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Coscojas en el Parque

Ya que el verano se ha quedado atrás y el tiempo nos invita a pasear, os invitamos a que observéis, en vuestros paseos y andares por el Parque, un elemento vegetal presente en los bosquetes que encontramos por las umbrías, barrancos y cumbres de muchos de nuestros cerros. En estas formaciones destaca, entre palmitos, acebuches, aladiernos y lentiscos, un arbustillo muy emparentado con la encina cuya presencia podemos disfrutar debido a su extraordinaria resistencia a la sequía: la coscoja (Quercus coccifera).

Es un arbusto perenne que no suele superar los 2 m, su corteza es cenicienta y lisa, y presenta una forma muy ramificada e intrincada. Tiene hojas coriáceas, elípticas u oblongas de bordes dentados y espinosos, sin pelos ni por el haz ni por el envés (a diferencia de las encinas, que tiene el envés recubierto de pelos), de color verde oscuras y de superficie lustrosa. En el mismo pie encontramos flores masculinas y femeninas, ambas pequeñas y anemófilas, las primeras se agrupan en amentos de hasta 5 cm de largo, siendo algo más visibles.

 

Las femeninas, llegado el otoño, se transforman en bellotas de hasta 3 cm de largas, de color castaño cuando maduran. Estas bellotas son muy ricas en alimento y cuando caen al suelo, donde son comidas por mamíferos y pájaros, que contribuyen a su dispersión “por olvido”, en el transporte hacia nidos o madrigueras. Son semillas recalcitrantes, lo que significa que solo se conservan a muy corto plazo y almacenadas en condiciones húmedas y frías.
La coscoja es un compendio de adaptaciones frente a la sequía, su funcionamiento está muy adaptado a las características del clima mediterráneo y se mantiene en territorios áridos donde la encina no puede resistir. Desde las raíces hasta las hojas, todo está pensado para resistir. Su potente sistema radicular le permite obtener agua de las capas profundas, y desarrolla un sistema de raicillas finas cuyo volumen aumenta tanto en profundidad como en superficie proporcionalmente al agotamiento de reserva de agua en superficie.

Su hoja presenta un elevado contenido en lignina que le aporta la rigidez necesaria tanto en su superficie como en sus vasos conductores para crear presiones osmóticas elevadísimas en su interior, por lo que puede captar agua en condiciones muy secas. Esta rigidez y el menor contenido en nitrógeno de este tipo de hojas las convierten en poco apetecibles, tanto para los herbívoros como para los descomponedores de hojas. En el primer caso se consigue que duren más tiempo sobre la planta, rentabilizando la energía invertida en su producción; y en el segundo una degradación más lenta y un mejor ajuste del ciclo de liberación de nutrientes al suelo y absorción de los mismos, claves para persistir en hábitats de baja fertilidad.

Fotos:
Amentos masculinos © JB
La coscoja rebrota muy bien después del fuego © JB
Una bellota madurando © JB

 

Sobre ella desarrolla todo su ciclo vital un insecto parásito Kermes vermilio. Las hembras, sin alas, ponen los huevos protegidos bajo su cuerpo de cubierta cérea tan unidas a las ramas que parecen formar parte de ellas. Se sabe que desde la antigüedad (ya se nombra en el Éxodo) se han recolectado estas hembras fecundadas para, tras un proceso de deshidratado y tratamiento, obtener un tinte de color rojo intenso o carmesí. De hecho Kermes constituye la raíz etimológica del vocablo inglés “crimson” o sea, carmesí.

Para referirse a estos quermes, se ha empleado la palabra griega kokkos, “baya” o coccus en latín, haciendo referencia a su parecido vegetal. Como su aspecto recordaba también a granos de trigo, se refería a ellos como granum y de ahí el origen del término “grana” para definir a cierto color rojo. Por eso parte de su nombre latino, Quercus coccifera, alude a su condición de portadora (de ferum, portar) de coccus.

La recolección de estos quermes se hacía fundamentalmente en el Norte de África, en España, el Sur de Francia e Italia, donde la coscoja era más abundante, y llegó a utilizarse como pago de tributos en época romana. En la Edad Media en Europa se favoreció el tinte de grana en sustitución al púrpura, (extraído de moluscos y más caro), llegando a ser, desde principios del siglo XIV y principios del XV, el más estimado y demandado para textiles y lana de lujo en los Países Bajos, Inglaterra, Francia, España e Italia.

A diferencia de las encinas, muy raras en el Parque, las coscojas son relativamente abundantes y esta época es la idónea para disfrutarlas adornadas de sus bellotas, recordando que… ¡son amargas!

Jardín Botánico El Albardinal
Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio