El hormigón, invariablemente, termina atrayendo a una comunidad de humanos, puede que escasa y temporal, pero, antes o después, llegan sus habitantes. Al menos así ha sucedido en este parque y parece que empieza a ocurrir en Las Negras.
Me oriento por las pintadas. Siempre me llamaron la atención porque casi siempre esconden un mensaje más o menos explícito que alguien quiere lanzar a los cuatro vientos. Las farolas no quitan el miedo, los corruptos también mueren, las flores no crecen en el asfalto, más amantes y menos especuladores, biblioteca: ni un libro, Holcim + cultura = a especulación, casas ilegales, más nudistas y menos policía. He aquí un fragmento de la actualidad efímera. La quiero conservar como un retazo de la historia reciente escrita por el pueblo llano.
Y hay una que, vez tras vez, capta mi atención y me sume en la incertidumbre. Está colocada en la presidencia de esa rotonda innombrable que nos desorienta nada más entrar a Las Negras, hasta que nos enteramos de que en realidad no es una rotonda cualquiera, sino que es la zona verde de nuestro pueblo. Una zona verde que tanto estorbaba al desarrollo y al futuro y que allí ha terminado colocada. Buen disfraz. Eso debe explicar su originalidad y muchas cosas más. Los diligentes servicios de limpieza una y otra vez la hacen desaparecer, pero el pintor o la pintora anónima persiste. Ahora está reluciente, en un bonito azul cielo o verde mar, engalanada para la temporada alta: MARBELLA.
Mar Ruiz
Colabodora del grupo jurídico de Amigos del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar
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