Pero es que el propio filtro es ya en sí un gran contaminante, aunque esté limpio, ya que la mayoría de ellos están hechos de acetato de celulosa, un material no biodegradable que, por lo tanto, tarda bastante tiempo en descomponerse.
Algunos investigadores sostienen que las colillas pueden servir para hacer supercondensadores, las posibles baterías del futuro, para lo cual tendría que haber una recogida selectiva de las mismas, una cuestión que está muy lejos de la realidad.
En las playas, deshacerse de las colillas no es tan simple como en otros sitios, por lo que muchos ayuntamientos han optado por repartir ceniceros portátiles, que no son más que un cucurucho que puede clavarse en la arena para ir depositando las colillas. De todas formas, si no se dispone de estos recursos, siempre se pueden ir guardando dentro de una lata o cualquier otro recipiente que se tirará posteriormente a una papelera, nunca al wc como hacen muchos, porque entonces al final llegarán al mar a través del alcantarillado.
Pero la realidad es bien diferente y nuestras playas están sembradas de colillas, algunas, incluso, dentro de los cucuruchos, por lo que todos los usuarios, fumadores o no, estamos expuestos a los perjuicios del tabaco.
Una razón más para establecer las playas sin humo. Juan Manuel Jerez |