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Si esto es un Parque Natural ¿Por qué hay tantos residuos? |
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Año tras año los visitantes del Parque ven sorprendidos la basura y residuos que en él se acumulan sin ningún disimulo. Esparcidos en rincones malditos, sin orden ni concierto, cantan su último poema cochambres de todo tipo. Así, el viajero que haya visitado Aguamarga en los últimos seis meses, tras asomar por la cumbre de la Joya y contemplar el límpido azul del mar, al entrar en este pueblo, a la derecha, se habrá topado con los cubos de basura y junto a ellos, en una maraña repugnante a la vista, habrá encontrado: frigoríficos, televisores, restos de muebles, ingentes cantidades de deshechos vegetales resultado de desbroces o podas, plásticos de todo tipo, y hasta una Zodiac que sólo volverá a navegar si una riada la devuelve al mar. |
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¿Cómo olvidar la imagen que nos dejó septiembre del 2009? Las lluvias torrenciales caídas ese mes convirtieron dicho basurero-vertedero en un lodazal destinado a desembocar en la playa de Aguamarga. Playa en la que, por otra parte, las papeleras rebosan durante días residuos orgánicos sin que ninguna entidad de aseo urbano se ocupe de vaciarlos. No es de extrañar que nos hayan quitado la bandera azul que antes la calificaba de “playa limpia”. |
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Como si se tratara de una broma pesada, a poco que se mueva por el Parque Natural, declarado Reserva de la Bioesfera, el visitante volverá a topar con el mismo cuadro de inmundicias en otros improvisados vaciaderos muy próximos a núcleos urbanos o en su mismo centro, como ocurre en San José, La Isleta del Moro o Las Negras . Algunos turistas ocasionales preguntan indignados: pero si esto es un Parque Natural ¿Por qué hay tanta basura sin recoger?
Es muy probable que los representantes jurídicos, responsables de la prestación del servicio de aseo en el Parque, escondan la cabeza, miren hacia otro lado, o pongan como excusa que tomar ciertas soluciones requiere tiempo, buenas ideas y dinero.
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Quizá no podamos esperar mucho más de ellos, aunque sea su obligación. Por eso, somos nosotros, los que vivimos aquí, quienes tenemos el deber de protestar, quejarnos y reclamar sin más dilación: contenedores apropiados para cada tipo de basura, incluidos los deshechos vegetales, escombreras delimitadas y camufladas que no dañen la imagen del Parque ni la sensibilidad de quienes lo visitan o viven en él, cubos de basura situados en zonas asfaltadas y donde las riadas no puedan llevárselos. Y en resumen: un mejor servicio de recogida de basura y jardinería que mantenga impolutos los núcleos urbanos. Como antiguos caballeros andantes deberíamos juramentarnos todos en una lucha contra esta desorganización, porque de lo contrario lo peor terminará por llegar. Y lo peor será que acabemos por acostumbrarnos a estos cementerios de deshechos y dejemos de exigir, de una y mil formas, una solución drástica y rápida. Eso significaría que aceptamos denigrar nuestra vida y revolcar mirada y olfato en la inmundicia.
Gloria Garrido
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