiendo o durmiendo a las 11 de la mañana en los colchones por el suelo.

No se promueve el que se realicen excursiones caminando, sobre todo porque no se señalizan o bien no se mantienen. Un ejemplo, el camino de los Genoveses desde el molino hasta la playa, hay tramos que son impracticables para realizar el recorrido paseando con niños; a mitad de camino existen unas zanjas producidas por las lluvias que están así desde hace dos veranos. Queremos turismo rural dejando el coche, pues ponemos todos los problemas para que no se haga... ¿Tanto cuesta rellenar estas zanjas ?

Si los que vienen por primera vez, ven la dejadez, los que vivimos aquí vemos el deterioro progresivo que cada año va a peor y esto produce una gran tristeza.
Otro problema se refiere al desarrollo cultural sobre lo que significa desconocer lo que representa el Parque para nuestro entorno.

Miguel Martínez, San José

 
Foto: Zanjas en el camino de Los Genoveses © MM